miércoles, 11 de abril de 2012
Golpe de trombón
Cd. Victoria, Tam.- Contrariada porque sus números no levantan, la candidata panista JOSEFINA VAZQUEZ MOTA reunió a sus colaboradores, llamó a los medios y anunció un conjunto de medidas que presuntamente le permitirán asumir de manera franca el control de su campaña.
A todo esto le llamó, palabra por palabra, con voz y aliento al micrófono, de manera explícita y sonora: “un golpe de timón”.
Mi primera observación es casi de PEROGRULLO. La diferencia entre un golpe de timón y cualquier otro golpe es que quien lo perpetra ostenta el mando (el timón, el volante, la rienda) así sea de manera formal.
¿A quien va dirigido un golpe dispuesto desde la cúpula?
A los subordinados inmediatos que se han salido de control o no rinden lo que se esperaba de ellos.
Y también a entidades contiguas (el partido, por ejemplo) cuyos resultados están en entredicho, incluyendo aliados y compañeros de ruta.
El caso más socorrido ocurre en los regímenes parlamentarios cuando un jefe de estado aquejado por la falta de gobernabilidad decide disolver su gabinete y se avoca a la tarea de formar uno parcial o totalmente nuevo.
En las democracias maduras suele ser la prensa la que denomina a esta clase de decisiones como “golpes de timón”. Quien los ejecuta se abstiene de calificarlas.
No ocurrió así con JOSEFINA. Novicia al fin, innecesariamente hace explícito un concepto y una práctica que normalmente pertenecen al reino de los valores entendidos.
Ofrece con ello el curioso espectáculo de una candidatura entrampada que innecesariamente exhibe males y debilidades de cara al electorado, mientras sus adversarios manejan sus respectivas agendas sin mostrar fisuras, aunque las haya.
Igual de lamentables son las amenazas contenidas en su discurso contra los colaboradores que no cumplan (“no toleraré ningún error”) o cuando confiesa que existen diferencias con la cúpula panista al informar que: “le he exigido al partido que dejemos atrás los conflictos internos y que de una vez por todas nos pongamos a trabajar juntos por la victoria.”
Acaso la dama olvide el aforismo doméstico de que “la ropa sucia se lava en casa”, al hacer públicas sus broncas y deficiencias.
Cualquiera diría que tales regaños o recriminaciones pertenecen al estricto ámbito de lo privado. Para eso existe el cuarto de guerra.
La sustancia de todo esto es que la candidata demuestra no tener el control de su gente, lo cuál envía un mensaje de vulnerabilidad a la ciudadanía: ¿Si no manda entre los suyos, podrá mandar al país?
Y todo ello, mire usted, pese a que tuvo tiempo de sobra para estructurar un equipo sólido, desde aquel domingo 5 de febrero cuando ganó la candidatura, incluyendo el largo periodo de silencio conocido como veda electoral.
Cabría pensar que tanto PEÑA NIETO como LOPEZ OBRADOR han tenido que dar sermones así a sus más cercanos colaboradores, emprendiendo incluso reestructuraciones en sus filas. La diferencia es que, por lógica elemental, jamás lo hacen público.
Otra paradoja lamentable es que JOSEFINA presuma sus refuerzos, incorporando a figuras que traen muy marcado el sello de perdedores, como ERNESTO CORDERO, SANTIAGO CREEL y COCOA CALDERÓN.
Igual de penoso es ver en los primeros planos al ex-director del Seguro Social JUAN MOLINAR HORCASITAS, cuya figura arrastra hoy en día la marca indeleble de la tragedia ocurrida en la guardería del IMSS.
Desde luego, ningún candidato está exento de necesitar, en algún momento, la asistencia de colaboradores indeseables o con mala fama pública.
Se vale hacerlo, aunque lo aconsejable es que tales personajes presten su ayuda de manera discreta, lo más lejos posible de los reflectores.
Que VAZQUEZ MOTA no lo entienda así es (perdón la insistencia) una nueva demostración de candidez, ingenuidad, novatez.
Golpe fallido, con más aire que sustancia, el desplante de la candidata en todo caso se antojaría como un chirriante "golpe de trombón", estentóreo, desafinado y absolutamente fuera de tiempo.