Para
fines prácticos, la representación gráfica de dicho sondeo señala tres barras
verticales más largas que aquella donde queda representada la intención del
voto favorable al partido tricolor.
Encabeza
el recuento con 33.56% la franja azul del PAN, que postula a la mancuerna de ISMAEL
GARCÍA CABEZA DE VACA y MARÍA ELENA FIGUEROA.
Le
sigue con 27.10% la que se muestra en color rojo oscuro y es de MORENA, cuyos
candidatos son el doctor AMÉRICO VILLARREAL y LUPITA COVARRUBIAS.
En
negro, con una proporción del 17.16%, aparece el sector identificado como “no
sabe”, que en buen cristiano representa a los llamados “indecisos”.
La
cuarta franja es la del PRI, en tonalidad rojo claro, con ALEJANDRO y YAHLEEL
como candidatos, a quienes dicha casa encuestadora adjudica el 16.30% de las
simpatías.
Los
abanderados de Nueva Alianza, ÓSCAR MARTÍN RAMOS y GRACIELA SANTANA. con su
barrita aguamarina, andarían en el 2.96% y los del PVEM, PATRICIO KING y MELVA
SOLÍS, quedarían al final de la tabla con 2.92%.
Desde
luego, como suele decirse en el reino de la estadística electoral, apenas se
trata de una fotografía, la imagen de un momento, dentro de una película más
larga podrá observar variaciones importantes, antes de culminar en el día de
las votaciones.
Hoy
en día, todas las agencias dedicadas a estos menesteres han añadido la
advertencia de que los números presentados no son, en sentido estricto, un
pronóstico, sin duda para prevenirse contra posteriores reclamos.
El
resultado final se encuentra en construcción, está sujeto a cambios leves o
sustantivos, ajustes, en el entendido de que la voluntad del votante aún puede modificarse.
De
cualquier manera, resulta llamativo, en el caso de los candidatos priístas, que
ni siquiera sumándole la totalidad de los indecisos (posibilidad remota que
raya en lo utópico) lograrían alcanzar a la dupla puntera, la de ISMAEL y MARÍA
ELENA.
Aritmética
elemental. Si fuera factible añadir a los 16.30 puntos de ALEX y YAHLEEL, el
total de quienes fueron incluidos en la categoría de “no sabe” (17.16) se
ubicarían en 33.46. Es decir, dos décimas abajo de sus contrincantes
albiazules.
Y
mire usted que la pareja constituida por GUEVARA y ABDALÁ se ha fletado en
recorridos intensos por todo el estado, que incluyen, entre sus atractivos,
críticas severas contra las autoridades estatales, asumiendo puntualmente su condición
actual de opositores.
Si
ello no les permite salir del tercer lugar, habría que pensar (como en el caso
de PEPE TOÑO MEADE) que hay un desgaste severo de la marca (PRI) con la que
vienen cargando a cuestas.
Algunos
dicen que como una lápida, otros que baldosa. El caso es que se trata de un
lastre difícil de cargar, luego de un gobierno como el de PEÑA NIETO que
incumplió las expectativas sembradas en su campaña presidencial de 2012.
Nunca
como ahora, hay exgobernadores del PRI sujetos a investigación (o presos, en
proceso) acusados de corruptelas escandalosas. Multimillonarias.
Igual,
el reclamo popular apunta hacia los compromisos fallidos como la muy explícita
promesa (festinada y televisada en cadena nacional) de que se habrían terminado
los gasolinazos.
Lo
cual, como hasta un niño lo sabe, jamás se cumplió, pues los aumentos a los
combustibles nunca se interrumpieron y el presidente ni remotamente se sintió
obligado a explicar la razón.
Igual
se habló de que la reforma energética bajaría sustantivamente las tarifas
eléctricas. Tampoco sucedió, por el contrario, las cuotas de luz están más
caras que nunca y siguen subiendo.
Tales
inconsistencias tienen el agravante de que golpean directamente al bolsillo familiar,
sin distingo de clases sociales.
Ello,
en un país que cada día desarrolla mejor memoria, equivale a algo muy parecido
a una burla. Un insulto a la inteligencia del ciudadano en todas sus expresiones.
Lector,
radioescucha, televidente, navegante en redes y (algo más contundente) en su
calidad de elector, mexicano que ejerce su capacidad de sufragar y (de manera
concomitante) aplicar el voto de castigo. Misión cívica y responsabilidad para
la cuál está llamado el próximo julio.
Llamémosle
frustración, decepción o genérico enojo, de cualquier manera, se la van a
cobrar en estos tiempos de maduración, cuando la gente ya no quiere perder
tiempo en otorgar su confianza a quienes de manera palmaria le han fallado.
Se
esperaba otra cosa, la expectativa era clara, la gente se siente defraudada.
Acaso PEÑA NIETO no entendió que el voto de 2012 ya no tenía aquella mansa incondicionalidad
de los años dorados.
Ahora
estaba condicionado a una palabra concreta: resultados. Sobre todo, en aspectos
clave donde la campaña peñista hizo tan claro hincapié.
Tampoco
los compromisos en materia de seguridad se cumplieron. En 2012, terminaba el
sexenio de CALDERÓN, signado por la violencia, y PEÑA prometió un gobierno
eficaz en dicha materia.
Fijó
como prioridades el trabajar de frente para disminuir de manera sustancial
delitos como el homicidio, el robo con violencia, la extorsión, el secuestro. Hoy
la estadística lo condena.
El
país se sigue desangrando. Ni disminuye el índice de criminalidad, ni hay paz
en las comunidades rurales. La extorsión reina con un desparpajo lastimoso, los
asaltos al transporte de carga federal se han disparado, con el añadido de que
ahora también la delincuencia descarrila trenes para saquearlos.
La
industria del huachicol es ya una economía paralela a la actividad formal de
PEMEX. Manos oscuras protegen y solapan a quienes roban y compran combustible
mal habido.
Para
colmo, Tamaulipas entra ahora por la puerta grande al índice nacional de
feminicidios. Se dice fácil, pero seis mujeres asesinadas de un jalón (y con
lujo de crueldad extrema) en la capital del Estado, ya es estadística grave que
pesa y duele.
Que
nadie se llame a engaño, en su declive final, el gobierno peñista cosecha lo
que sembró.