Cd.
Victoria.- Si aceptamos como un hecho irrefutable
que el próximo gobernador saldrá entre los dos aspirantes punteros, la
conclusión inicial es que el cargo quedará (por fin) en manos de un paisano nacido
en los años sesentas.
Se dice fácil. En este mismo espacio he
comentado el cambio generacional observado en las sucesiones y sus veleidosos
contrastes.
A manera de resumen ejecutivo, van los
nombres y los años de nacimiento para actualizar el reporte, a la luz de la
información presente.
El doctor EMILIO MARTÍNEZ MANAUTOU (nacido
en 1919) entregó el mando al ingeniero AMÉRICO VILLARREAL (1931) quien dejó el
poder a MANUEL CAVAZOS (1946) y este a TOMAS YARRINGTON (1957).
Hasta aquí los grandes saltos. Meses más,
meses menos, diferencias de 12 años entre EMILIO y AMÉRICO, de 15 entre AMÉRICO
y MANUEL, de 11 entre MANUEL y TOMÁS.
En sólo cuatro gobiernos, el cambio en
edades suma 38 años. Con el añadido de que cada cuál nació en una década
distinta. Los dieces, los treintas, los cuarentas, los cincuentas.
EL
ATORÓN
Dicho aquí también. Ocurriría luego que los
ejecutivos nativos de los cincuentas llegaron para quedarse durante tres
administraciones y estos fueron TOMAS YARRINGTON (1957), EUGENIO HERNÁNDEZ (1959)
y EGIDIO TORRE (1957).
En 2010, la mudanza hacia la siguiente
década estaba prevista con la triunfal candidatura de RODOLFO TORRE (1964) pero
una dolorosa tragedia lo impidió.
El caso es que en el presente 2016 los dos
principales contendientes ya son oriundos de los sesentas. El priísta BALTAZAR
HINOJOSA nació el 13 de septiembre de 1963 y el panista PACO CABEZA, el 17 de
septiembre de 1967.
Cuatro años mayor el primero que el segundo,
ambos del mismo mes y signo (Virgo), para quienes gusten tomar en cuenta estos
detalles.
Economista de la UDEM el abanderado del PRI,
administrador de la Houston Baptist University el representante del PAN.
Exalcaldes fronterizos, comparten
experiencia legislativa, aunque CABEZA jamás ha sido secretario de gabinete
(BALTAZAR dos veces, SEDESOL y SECUDE).
En descargo, el panista ya fue senador,
puesto que el tricolor no luce en su currícula. Con algunos matices, la
experiencia de ambos resulta equivalente.
Justo es decir que la contienda, en su
etapa medular, aún no comienza. Los pasos previos están dados pero todavía no
hay candidaturas registradas ni, tampoco, campañas.
Por ello asombra la precoz, prematura, precipitada
agresividad del aspirante albiazul en su reciente conferencia de prensa. Hostilidad
gratuita y unilateral, acaso reveladora, cargada de simbolismo.
EL
DESBARRE
Para muestra un video. El panista CABEZA convoca
a los medios, se dirige al votante, desafía a su oponente, gesticula para la fotografía
nacional.
Sudoroso, henchido el rostro, amargo el
rictus, contrahecha la expresión, antes aún de que la justa empiece ya adelanta
calificativos infaustos. Sermonea y amenaza.
Ofuscación digna de estudio. Algún experto
en comunicación no verbal nos dirá qué le indican, sugieren, esos ojos ahogados
en un mar de iracundia. Desasosiego, ¿miedo?
La voz se adelgaza y adquiere matices casi
femeninos cuando su turbación aprieta las cuerdas bucales en algo semejante a
un chillido, un trémolo quejumbroso.
Arenga y gime. Inocultable temblor de
barbilla, pómulos amoratados que parecen somatizar la irritación de quien identifica
al exabrupto como el único recurso a su alcance.
Inmovilizado un brazo junto al costado
izquierdo, el panista invoca el nombre de su adversario y lo embarra de imputaciones
mientras su pulgar derecho viaja de la nariz a la cámara.
Ensimismado en su disgusto, la voz se
atropella, sus denuestos se encaraman. Mal arranque, por supuesto, accidentado,
colérico, sin propuesta.