Cd.
Victoria.- Menor y muy focalizada, la riña en la
penitenciaría de esta capital que habría dejado por saldo un puñado de heridos,
aunque el susto no fue menor para quienes habitan las inmediaciones.
Lo cuál incluyó escuelas cuyos padres de
familia se apresuraron a retirar a sus vástagos por temor lógico a que los
hechos pudieran extenderse al espacio extramuros.
La respuesta rápida y eficaz de las
autoridades estatales evitó que el problema pasara a mayores como fue el caso
del vecino estado de Nuevo León, donde el número de muertos supera al medio
centenar y los daños materiales son cuantiosos.
La tragedia de Topochico se inscribe en el
panorama más amplio de la sobrepoblación carcelaria que, en mayor o menor
grado, aqueja a todo el país.
Utópico el pensar que las cárceles mexicanas
sean capaces de enmendar, corregir o regenerar al individuo que cumple una
condena.
Como ideal es excelente, deseable aunque
todavía irrealizable, salvo casos excepcionales.
El hacinamiento, el poder de los reclusos
adinerados sobre las autoridades, la corrupción de las mismas, los bajos
sueldos del personal vigilante, todo se junta.
Quizás por ello, la palabra
“rehabilitación” ha sido prudentemente retirada de algunos espacios locales,
redimensionados ahora (en un gesto acaso de franqueza) como meros centros dedicados
a la ejecución de sanciones.
Las entidades federativas no cuentan con
recursos, el espacio es limitado y las cuotas que el Gobierno de la República
paga por los reos federales están muy por debajo de las necesidades reales.
NUEVAS
PROMESAS
Desde Monterrey, el gobernador JAIME
RODRÍGUEZ respondió al escándalo con una promesa. Dotar a dicho Estado de una
cárcel modelo.
Lo cuál de alguna manera nos recuerda las promesas
de CARLOS SALINAS cuando se inauguró en 1990 el CEFERESO No.1 de Almoloya, hoy
llamado del Altiplano.
No muy distinto fue el proyecto siguiente
localizado en Puente Grande, Jalisco, el CEFERESO No.2, rebautizado
“Occidente”.
A la postre, ambas cárceles de alta
seguridad no han podido sustraerse de los vicios que aquejan al resto de los penales,
ni a las fugas espectaculares ni a las celdas de lujo.
Necesario es advertir que si demasiada
gente encuentra en el delito un modus vivendi el problema de fondo es económico
y va incluso más allá de la falta de empleo.
Se asocia, desde luego, con la injusta
distribución del ingreso y un modelo de crecimiento que excluye a millones o
los confina a condiciones de sobrevivencia.
Tiene que ver con el valor que (vía
salario) se le otorga al trabajo, a la forma legal de ganarse la vida. En este
sentido, los problemas de adentro en realidad son de afuera.
Y bueno, siempre que escribo de penales, me
resulta inevitable recordar aquella vieja canción de LALITO GONZÁLEZ, el
Piporro (“Hombres de delito”) que de manera puntual señalaba: “Aquí estamos
unos cuantos, en la calle los peorcitos.”
VIEJOS
ARGÜENDES
Para la nota de color queda el
enfrentamiento ya muy gastado entre AMLO y el “Bronco” empleando como arena los
medios nacionales.
El trasfondo es que ambos aspiren a lo
mismo, la Presidencia de la República en 2018. En el caso de LÓPEZ OBRADOR por
tercera vez al hilo. Para el “Bronco” sería la primera.
De perseverar en su respectivo empeño (y
ambos son muy tercos) seguro estarán en la boleta, irán en la bola, habrá que
ver con qué resultados.
Por lo pronto, su escalada interminable de
dimes y diretes se antoja tan hueca, tan ociosa e improductiva, que hace
recordar las escaramuzas verbales propias del showbiz.
Como las artistas viejas, a falta de
trabajo que presentar o logros que presumir, los señores LÓPEZ y RODRÍGUEZ encuentran
en la polémica y la maledicencia su única vía a las primeras planas.