Cd. Victoria, Tam.- Este lunes el presidente electo ENRIQUE PEÑA NIETO entregó
a senadores y diputados del PRI y el PVEM el primer paquete de iniciativas
vinculadas a su plan de gobierno, entre las muchas que carga en sus alforjas.
Propone
replantear la función del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI),
dotarlo de autonomía y ampliar sus facultades a los tres poderes y los tres
niveles de gobierno.
El
apuntalamiento del IFAI se inscribe en un abanico más amplio de reformas que
gira en torno al renovado propósito de abatir la corrupción.
Sabido
es que habrá otra instancia igualmente autónoma dedicada a investigar los malos
manejos de funcionarios públicos y una dependencia más que regulará y vigilará
los presupuestos de publicidad gubernamental.
Y,
bueno, el asunto del IFAI fue anunciado durante la comida con 300 líderes del
país en el Museo de Antropología.
La
existencia de dicho instituto se elevaría a rango constitucional, sus consejeros
tendrían un periodo de gestión distinto al del Presidente (siete años) y sus
resoluciones serían “vinculatorias, definitivas e inatacables”.
Lo cuál significa que ninguna autoridad federal, estatal o
municipal podría evadir su responsabilidad de informar.
Se
escucha bien, desde luego. Aunque el escepticismo mexicano y esa buena memoria
que hemos ido desarrollando sexenio tras sexenio, nos dicen que somos el país
de los grandes propósitos y las intenciones hermosas, aunque con pobres
resultados.
Piénsese,
por ejemplo, en las contralorías (federal y estatales) creadas bajo el
lamadridismo, las comisiones de derechos humanos (federal y estatales)
instauradas por el salinismo o las propias oficinas de transparencia (federal y
estatales) que nos heredó el foxato.
Ahora
preguntémonos si dichos esfuerzos institucionales han abatido problemas como el
enriquecimiento ilícito (contralorías), las arbitrariedades policíacas
(derechos humanos) o la opacidad en el manejo de las cuentas gubernamentales
(transparencia).
Tenemos
leyes sanitarias que envidiaría un país escandinavo, mecanismos de vigilancia
presupuestal inspirados en ideales de la más preclara honestidad republicana e
instituciones de seguridad social que (en el papel) nada tendrían que pedir a
los utopistas del siglo 19.
Aunque
la realidad es otra.
En su discurso de
este lunes, PEÑA NIETO prometió poner al país “en sintonía con las
convenciones internacionales y en línea con los países cuyas prácticas en el
servicio público son reconocidas por su apertura y por su transparencia”.
Necesario es decir que el proyecto del nuevo IFAI
comprende reformas y adiciones a los artículos sexto, 73, 78, 89, 105, 110,
111, 116 y 122 de nuestra Carta Magna.
Y lo dijo el mexiquense junto a figuras relevantes de su
equipo como LUIS VIDEGARAY, ROSARIO ROBLES, ALEJANDRO MURAT y CLAUDIA RUIZ
MASSIEU.
También presentes, los líderes de las fracciones priístas
en ambas cámaras, el senador EMILIO GAMBOA y el diputado MANLIO FABIO
BELTRONES.
Se apersonó por ahí el mandamás del PVEM EMILIO GONZÁLEZ
MARTÍNEZ.
Al respecto, una de las muchas inquietudes que se
esparcieron por las redes sociales se pregunta cuántos de los ahí presentes
pasarían la prueba de la transparencia y la honradez pregonadas por PEÑA NIETO.
¿La señora ROBLES, el “Niño Verde”, el propio GAMBOA, el
de las preciosas amistades?
Acaso curándose en salud, el mandatario entrante lanzó un
mensaje muy interesante en materia de compromisos personales.
Lea usted lo que dijo:
-“Tengo claro que el Presidente de México no tiene amigos,
el Presidente de México está comprometido con un único interés: el avance de la
República, los beneficios para todos los mexicanos.”
Ándele pues, desplante habemos…
La advertencia parece inspirada en aquella máxima
atribuida a PLATON cuando decía ser “más amigo de la verdad” que de sus amigos.
Como deslinde, suena excelente. La opinión pública, cada
día más claridosa, habrá de recordárselo a lo largo del sexenio.
Esperemos que para bien.