Cd.
Victoria.- Estadística escalofriante, México se
encuentra en el tenebroso “top-ten” de las naciones que registran el mayor
número de asesinatos con armas de fuego cometidos contra mujeres en todo el
mundo,
Triste liderazgo donde destacan estados
(Guerrero, Edomex) y también localidades que ya son leyenda fúnebre como Ciudad
Juárez.
En Tamaulipas, la comisión legislativa de justicia
que preside la reynosense AÍDA FLORES trabaja en una iniciativa que pretende sancionar
con mayor severidad al feminicidio.
La propuesta, pendiente de dictamen,
reformaría el artículo 337 bis del Código Penal añadiendo 10 añitos al castigo
que hoy oscila entre 30 y 50 años de prisión, para quedar entre 40 y 60.
Preocupación válida aunque con algunos “asegunes”.
Por ejemplo, la vieja polémica entre criminalistas expresada a manera de
pregunta: ¿El incremento de la pena desalienta al delito?
La otra duda (disculpe usted mi ignorancia)
es si el concepto de feminicidio incluye a los asesinatos donde víctima y
victimaria son mujeres.
Y, bueno, ya encarrerados en las variantes,
¿Si una mujer mata a un hombre podríamos calificar la acción como violencia de
género?
Ahí la dejamos. Por cierto la iniciativa en
manos de AÍDA propone la destitución, así como penas entre 3 y 8 años de
prisión y la inhabilitación de 3 a 10 años para el ejercicio de un cargo
público, al servidor que (por maldad o negligencia) entorpezca la acción de la
justicia.
¿SUCIEDAD
ANUNCIADA?
Leyendo y tomando nota, medios nacionales y
locales presagian una competencia muy sucia en Tamaulipas. Cabe preguntar si el
pronóstico se funda en previsiones serias o en simples deseos de que así
suceda.
Aflora la tentación de hacer de esto un
show mediático plagado de golpes bajos, revelaciones sórdidas, historias de
alcoba, grabaciones telefónicas, expedientes criminales y una colección
interminable de “memes”.
Si desde el sótano de cada campaña salen
los cochinitos a retozar, por principio (1) no sería la primera vez, (2) ni
Tamaulipas representa un caso aislado, pues (3) así ocurre en las contiendas
muy competidas, aunque sí (4) habría más tema para el columnismo y la primera
plana.
La pregunta es hasta dónde están dispuestos
los candidatos a involucrarse en dicho lodazal. Debo remitirme de nuevo a la
elección del 2006 entre los señores CALDERÓN y LÓPEZ OBRADOR.
La más peleada desde que la revolución se
bajó del caballo. Más que las de VASCONCELOS y ORTIZ RUBIO (1929), ALMAZÁN y
ÁVILA CAMACHO (1940), PADILLA y ALEMÁN (1946), CÁRDENAS y SALINAS (1988) o la
de FOX y LABASTIDA (2000).
En 2006 todavía no funcionaban los candados
que hoy prohíben la contratación privada de spots propagandísticos.
A las vísceras siempre expuestas, palpitantes
y dispuestas de ANDRES MANUEL se sumaría el pavor que este despertaba en el
dueto FOX-SAHAGÚN.
Motivo central de la costosa campaña negra
emprendida desde Los Pinos, con apoyo de cúpulas patronales, organizaciones de
extrema derecha y empresas televisivas.
Interesaría sobre el particular rescatar un
punto. El consejo que los asesores de marketing dieron a su entonces candidato
FELIPE CALDERÓN.
Enfrentar con ideas y programas los
exabruptos de AMLO. Mostrarse impasible, imperturbable, evitar los ataques
personales o (mejor dicho) cederle ese privilegio a LÓPEZ OBRADOR.
Y aunque después FELIPE sería un presidente
de bajísimo perfil, cabe reconocer que durante su etapa de candidato hizo bien
la tarea y aprendió puntual la lección, logrando remontar la ventaja de dos
dígitos que traía el perredista.
No es novedad, pues, que de tiempo en
tiempo aparezca algún retador haciendo muecas y caras feas, lanzando
escupitajos, con vocabulario de albañal y talante amenazador. La clave está en
la respuesta.