miércoles, 3 de febrero de 2016

Dos septembrinos

Cd. Victoria.- Si aceptamos como un hecho irrefutable que el próximo gobernador saldrá entre los dos aspirantes punteros, la conclusión inicial es que el cargo quedará (por fin) en manos de un paisano nacido en los años sesentas.
Se dice fácil. En este mismo espacio he comentado el cambio generacional observado en las sucesiones y sus veleidosos contrastes.
A manera de resumen ejecutivo, van los nombres y los años de nacimiento para actualizar el reporte, a la luz de la información presente.
El doctor EMILIO MARTÍNEZ MANAUTOU (nacido en 1919) entregó el mando al ingeniero AMÉRICO VILLARREAL (1931) quien dejó el poder a MANUEL CAVAZOS (1946) y este a TOMAS YARRINGTON (1957).
Hasta aquí los grandes saltos. Meses más, meses menos, diferencias de 12 años entre EMILIO y AMÉRICO, de 15 entre AMÉRICO y MANUEL, de 11 entre MANUEL y TOMÁS.
En sólo cuatro gobiernos, el cambio en edades suma 38 años. Con el añadido de que cada cuál nació en una década distinta. Los dieces, los treintas, los cuarentas, los cincuentas.

EL ATORÓN
Dicho aquí también. Ocurriría luego que los ejecutivos nativos de los cincuentas llegaron para quedarse durante tres administraciones y estos fueron TOMAS YARRINGTON (1957), EUGENIO HERNÁNDEZ (1959) y EGIDIO TORRE (1957).
En 2010, la mudanza hacia la siguiente década estaba prevista con la triunfal candidatura de RODOLFO TORRE (1964) pero una dolorosa tragedia lo impidió.
El caso es que en el presente 2016 los dos principales contendientes ya son oriundos de los sesentas. El priísta BALTAZAR HINOJOSA nació el 13 de septiembre de 1963 y el panista PACO CABEZA, el 17 de septiembre de 1967.
Cuatro años mayor el primero que el segundo, ambos del mismo mes y signo (Virgo), para quienes gusten tomar en cuenta estos detalles.
Economista de la UDEM el abanderado del PRI, administrador de la Houston Baptist University el representante del PAN.
Exalcaldes fronterizos, comparten experiencia legislativa, aunque CABEZA jamás ha sido secretario de gabinete (BALTAZAR dos veces, SEDESOL y SECUDE).
En descargo, el panista ya fue senador, puesto que el tricolor no luce en su currícula. Con algunos matices, la experiencia de ambos resulta equivalente.
Justo es decir que la contienda, en su etapa medular, aún no comienza. Los pasos previos están dados pero todavía no hay candidaturas registradas ni, tampoco, campañas.
Por ello asombra la precoz, prematura, precipitada agresividad del aspirante albiazul en su reciente conferencia de prensa. Hostilidad gratuita y unilateral, acaso reveladora, cargada de simbolismo.

EL DESBARRE
Para muestra un video. El panista CABEZA convoca a los medios, se dirige al votante, desafía a su oponente, gesticula para la fotografía nacional.
Sudoroso, henchido el rostro, amargo el rictus, contrahecha la expresión, antes aún de que la justa empiece ya adelanta calificativos infaustos. Sermonea y amenaza.
Ofuscación digna de estudio. Algún experto en comunicación no verbal nos dirá qué le indican, sugieren, esos ojos ahogados en un mar de iracundia. Desasosiego, ¿miedo?
La voz se adelgaza y adquiere matices casi femeninos cuando su turbación aprieta las cuerdas bucales en algo semejante a un chillido, un trémolo quejumbroso.
Arenga y gime. Inocultable temblor de barbilla, pómulos amoratados que parecen somatizar la irritación de quien identifica al exabrupto como el único recurso a su alcance.
Inmovilizado un brazo junto al costado izquierdo, el panista invoca el nombre de su adversario y lo embarra de imputaciones mientras su pulgar derecho viaja de la nariz a la cámara.
Ensimismado en su disgusto, la voz se atropella, sus denuestos se encaraman. Mal arranque, por supuesto, accidentado, colérico, sin propuesta.