martes, 23 de octubre de 2012

Parió la abuela


Cd. Victoria, Tam.- La mejor expectativa, entre tantas que se tejieron en fechas previas a la elección de julio, era el deseo sincero de que el voto popular sirviese de criba o cedazo.
Causa, motivo y razón, la necesidad de purgar la lista de partidos cuyos respectivos aparatos burocráticos, dirigentes, representantes y gastos de organización tienen un peso oneroso en el presupuesto federal.
De cabo a rabo se escuchaban consejos como, por ejemplo, que si el votante simpatizaba con AMLO votase por el PRD y no por sus satélites MC y PT.
O que si simpatizaba con el PRI, cruzara el símbolo tricolor en la boleta y no el del parasitario PVEM.
La sorpresa posterior a las votaciones fue que los cuatro minipartidos (PVEM, PT, PANAL, MC) no solamente sobrevivieron al desafío sino que incluso gozan de mejor salud.
Sin merma de su tradicional gula nominal, todos estos membretes iniciaron a tambor batiente las nuevas legislaturas en ambas cámaras.
Doña ELBA ESTHER metió a su hija MONICA ARREOLA al senado y a su nieto RENÉ FUJIWARA como diputado plurinominal.
Ello, amen de hacer también diputado al hijo de su comadre MARTHA SAHAGUN, el joven novicio FERNANDO BRIBIESCA.
Por el PVEM repitió beca solamente cambiando de cámara el casi tamaulipeco (hoy quintanarroense no sabemos si por adopción o por turismo prolongado) JORGE EMILIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ, el “Niño Verde”.
El caso es que las exigencias de modernidad partidista fraguadas en la víspera se quedaron en meras intenciones.
Al final, la “real politik” (esa implacable inercia de intereses también llamados poderes fácticos) logró imponerse y cobrar sus facturas con la puntualidad debida, metiendo cada cuál en su saco importantes tajadas del botín.
Aunque ese no es el tema de esta columna sino (muy apenas) el contexto, los antecedentes de lo que ocurre ahora.
Si usted piensa que siete partidos son muchos partidos, por favor espere un momento, respire hondo y aguarde la noticia de que al menos dos más esperan turno al bat con razonables esperanzas de entrar en la “polla nacional”.
El primero en el tiempo es MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) la asociación fundada por LOPEZ OBRADOR tras los comicios del 20o6 y que en el presente 2012 derivó en su refugio personal.
Así lo anunció el propio AMLO tras oficializar su salida de la coalición Movimiento Progresista (PRD, PT y MC).
Hoy sabemos que la intención es convertir a MORENA en partido, invirtiendo en dicho propósito el capital político que aún le queda.
De cristalizar sus planes, se adivina desde ahora que será una trinchera de perfil caudillista que habrá de girar en torno a la personalidad que lo anima, como lo han sido el PT de ALBERTO ANAYA, el MC de DANTE DELGADO, el PANAL de la señora GORDILLO y el PVEM de la familia GONZÁLEZ.
Desde luego, a su tiempo este naciente organismo de izquierda buscará conseguir e incrementar su respectiva cuota de cargos a todos los niveles, por la vía fácil de la representación proporcional, desde regidurías hasta posiciones legislativas locales y federales.
El segundo proyecto, todavía más desconcertante, es la recién anunciada organización que tentativamente llevaría por nombre “Partido de la Concertación Mexicana” (PCM).
Especie exótica, híbrido donde concurre la antigua izquierda revolucionaria (RENE ARCE y asociados) con personajes del ultraderechista YUNQUE, liderados por MANUEL ESPINO.
Ante ideologías tan dispares hoy se insiste que les unen factores circunstanciales como son (1) su común orfandad política, (2) el mismo afán de poder, (3) un idéntico apetito por los cargos públicos y (4) la amistad con PEÑA NIETO.
Ello, aunque en el fondo, el sustento real de los nuevos partidos son las historias de éxito escritas por rémoras como PT, MC, PVEM y PANAL.
Demostrado está que es posible vivir del cuento, retozar a perpetuidad bajo los reflectores de los medios, con sueldo, viáticos y gastos de operación asegurados.
En efecto, eran muchos y de cualquier manera (ver para creer) parió la abuela.