Cd. Victoria.- El proyecto de implantar en México un documento único y obligatorio de identificación nacional data del gobierno encabezado por MIGUEL DE LA MADRID (1982-88) quien no ocultaba su admiración por los sistemas de inteligencia en la entonces llamada Alemania Federal.
Coincidía además el
arribo de MM con el ascenso de HELMUT KOHL, el legendario líder social-cristiano
que gobernaría la mitad occidental de aquella nación entre 1982 y 1990, para
luego hacerse cargo de la Alemania unificada de 1990 a 1998. En total, 16 años.
La idea se quedó en el
tintero, acaso por el muy mexicano temor a que dificultades técnicas (la
computación gubernamental estaba en pañales) dieran al traste con un proyecto
reconocidamente costoso.
Ello, bajo un gobierno
como el lamadridista al que le tocó afrontar el mayor quebranto financiero del
México contemporáneo.
Prolongado el ánimo
tecnocrático con SALINAS y ZEDILLO, el tema flotaría varias veces en el
ambiente sin llegar a concretarse.
En descargo, la evolución
de la credencial electoral pareció cubrir en cierta medida dicha necesidad.
CFE, IFE, INE
Al paso de los años, la
vieja tarjeta de votar, hecha de cartón sin folio ni fotografía por la Comisión
Federal Electoral (CFE) fue ganando en singularidad y complejidad al quedar en
manos (a partir de 1989) de un organismo autónomo denominado Instituto Federal
Electoral (IFE).
El cuál la convertiría en
el documento más confiable del México actual, cuya validez se extiende más allá
de la urna para ganar preponderancia sobre cualquier otra identificación
(llámese licencia de manejo, cédula profesional o tarjeta de seguridad social) en
todo trámite oficial, operación bancaria, transacción comercial o convenio notarial.
En mis tiempos le
decíamos “credencial de elector”, aunque las generaciones más jóvenes dieron
luego en llamarla por las siglas de la institución.
-“Saca tu IFE y voltéala para saber si está vigente”, decía hasta hace poco un mensaje televisivo donde una presunta pianista
promovía la actualización del documento, fingiendo interpretar la marcha turca
de MOZART con una mano.
(Tarea “¡imposible!”, me
comentaba ayer el maestro SERGIO CÁRDENAS desde su espacio en FACEBOOK, a
pregunta expresa sobre dicho promocional; además de “mal tocada”, añadió).
Pero, bueno, el nombre
irremisiblemente habrá de cambiar cuando los millones de mexicanos que aún
tenemos tarjeta válida del antiguo IFE debamos sustituirla por la que ya está
generando el flamante Instituto Nacional Electoral (INE).
De hecho hoy día circula en
los medios la promoción respectiva para la contienda federal del 2015, consultable
en el espacio oficial de YouTube (www.youtube.com/user/IFETV).
En paralelo, desde el
segundo año de ZEDILLO (1996) se instaló un mecanismo de control llamado Clave
Única de Registro de Población (CURP), dato que luego sería añadido a la
credencial electoral.
¿AHORA SÍ?
La nota, en este otoño húmedo
del 2014, es que el presidente ENRIQUE PEÑA NIETO tiene en agenda (“one more
time”) la Clave Única de Identidad.
Así lo confirmó ayer
jueves tras regresar de Nueva York y presidir la clausura del “Tercer Foro
Nacional Sumemos Causas Por la Seguridad", en el Alcázar del Castillo de
Chapultepec, junto a figuras como MARIA ELENA MORERA, ROY CAMPOS y el propio
MIGUEL ANGEL OSORIO CHONG.
Y aunque han pasado 30
años del primer esbozo, PEÑA NIETO parece conciente del mismo aspecto que
preocupó a DE LA MADRID: el costo.
Por supuesto, la economía
del país está sensiblemente mejor que en aquellos años aciagos, pero aún así
miren que PEÑA habló primeramente de revisar “la viabilidad presupuestal o la
viabilidad económica de un proyecto de esta naturaleza.”
Al cuál calificó como un
tema “de la mayor trascendencia” pospuesto “por varias décadas” y que “no se ha
logrado materializar.”
Dejaría al respecto la
indicación al titular de SEGOB ahí presente, para que encabece el análisis del
asunto, en el marco del Consejo Nacional de Seguridad.