Cd. Victoria, Tam.- En el ámbito electoral, los mexicanos esperábamos dos
noticias cruciales para el presente mes de septiembre:
(1)
El fallo del tribunal sobre el resultado de la justa presidencial.
Tarea
cumplida, el presidente electo es ENRIQUE PEÑA NIETO pues la impugnación resultó
insuficiente para anular los comicios, como exigían los partidos del Frente
Progresista.
Importa
decir que la información no se pierde: los expedientes aportados por la izquierda
conservan su valor como denuncias útiles para fincar responsabilidades a los
partidos y acaso aplicar multas millonarias, aunque no para invalidar una
elección.
(2)
La respuesta de ANDRES MANUEL LÓPEZ OBRADOR.
Las
imágenes no mienten, el zócalo estaba a reventar este domingo, como lo ha
sabido hacer ANDRES MANUEL desde que empezó su lucha.
Curiosamente,
abarrotar el ombligo político del país no garantiza –en automático— el triunfo
en las urnas.
El remate de su discurso fue notoriamente septembrino. Tras lanzar
un par de “vivas” a México, el tabasqueño concluyó con un peculiar: “¡Que reviva México!”
Reviva,
en efecto, de revivir, aunque también de relanzar la lucha, reanudar, reiterar,
reincidir.
Dijo
muchas cosas AMLO ayer pero acaso la más relevante sea su separación del Frente
Progresista y su voluntad de continuar la batalla a través del membrete
denominado Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).
Una
y mil lecturas podrían extraerse de ello.
La
más inmediata dirá que AMLO rompe con la institucionalidad de los partidos para iniciar una nueva etapa “movimientista” que
acaso lo lleve a fundar un nuevo partido.
En este sentido, el adiós de AMLO al Frente Progresista significaría
que necesita una organización propia donde ejercer sin contrapesos el liderazgo
vitalicio de manera directa o por interpósitas personas.
No sería el primer caso de instituciones partidistas creadas por y
para un liderazgo específico, en el México contemporáneo.
De los partidos con registro, al menos tres observan tal característica:
el PT, propiedad de ALBERTO ANAYA desde 1990; el MC (antes Convergencia) al
servicio de DANTE DELGADO desde 1999 y el PANAL de ELBA ESTHER GORDILLO, cuyos
orígenes se remontan al 2002, cuando nació la Asociación Ciudadana del
Magisterio (ACM), reconocida por el IFE.
¿Hay ruptura entre AMLO y los partidos del Frente Progresista?
Todo indica que se trata de una separación pacífica, para dar la
pelea en ambos frentes: el formal y el informal.
El primero apunta hacia las tareas institucionales y su labor consiste
en administrar los espacios de poder conquistados por la izquierda: curules,
escaños, municipalidades y gobiernos estatales, incluyendo delegaciones y
jefatura del Distrito Federal.
El segundo frente sería el de ANDRES MANUEL y comprende las
instancias más directas de lucha, la protesta callejera, las tareas de
resistencia y la impugnación a perpetuidad de los resultados electorales a
través de MORENA.
Si en verdad se trata de una “estrategia de pinza” donde ambas instancias
buscarían operar en común acuerdo y en forma complementaria, estaríamos muy
cerca de calificarla como una decisión inteligente.
Nadie
en su sano juicio podría esperar que ANDRES MANUEL se retirase a ese ranchito
que le heredó su padre en el sureste mexicano y lleva por nombre “La Chingada”.
Seguirá AMLO (como el panismo de antaño) “bregando eternidades” en
su lucha, acaso pensando en 2018.
Sus enemigos lo seguirán acusando de testarudo, necio, terco y
obstinado. Actitudes que también tienen una lectura amable: perseverante,
indomable.
Lo
cierto es que hay AMLO para rato, aunque las voces más prudentes indican que
las izquierdas necesitan apurar el proceso de unificación y proyectar una
figura más fresca y moderna como MARCELO EBRARD.
Sin embargo, con ese deslinde, con esa distancia trazada por el
tabasqueño hacia los partidos que lo postularon, se resuelve a satisfacción la
segunda duda.
Ahora ya sabemos a qué se va a dedicar LÓPEZ OBRADOR.
¡A lo mismo!