martes, 14 de octubre de 2014

Remontar la borrasca



Cd. Victoria.- Lucen como “tags”, etiquetas temáticas, y efectivamente lo son: Politécnico, Ayotzinapa, Tlatlaya, representan marcas, hitos, puntos sobresalientes en la agenda urgente de ENRIQUE PEÑA NIETO.
La mirada internacional modificó de pronto su manera de catalogar al gobierno de las reformas exitosas por ese caldero hirviente que creímos superado tras la salida de CALDERÓN.
Cuando la opinión pública global despertó, los problemas seguían ahí, carcomiendo de raíz a las instituciones del Estado.
Todavía el verano pasado, los temas favoritos de los medios nacionales eran las cámaras, las leyes por aprobar y publicar, la dinámica de los partidos y la expectativa económica ante mayores flujos de inversión privada en áreas estratégicas.
De golpe la película involucionó, modificó su script, de historia edificante a tragedia recurrente, del aplauso comedido al reclamo imperioso que no solo viene del adversario interno, el opositor conocido y predecible, sino también de la ONU, el Parlamento Europeo y organizaciones como Human Rigths.

LENCERÍA Y GOLPES BAJOS
La primera embestida llegó por un flanco inesperado. La edición mexicana de la revista estadounidense ESQUIRE abrió de tajo un boquete de información en Tlatlaya, Estado de México, del que brotaron cadáveres y cargos criminales contra elementos del ejército, exhibiendo de paso la inoperancia de la CNDH.
ESQUIRE, un medio nacido en los años treintas como “revista para caballeros” y hoy ocupado de temas tan relevantes (mire usted) como el guardarropa del rockero JOHNNY MARR, la guía de ejercicios del ejecutivo con prisa o la mejor manera de preparar un Coctel Margarita.
Ello, por citar la edición en curso cuya portada luce, como chica del mes, a la modelo JESSICA CAMELLA en bikini blanco.
Estrategas de prensa antes centrados en medir los pasos del columnismo feraz y el reportaje incendiario en los impresos del llamado “círculo rojo”, hoy amplían su cobertura a tribunas antes inofensivas.
Tiempos heterodoxos (interesantes, diría el chinito) en cualquier parte puede saltar la liebre. Asestado el madrazo, su efecto viral será el mismo aunque surja de un entorno amable.
Y se conjuga en modo imperativo el control de daños, sin importar que en las páginas contiguas alguien detalle la mejor manera de cultivar kiwis en casa o que la bella MARÍA AURA extienda su desnudez sobre el límpido parqué espetando sofismas al ávido lector como: “¡Cierra el pico y ámame!”

SALIR DEL JAQUE
Tema de hoy, la conjunción de sucesos adversos ubica al gobierno de PEÑA NIETO en la situación más crítica en año y 10 meses de gestión.
Y si Tlatlaya fue tormenta, Ayotzinapa es huracán cuyo recuento de daños aún resulta imposible por ser un misterio el destino de los normalistas secuestrados y porque los responsables más obvios (el alcalde felón y su cónyuge ladrona) siguen exitosamente prófugos.
De pronto echamos de menos esa agilidad que el gabinete de seguridad había mostrado en lances anteriores.
Esa puntería con que asestaron golpe tras golpe al bajo mundo michoacano, hoy brilla por su ausencia en las fosas de Iguala. Pasan los días, el silencio se alarga y la desesperación de familiares y deudos se politiza.
Le quedan cartas, desde luego, al equipo de PEÑA NIETO, aunque el tiempo apremia y no conviene empezar el año electoral (ni siquiera llegar a navidades) con ese ánimo oscuro tan cercano a la impotencia frente a una opinión pública que se multiplica en reproches.
Y así como el panorama se pobló de sombras al entrar el otoño, el actual débito hacia los reclamos de justicia podría emparejarse y hasta convertirse en superávit si las respuestas llegan con la extensión y profundidad necesarias.
Huelga decir que la actual administración federal está mejor capacitada que el gobierno calderonista para alcanzar objetivos de corto y largo alcances.
Pero tendrán que darse prisa antes de que los inconformes incendien no solamente el Palacio de Gobierno en Chilpancingo, sino todo el país.