Cd.
Victoria.- El próximo 4 de julio se cumplen 40 años
de una elección que fue parteaguas y referente obligado en la historia del
sistema político mexicano.
El priísta JOSÉ LÓPEZ PORTILLO ganó en 1976
unos comicios donde compitió solo, sin adversario al frente, flanqueado por sus
satélites, PARM y PPS.
Un conflicto interno en el PAN, entonces a
cargo del abogado potosino MANUEL GONZÁLEZ HINOJOSA, le impidió lanzar
candidato.
Su decisión final de no participar pareció
inspirada en el rechazo a lo que consideraban un esfuerzo inútil. La
frustración ante la imposibilidad de enfrentar al PRI con éxito.
Le fue adjudicado a JLP el 91.9% de los
votos (resultado imposible hoy día) quedando el resto entre sufragios nulos y las
boletas de un candidato sin registro, con presencia marginal, VALENTÍN CAMPA,
del semiclandestino Partido Comunista.
AÑOS
DE APERTURA
La tarea urgente del nuevo mandatario era recomponer
a fondo el sistema, echando mano de un estratega eficaz, JESÚS REYES HEROLES,
secretario de Gobernación.
Se adjudica al politólogo veracruzano el
mérito de aquella reforma que permitió el retorno del PAN y otorgó registro a
diversos partidos de izquierda (el PC, lo más relevante) y uno de extrema
derecha, el Demócrata Mexicano.
Empezaba un largo camino por la reinvención
de las competencias electorales. Llegan los diputados plurinominales, el
financiamiento a los partidos, los representantes de casilla, el acceso a radio
y televisión.
Al paso de los años, las oscuras urnas de
madera se convirtieron en ánforas traslúcidas y después transparentes. La
fotografía del votante apareció primero en la credencial y luego en el padrón.
Tras la polémica elección de 1988, donde un
disidente priísta, CUAUHTEMOC CÁRDENAS, le disputó con fuerza el poder a CARLOS
SALINAS, se crea un organismo electoral autónomo, el IFE, hoy renombrado INE.
Surgen instancias de justicia para ventilar
querellas electorales y en 1997, a la mitad de ZEDILLO, el regente capitalino
fue reemplazado por un Jefe de Gobierno electo.
Desde SALINAS fueron noticia los primeros
gobernadores del PAN, en entidades como Baja California y Chihuahua.
A lo largo de 40 años, el viejo PC de
VALENTIN CAMPA habría de fusionarse con entidades afines para formar nuevos proyectos
como el PSUM, el PMS y finalmente el PRD.
Partido que avanzó con ZEDILLO,
conquistando gobiernos en Michoacán, Zacatecas y la capital del país, donde ha
ganado de manera sucesiva en 1997, 2000, 2006 y 2012.
El PAN obtuvo la presidencia en 2000 con VICENTE
FOX y en 2006 con FELIPE CALDERÓN. En 2012 la alternancia permitió el retorno
del PRI abanderado por ENRIQUE PEÑA NIETO.
SALDO
IRREGULAR
Cuatro décadas después de aquella elección
solitaria de JLP, sería de esperarse que México tuviera un sistema de partidos
fuerte y competitivo.
No ha ocurrido así. De cara a la contienda
presidencial de 2018, el PRI controla de nuevo Palacio Nacional y el PAN solo manda
(o comparte el poder) en un puñado de gobiernos, como son Baja California, Baja
California Sur, Guanajuato, Querétaro, Puebla, Oaxaca y Sinaloa.
En la izquierda, tras una serie de
rompimientos, deserciones y la escisión gravosa de MORENA, lo que hoy queda del
PRD únicamente gobierna (o participa) en entidades como Ciudad de México,
Michoacán, Morelos, Tabasco (y de nuevo) Puebla, Oaxaca y Sinaloa.
Coloreado el mapa, la presencia opositora se
expresa en modestos manchones azules y amarillos (más el verde de Chiapas y el
gris de Nuevo León) conquistados en algunos casos mediante coaliciones híbridas
unidas por desertores del tricolor.
Rudo el diagnóstico pero 40 años después,
los dos adversarios principales del PRI (el PAN y el PRD) difícilmente
merecerían el título de partidos políticos nacionales.