miércoles, 31 de octubre de 2012

Señales encontradas


Cd. Victoria, Tam.- En suspenso, el destino de la reforma laboral cuyo proyecto fue rasurado en la cámara baja, restaurado por los senadores y devuelto a los diputados con la esperanza inicial de que fuese aprobado así como se encuentra ahora, con democracia y transparencia.
Cabe preguntar si, en efecto (como lo suponen muchos priístas) hay una línea clara marcada por ENRIQUE PEÑA NIETO a los legisladores de su partido.
O bien nos encontramos ante un abanico de posibilidades en función de las variantes que EMILIO GAMBOA, MANLIO FABIO BELTRONES y los sindicalistas involucrados en la maniobra promueven por su cuenta.
Desde su retorno a San Lázaro, el proyecto empezó a ser bombardeado por los grupos de interés que ven con desconfianza asuntos como la rendición de cuentas y el voto libre en las organizaciones gremiales.
Y corresponde al líder de la bancada tricolor MANLIO FABIO BELTRONES el difícil papel de abogado del diablo, aunque habrá que insistir en la duda en cuanto a la naturaleza de sus propósitos.
Es decir, qué tanto actúa por instrucciones precisas de PEÑA NIETO y hasta donde estaría barajando las cartas por cuenta propia y en función de su propia agenda política, su esquema de alianzas y conveniencias.
Significativo, por ejemplo, que al retornar el proyecto a su feudo, MANLIO FABIO haya advertido que la iniciativa ya habría perdido el carácter de preferente que le asignó CALDERÓN.
Lo cuál significa que para BELTRONES ya no corre demasiada prisa ni se tiene por qué trabajar bajo reloj para su votación final.
Parecería, incluso, una táctica de “enfriamiento” que quizás no llegue a tanto como para enviarla a la “congeladora”, pero sí para dilatar su análisis más allá de la administración panista.
Misma, como todos sabemos, concluye el día último de noviembre.
Preocupa también que entre los argumentos más socorridos por quienes se inclinan a favor de la maniobra dilatoria esté el de la presunta defensa de la autonomía sindical.
Al buen entendedor, desean mantener intocable el esquema de privilegios que permite a los dirigentes gremiales el manejo discrecional de los recursos, la reelección indefinida y los nombramientos de sus cuadros cocinados siempre en “petit comité” y sin el concurso de sus bases.
Otra señal significativa es el anuncio efectuado ayer por el líder senatorial EMILIO GAMBOA informando que (sin importar el destino de la iniciativa calderonista) el mandatario entrante ENRIQUE PEÑA NIETO enviará a las cámaras una propuesta suya de reforma.
Y esto es todavía más relevante porque si la intención es cierta, al menos para los priístas y sus aliados, perdería sentido discutir ahora la propuesta formulada por CALDERÓN, en el entendido de que vendrá otra a sustituirla o, por lo menos, a replantearla.
Sobre todo si recordamos la cultura de la disciplina practicada por décadas en las bancadas del PRI. ¿Tendría sentido dedicar tiempo y esfuerzo a un documento que desde hoy se adivina como perecedero?
Y ojo que también EMILIO GAMBOA está dejando ver sus dudas respecto al proyecto actual.
Por ejemplo, en lo que se refiere a los contratos colectivos donde la reforma propone que los trabajadores aprueben lo acordado por sus líderes con la parte patronal y la libertad de aquellos para pertenecer al sindicato de su conveniencia.
El gozo, pues, de una votación madura como la que se había visto en el senado, podría estarse yendo al pozo.
El propio GAMBOA tuvo sus cinco minutos de gloria cuando mostró flexibilidad en aquellas jornadas donde se rehabilitaron los llamados puntos críticos que la cámara baja había mutilado.
Hay, en efecto, señales encontradas pues ahora resulta que el nuevo equipo de gobierno tiene otros planes y está contemplando un manejo más flexible de los tiempos.
Y hasta (dicen) están en condiciones de lanzar un proyecto propio, partiendo de cero, es decir, prescindiendo del documento calderonista, hoy cercenado y vuelto a parchar.