Cd. Victoria, Tam.- En ese punto justo donde la nota roja y el poder se cruzan,
destacan ahora dos casos de primerísima importancia cuya aclaración se
encuentra en un impasse muy especial.
Un
atorón que tiene dos caras. Ni las investigaciones alcanzan la claridad
necesaria ni los intereses afectados logran echar tierra al embrollo.
Sin
duda disímbolos, no deja de sorprender la existencia de elementos comunes entre
los hechos de Tres Marías, Morelos y el escándalo protagonizado en Nicaragua
por presuntos enviados de Televisa.
En
el primer caso se trata de un asalto y probable intento de asesinato perpetrado
por policías contra agentes norteamericanos mientras.
En
el segundo, presuntos empleados de una televisora están presos bajo cargos muy
serios como lavado de dinero y delincuencia organizada.
En
cada uno la averiguación avanza a costa de las instituciones señaladas, la
empresa mediática y la Policía Federal.
Pero
en ninguno las pesquisas pueden soslayarse por las mismas razones: (1) la abundancia
de datos, (2) su aparatosa sobreexposición en medios y (3) la gravedad de los
delitos involucrados.
Tal
conjunción de elementos hace imposible el carpetazo y conspira eficazmente
contra el mexicanísimo olvido.
Aunque
esto último sea un deporte nacional, en situaciones así no es tan fácil apostarle
a la amnesia de los días, al borrón y cuenta nueva, a la desmemoria colectiva.
Los
relatos parecen haber cobrado vida propia y, con ello, autonomía respecto a sus
protagonistas.
Imposible
ocultar bajo la alfombra engendros de por sí malolientes que para colmo hacen tanto
ruido.
Máxime
cuando en trincheras opuestas hay demasiada gente interesada en mantener vivas
las principales interrogantes.
El
seguimiento preciso, detallado, meticuloso que hoy otorga CARMEN ARISTEGUI a
los hechos de Managua alcanza de pronto ribetes de guerra santa en todos los
frentes donde ella se maneja: MVS-Radio, diario REFORMA, CNN-TV y, por si algo
faltara, en su portal de Internet. No menos devota la tarea del semanario
PROCESO.
Por
lo que se refiere al caso Tres Marías la responsabilidad directa del Secretario
de Seguridad GENARO GARCÍA LUNA parece un estímulo extra al de por sí complicado
intento de asesinato sufrido por dos agentes de la DEA en manos de policías
mexicanos.
El
asunto trasciende fronteras pero también regímenes federales. El ingeniero
GARCÍA LUNA es candidato natural al revanchismo transexenal, más allá del
primero de diciembre.
Policía
personal del Presidente, nadie como GENARO recibió tantos ataques y señalamientos
de la prensa y las oposiciones diversas, de los cuáles CALDERÓN lo defendió puntual,
con calificativos siempre generosos y agradecidos.
La
amistad sincera que los une (¿Quién lo duda?) se mantendrá firme hasta el último
día, a prueba de cualquier señalamiento, acusación, exceso probado o probable.
Sin
embargo lo ocurrido en Tres Marías representa la coyuntura esperada por los
adversarios de GARCÍA LUNA que durante todo el sexenio acumularon resabios contra
su propensión a los montajes cinematográficos y eso que llaman “malas
compañías”.
El
problema apunta (peor aún) hacia la coyuntura idónea: el cambio de régimen,
cuando ni CALDERÓN podrá meter las manos.
Episodios,
los dos, en suspensión aparente, mientras el río de las averiguaciones sigue
fluyendo de manera subterránea.
Nadie
con cinco dedos de frente espera que la Casa Blanca se trague ese golpe sin
responder en tiempo y forma, con la rudeza institucional que le caracteriza.
Por
su parte, el gobierno que preside el comandante sandinista DANIEL ORTEGA
SAAVEDRA tampoco ofrece trazas de querer absolver a los 18 mexicanos retenidos
en una prisión de Managua.
Coincidencia
o no, en las indagaciones sucesivas de prensa asoman apellidos que inquietan: A
LA TORRE en un principio, después NARCIA y VILLAGOMEZ.
Tendremos,
pues, escándalos para rato, aunque cocinados, por ahora, a fuego lento. El tránsito
sexenal así lo amerita.
Después
quien sabe.