Cd. Victoria.- Distopía, antitopía, utopía negativa, en 2004 el
cineasta mexicano SERGIO ARAU estrenó una historia que entonces parecía muy
jalada de los cabellos.
Partió de una
premisa simple. Qué ocurriría si, de la noche a la mañana, sin mediar
explicación, desaparecieran de California todos los trabajadores de origen
mexicano (latinos, incluso).
Especulación con
motivo explícito. ¿Qué harían sus patrones sin ellos, lo mismo quien contrata braceros
rurales que obreros fabriles, lavaplatos, barrenderos, choferes, jardineros, sirvientas?
La respuesta no
requiere demasiada imaginación ni estudio sociológico o planteamiento académico
alguno.
El caos. No hay
quien haga esas chambas que (dicho por FOX) ni la población afroamericana quiere.
La ausencia
repentina de esa mano de obra barata y servicial permite al director ARAU
imaginar como se comporta dicha sociedad ante la ausencia de una ayuda que
hasta ese día daban por segura.
Población
migrante en la cuál descansan las tareas más elementales y sobre cuyos hombros funciona
el sistema. Sin ella, todo se descompone.
OLA EXPANSIVA
Vale la cita ante
la muy cercana jornada que tuvo lugar este miércoles, aunque no solo en
California, sino también en ciudades como Los Ángeles, Washington, Las Vegas, Nueva
York, Chicago.
La inactividad
abarcó también al pequeño comerciante (dueños de restaurantes, tiendas de
consumo, bares, peluquerías) y la vida escolar misma. Faltar a clases, ni modo.
Demostración,
por cierto, ejemplar. Nos enseña cómo las ideas más simples pueden tener
efectos contundentes.
Bien, dijeron
los limpiavidrios, las cocineras y los “botones” de hotel, paremos un día (uno
solo) a ver qué hacen sin nosotros.
Lo siguiente es escalar
el fenómeno en la imaginación colectiva. Proyectar que ocurriría si el fenómeno
fuera general y no solo en un puñado de ciudades.
Y además permanente,
no en calidad de jornada experimental sino como realidad de largo aliento, al
paso de las semanas, los meses.
Se atora el
flujo de las ciudades, se empantanan los servicios, los cierres de negocios
provocan otros cierres, los de sus proveedores. Se desarticula todo.
IMPEACHMENT
En fin, no queda
claro sin fueron uno o dos los votos en el senado que salvaron al presidente
ANDREW JOHNSON (1865-1869) del impeachment promovido por sus adversarios cuando
traicionó los ideales de su antecesor ABRAHAM LINCOLN.
El caso es que
sobrevivió al primer intento del congreso estadounidense por destituir a un mandatario.
Hay dos casos
más, el de RICHARD NIXON (1968-1974) por el caso de espionaje conocido como
Watergate y BILL CLINTON (1993-2001) por perjurio (mentir bajo juramento) al
negar su relación íntima con una empleada.
Lo de NIXON pudo
haber fructificado si no fuera porque el muy marrullero les botó la chamba y se
fue, mostrando aquella sonrisa cínica en su abordaje postrero al helicóptero
presidencial, haciendo la “V” de la victoria.
Se diría que
CLINTON se salvó por una treta semántica, propia de leguleyos, ambigüedad
deliberada. Plasticidad del lenguaje.
Cuando el fiscal
KENNETH STAR lo recrimina por negar sus relaciones con la chica LEWINSKY, el mandatario
arguye un problema de interpretación.
En su
vocabulario personal (dijo) la relación íntima alude solo a la consumación del
acto amoroso. Y resulta que el tipo de contacto referido por la interfecta fue distinto.
Así se salvó.
En fin, la nota
es que 50 psiquiatras acaban de declarar al señor TRUMP como un sujeto mental y
emocionalmente incapaz de ejercer el cargo.
El tema agrava
la investigación sobre hackeo electoral y negocios turbios entre el equipo
republicano y el gobierno ruso. De progresar, sería el cuarto intento de
impeachment en la historia de ese país. Veremos.