Cd.
Victoria, Tam. – Imbuido acaso en
alguna experiencia mística, el exalcalde de Victoria ARTURO DIEZ GUTIERREZ se refería
a sí mismo como uno de los mejores jefes edilicios del mundo y (más grave
todavía) estaba convencido de ello.
Eso fue en el verano de 2010, aunque en julio
de 2013, VICENTE FOX declaró algo peor a Milenio TV, cuando hizo suyo el título
del “mejor presidente de México”, con aquel desparpajo de sobra conocido: “me
los llevo de calle a todos, incluido JUÁREZ”.
Los cuestionamientos posteriores, lamentos,
gritos y ditirambos de la opinión pública sirvieron de poco o nada. Ante
consultas sucesivas de la misma prensa, los referidos personajes abundaban en lo
mismo.
Ni por asomo observaron la menor intención
de enmendar o, al menos, matizar lo dicho, con algún sentido autocrítico.
Comprensible, como mecanismo de defensa.
El roedor extasiado ante la imagen que le devuelve el espejo, cree estar
observando un león y nada le hará modificar su postura. Cualquier duda ofende.
En fin, la nota internacional de este domingo
incluye gráficas y videos donde los expresidentes norteamericanos CARTER,
CLINTON, OBAMA y los dos BUSH, unen fuerzas para ayudar a los damnificados por
los huracanes.
Que se anime cada cuál a salir de su
cubil de manera simultánea revela, sin duda, la gravedad del asunto. Y algo más
importante.
La absoluta inoperancia de DONALD TRUMP,
cuyo alarmante desapego hacia el sufrimiento humano profundiza la duda sobre su
salud mental, emocional.
En particular, por ahí de las tres de la
mañana cuando se le va el sueño, enciende el móvil y activa el Twitter, en
cualquiera de sus dos cuentas. La voz de alerta cunde en su cuarto de guerra y
el equipo de control de daños empieza a trabajar.
Y bueno, para fines de este comentario,
lo que equipara a TRUMP con los personajes arriba mencionados es un fenómeno llamado
corrupción del lenguaje.
Lo cual empieza con la absoluta
incapacidad para aceptar errores, a menudo expresando lo contrario, con un
aplomo que en verdad asusta.
De todas las entidades dañadas por los desastres
climáticos de este año en la Unión Americana, la más afectada fue Puerto Rico.
Peor que Houston, que ya es mucho decir.
La alerta se propagó al tiempo que el
huracán “María” tocó tierra. Devastación cuantiosa, incontables muertos,
heridos, desaparecidos, gente desplazada, familias sin hogar, ciudades
deshechas, carreteras, escuelas, hospitales, redes de agua potable.
Sonó muchas veces la voz de alarma entre
gobernantes y alcaldes con dedicatoria al presidente TRUMP, no encontrando más respuesta
que expresiones de desprecio minimizando los daños.
O, peor aún, haciendo mofa de la
alcaldesa de la capital, San Juan, CARMEN YULÍN CRUZ, cuando esta acudía a los
medios para protestar por la insensibilidad federal.
Más atento al rating que al dolor
popular, DONALD solamente reaccionó cuando le avisaron que sus niveles de
aceptación empezaban a resentir alguna suerte de menoscabo por la brutal indiferencia
hacia Puerto Rico.
Entonces dijo ocuparse de ello y lo
arregló todo a su manera. Se tomó fotos, repitió hacia los lugareños las
fórmulas de halago ya conocidas (wonderful people!) y remató diciendo que su
ayuda había sido maravillosa.
Ya apoltronado en la Casa Blanca, soltó
la bufonada siniestra de que su intervención en Puerto Rico merecería
calificación de diez.
¡Chico de diez!, ¿dónde hemos escuchado
eso?
Broma macabra, como tantas que
caracterizan a la vida política en todo el mundo. El que alguien ponga etiqueta
de “excelencia” a la peor y más ruin de las carencias.
Como quienes dejaron a una ciudad en
ruinas o un país temblando, pero se retiran diciendo “he sido el mejor” que
cualquiera en el mundo o entre sus antecesores.
Corrupción del lenguaje, en efecto.