Cd. Victoria, Tam.- Todos los vicios de la mexicana alegría están presentes en
la fuga penitenciaria de Piedras Negras, Coahuila, como un muestrario al que la
mirada extranjera verá con picante morbo y hasta con enfoque antropológico,
aunque para los mexicanos resulte infausto, siniestro, deplorable.
Estampa
por estampa, como en la lotería popular (el diablito, el nopal, la calavera, el
barril) cada detalle cuenta por sí mismo y paralelamente aporta color al
conjunto.
1.-
LA FUGA. Como una versión plebeya del movimiento juvenil surgido en la
contienda electoral, los reos fugados al mediodía del lunes son también #132,
al menos en los primeros recuentos difundidos por autoridades y recabados por la
prensa. Las cifras se deslucen luego, van de 128 a 131 o 134, pero el impacto
del conteo original queda en la memoria colectiva. Son, quien lo duda, “los
otros 132”.
2.-
EL TUNEL. Con el mismo desparpajo, la procuraduría de aquel estado reporta el
descubrimiento (siempre a todo pasado) de un estrecho subterráneo cuyas medidas
detalla con precisión aritmética: 1.20 metros de ancho, 2.90 de profundidad y
siete metros de largo.
Calcule
el lector cuantos metros cúbicos de tierra (¡Cuantos camiones!) fue necesario
extraer sin que custodio ni autoridad alguna se dieran por enterados.
3.-
LA PUERTA. Aunque eso no es todo. Si usted no pudo hacer la operación (en metros
o en camiones copeteaditos) no se preocupe. Una hipótesis posterior afirma que
los chicos malos salieron… ¡Por la puerta principal!...
4.-
LA VENDA. Identificada la hora del gran escape (entre las 14:15 y las 14: 30
horas) otro aspecto inverosímil es que la alerta de seguridad y su consabido
código rojo se hayan difundido hasta las 15:21, esto es… ¡Se tardaron 51
minutos en detectar la ausencia no de dos ni de tres sino de un centenar de
inquilinos!
5.-
LA PESQUISA. Tan absurda como el encabezado aquel de “huyeron con rumbo
desconocido” (ciertamente, nadie que escape avisa de su itinerario próximo) resulta
la exclamación a manera de parte informativo ofrecida por la autoridad federal
cuando ubica como “probable” la colaboración de los custodios. Lo raro (en todo
caso) es que no se hayan ido con ellos como ocurrió (por citar un ejemplo) en
Nuevo Laredo.
6.-
EL CINISMO. Llegamos pues a la explicación que el gobierno de RUBEN MOREIRA
ofrece sobre el particular, una vez aceptada la posibilidad de que la evasión
ocurriese por la puerta.
El
túnel (aclaran) tendría una función distinta. Servía (únicamente, ojo) para la
entrada y salida regular de los internos, sus paseos de esparcimiento citadino
cualquier fin de semana.
Queda
claro entonces que para una fuga en toda forma no se necesitan pasadizos profundos.
Para eso se inventaron las puertas y también los amigos.
Aún
así, no deja de resultar chocante ese par de “tuits” que mandó FELIPE CALDERÓN
el pasado martes 18, aludiendo al caso.
En
el primero regaña:
-
“Deplorable la fuga del penal estatal de Piedras Negras. Debe corregirse la
vulnerabilidad de instituciones de justicia estatales.”
Y
en el segundo presume:
-“En
los últimos 6 años se han fugado más de 1000 reos de penales estatales. De los
penales federales, ninguno.”
¡Ora
pues!...
El
detallito que el señor acaso olvide es que la inmensa mayoría de los reos
involucrados en motines carcelarios, batallas campales y, desde luego, en
fugas, son del fuero federal.
Pregunte
usted a cualquier gobernador en todo el país cuánto dinero aporta el Gobierno
de la República a los estados (y si lo hace con la puntualidad debida) por cada
preso federal puesto a resguardo en las penitenciarías estatales.
Ciertamente,
durante la administración calderonista se ha incrementado el número de
prisiones federales, pero estas siguen siendo insuficientes.
Tanto
así que las cárceles de los estados continúan operando en calidad de
anfitrionas “a chaleco” de reclusos que no son suyos.
Los
más proactivos, por cierto, los mejor calificados para el oficio delincuencial,
los más audaces.