Cd. Victoria, Tam.- Mucho tendrá que contar a sus allegados el presidente
electo ENRIQUE PEÑA NIETO en torno a la reciente visita que hizo a Colombia y ese
largo encuentro que sostuvo con el presidente JUAN MANUEL SANTOS el 18 de
septiembre pasado, hace apenas un par de semanas.
Desde
luego, el tema central de dicho encuentro fue la colaboración estrecha que impulsarán
ambos gobiernos en el delicado renglón de la seguridad.
Esfuerzo
conjunto cuyo elemento más llamativo fue la contratación del general OSCAR
ADOLFO NARANJO exdirector de la Policía Nacional colombiana y flamante asesor
de PEÑA NIETO.
Pero
el punto del día es otro y tiene que ver con la salud del presidente SANTOS quien
ha pasado por momentos difíciles, al tiempo que prepara acuerdos de paz con las
FARC o recibe a visitantes como PEÑA NIETO.
Ayer
miércoles 3 de octubre le fue extraído un tumor canceroso en la próstata, noticia
que fue del conocimiento público dos días antes, el lunes pasado.
¿Desde cuando lo sabía?...
La historia que relata el propio mandatario detalla que en
su familia hay antecedentes de cáncer y por dicha razón, desde que rebasó el
umbral de los 50 años (hoy tiene 61) suele someterse a exámenes periódicos.
Ocurrió entonces que un reciente chequeo le habría detectado
cierto incremento significativo en el denominado antígeno prostático, conocido
en la jerga médica como PSE (por sus siglas en inglés: prostate specific
antigen).
Lo que siguió fue una biopsia de rigor, misma que al
resultar positiva obligó a que su equipo de trabajo emprendiese esa delicada
tarea que en los círculos del poder suele conocerse como “control de daños”.
Se optó por lo más directo. Esta misma semana, en cadena
nacional, el presidente apareció acompañado por su esposa y teniendo por fondo las
columnas y el pórtico de la residencia presidencial (la “Casa de Nariño”) para ofrecer
personalmente la noticia.
Todo
se instrumentó con gran rapidez.
La
operación efectuada en un hospital bogotano habría durado tres horas y, por
supuesto, llama la atención la insistencia de los comunicados en el hecho de
que no fue necesario emplear anestesia general sino local.
Razón
por la cuál (subrayaban) el jefe de estado “permaneció conciente” durante la
cirugía y regresó el mismo día a su casa.
En
imagen pública esto se llama encapsular el problema, destacando los aspectos
positivos como el que fuese un tumor “de tamaño menor” y “de buen pronóstico”.
O
bien que al extraerse “no presentó sangrado”.
¡Terminología
médica al servicio de la gobernabilidad!
Pero
bueno, el problema no termina ahí.
Como
bien lo señaló su colega venezolano HUGO CHAVEZ resulta atípico, inusual, el
que demasiados jefes políticos de la región hayan contraído cáncer en los
últimos años, si no de manera simultánea, al menos contemporánea.
Tan
sólo en Brasil llevan dos al hilo, LUIZ INÁCIO LULA DA SILVA (cáncer de
laringe) y su relevista del mismo partido DILMA ROUSSEFF (linfoma).
A
lo cuál habrá que añadir al paraguayo FERNANDO LUGO (linfoma también), la
argentina CRISTINA FERNÁNDEZ (tiroides), el haitiano RENE PREVAL (próstata), el
propio CHAVEZ (colon) y ahora SANTOS (próstata, otra vez).
Queda
claro que el poder no vacuna contra enfermedad alguna ni exime de los males que
la humanidad contemporánea padece.
Lo
extraño, en todo caso, es que su detección suceda en cadena y con varios
elementos en común como serían (1) el que quienes lo padecen ocupen al momento
del diagnóstico la jefatura de Estado de (2) un país latinoamericano.
Existiría
un tercer inciso añadido por CHAVEZ como sería el que (3) los afectados
ostenten alguna suerte de ideología izquierdista (o antiyanqui) aunque esas son
sutilezas del venezolano que no necesariamente debamos incluir en la lista de
coincidencias significativas.
Por
cierto, habrá quien incluya en esa lista de gobernantes con cáncer al hoy
retirado líder cubano FIDEL CASTRO, pero (como él mismo dice) son sólo buenos
deseos de sus malquerientes en Miami.