Cd. Victoria, Tam.- Le comenté aquí que gobernadores y legisladores de
izquierda tendrían un cónclave este miércoles en Acapulco.
También
le dije que dicho evento sería el arranque para que un sector importante de
dicha corriente se pronunciase en favor de una postura negociadora, tomando
distancia del obradorismo radical.
Va
en camino, pues, dicho proyecto y la nota anexa es que coincidan en ello tanto
el grupo dominante del sol azteca que encabeza CHUCHO ZAMBRANO, como el
gobernador entrante de Morelos GRACO RAMÍREZ, el jefe de gobierno del Distrito
Federal MARCELO EBRARD y hasta su sucesor MIGUEL MANCERA.
La
actual transición de etapas, propósitos y estados de ánimo tiene su historia y
se remonta a noviembre del 2011, cuando el propio MARCELO, en un acto de
plausible madurez, se apartó de la contienda presidencial y otorgó su apoyo a
LÓPEZ OBRADOR.
Circuló
entonces la especie de que dicha capitulación tendría, al menos, dos
condicionantes para ANDRES MANUEL:
(1)
Que no metería mano en el proceso sucesorio del DF, dejando a EBRARD el pleno
control y…
(2)
Que pasada la elección federal, sin importar su resultado, MARCELO estaría al
frente del nuevo proyecto refundador que dará sentido a este conjunto de
organizaciones en los años que vienen.
Pues
bien, el mensaje ofrecido este miércoles por ZAMBRANO en el puerto guerrerense
confirma en gran medida lo previsto.
El
giro tiene que ver con los tiempos. Mientras el obradorismo mira hacia el
pasado (Soriana, Monex, Televisa), el ala conciliadora de EBRARD tiene la vista
puesta en el futuro.
El
contraste es obvio en la textura de ambos discursos.
AMLO
y sus fieles de MORENA y #YoSoy132 continúan atascados en la exigencia de un
presidente interino, las denuncias del voto comprado y las diatribas contra
todos aquellos sectores que (de manera real o imaginaria) habrían impedido al
tabasqueño llegar a la Presidencia.
En
cambio, el grupo que se congregó en Acapulco estaría pensando en convertir al
actual Frente Progresista en un nuevo partido político con ese nombre, pensando
en fusionar a todas las fuerzas que contendieron unidas este 2012.
Por
eso me permití opinar aquí hace algunas semanas (para ser exacto, el 6 de julio
pasado) que la lucha postelectoral del 2012 se parecería más a la de CUAUHTEMOC
CÁRDENAS en 1988 que a la de AMLO en 2006.
Sería
más constructiva que estridente y todo indica que para allá vamos.
En
su alocución de este miércoles, ZAMBRANO define el desafío de las fuerzas
progresistas en “hacer valer su presencia e impulsar el cambio verdadero
mediante acciones en el Congreso de la Unión y los gobiernos estatales”.
Otro
punto significativo es que, frente a la frustración y el ánimo oscuro del
obradorismo, ZAMBRANO encuentra razones para celebrar.
En
particular, cuando dice:
-
“Nuestra campaña fue la más exitosa en términos de crecimiento electoral en el
Congreso de la Unión, el cual contará con grupos legislativos fuertes y unidos,
para evitar cualquier intento de regresión al autoritarismo”.
¡A
cada quién, según le haya ido en la fiesta!
Desde
luego, la petición de un fallo justo del Tribunal Electoral sigue viva y está
presente en todos los discursos.
Aunque
ello no debe hacernos olvidar que los congregados de Acapulco se han
comprometido a respetar el veredicto (sea cual sea) de dicha instancia superior
en torno a las elecciones presidenciales de julio pasado.
Si
bien nadie abandona de manera ostensible la causa de AMLO, todo indica que
acompañarán su reclamo hasta ese punto: la divulgación del dictamen que (como
es de esperarse) dará por bueno el triunfo de ENRIQUE PEÑA NIETO.
Y,
bueno, como le comenté en este espacio el martes pasado, más allá del fallo el
camino se bifurca.
Habrá,
desde luego, un grupo radical que sin duda estará haciendo planes para impedir
el arribo de PEÑA NIETO mediante marchas y plantones, intentando con ello repetir
aquel alegato del 2006 que dividía al mundo entre espurios y legítimos.
Otros,
en cambio, se pondrán en camino.