Cd.
Victoria, Tam. – Los
observadores más imparciales del segundo debate coinciden en que la experiencia
representó un tropezón para ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, entre otras razones
porque los adversarios supieron focalizar mejor sus flancos débiles.
Sus
contradicciones (que no son pocas) y sobre ellas golpearon sin piedad, sin que
el tabasqueño esgrimiera argumentos para defenderse. Fue como un bombardeo
inclemente, con muy pobres baterías antiaéreas.
De
ahí la pregunta que suele aflorar luego de cualquier debate. ¿Qué tanto y de
qué manera se movieron los cartones, los números, a consecuencias de dicho encuentro?
Sin
tener cifras a la vista (ahora sí que a puro ojo de buen cubero) me atreví a
comentar ayer que la estadística podría mostrar incrementos interesantes en las
intenciones del voto por ANAYA y MEADE, con castigo (y a cuenta de) las
simpatías de LÓPEZ OBRADOR.
Pero
también me animé a prevenir que no sería mucha la pérdida. Entre otras razones
porque la opción por AMLO es un asunto de fe, sobre todo en la base de la
pirámide social, el sector más amplio de la población.
Si
usted lector (lectora) consulta a las clases medias urbanas y universitarias,
no dudo que encuentre una cantidad importante de reclamos contra las
incongruencias de AMLO.
Señalamientos
muy sentidos sobre sus desbarres, despropósitos, malas maneras, lagunas
informativas, marrullerías, mañas y truculencias.
Radicalmente
distinta será la respuesta si hacemos dicha pregunta al sector social de la
agricultura (incluyendo pequeños propietarios), oficios diversos como plomero,
carpintero, albañil, electricista, mecánico automotriz, mesero, empleado de
gasolineras, talleres mecánicos, vulcanizadoras.
Al
obrero fabril, esa carne de maquiladoras que sobrevive con sueldos infames, al empleado
del sector servicios, a los jubilados y a buena parte del magisterio.
La
respuesta es AMLO, AMLO, AMLO…
Y,
la verdad, a este ramillete amplio de grupos sociales, les importa muy poco
todo lo malo que las redes y medios digan de ANDRÉS MANUEL.
Podrán
escuchar con atención todas las disertaciones, argumentaciones, razonamientos
en contra del mesías macuspano y su respuesta será la misma: como quiera van
con LÓPEZ OBRADOR.
De
aquí la pregunta planteada en el título de esta columna: ¿de qué tamaño es el
agujero que dejan por saldo los yerros del tabasqueño en Tijuana?, ¿cuánto suben
sus adversarios, ¿cuánto baja él?
La
respuesta tiene que ver con la expectativa de sus contrincantes. Los cálculos
de sus respectivos cuartos de guerra. Los de MEADE, ANAYA y (si es que existe) el
del BRONCO.
Solo
que PEPE TOÑO y JAIME están perdidos desde el inicio. Para fines prácticos no
existen, si lo que nos importa hoy es delinear los términos de la recta final.
Lo
dije al principio de la contienda, insisto ahora. La única opción para los
enemigos de AMLO (guste o no) es RICARDO ANAYA y esto implica desfondar (corrijo
ahora: saquear) los activos de MEADE y echar fuera a los independientes.
Ya
se fue MARGARITA, sigue el BRONCO. Entre otras razones, por ruidoso, altanero,
improductivo, inútil. No le quita votos a LÓPEZ OBRADOR (como soñaron algunos)
le roba votos al antiobradorismo.
La
fuerza de ANDRÉS MANUEL ha cobrado tal magnitud territorial, que solamente
uniendo a TODOS sus contrincantes habría una cierta (incierta, acaso) posibilidad
de enfrentarlo con éxito.
Para
ello, hay dos nichos electorales de dónde pueden crecer.
(1)
Los indecisos, cuyos cálculos (según las casas encuestadoras) varían entre el 20%
y el 35%.
(2)
Los simpatizantes más recientes de AMLO, expriístas, expanistas, experredistas,
exindecisos.
Estos
dos rubros son la esperanza real de esa concatenación desigual, informal y
sorda de fuerzas que se ha propuesto desde distintas trincheras (y bajo las más
diversas ideologías) propinar al PEJE su tercer tropezón al hilo. Y exigirle,
de paso, cumplir su promesa de irse a la chingada.
Ya
veremos de qué tamaño es el golpe. Aunque tengo rato advirtiendo que la
devoción a MORENA es de orden religioso, mítico, atávico. No cambia con
razonamientos.
De
ahí la feliz displicencia mostrada por el macuspano donde quiera que se
presenta. Se da el lujo (mire usted) de ya no solamente solicitar el voto para
él, sino para su congreso.
Muy
seguro (según piensa) de haber amarrado el Poder Ejecutivo, ahora invoca al
electorado para que le conceda (además) la mayoría legislativa que necesita para
sacar sus planes adelante, sin trabas ni estorbos. Al menos la Cámara Baja.
De
aquí la inquietud entre propios y extraños por conocer la magnitud del daño
sufrido por el obradorismo en este segundo (y desafortunado para él) debate en la
Universidad Autónoma de Baja California.
Lo
cual nos lleva a decir que para cantar victoria, el antiobradorismo tendría que
(1) haberle arrebatado una decena de puntos porcentuales al candidato de MORENA,
meta difícil y (2) concentrar dicha ganancia en un solo candidato (aunque
sabemos que son dos).
De
aquí el absurdo (surrealismo puro) en quienes todavía piensan que tiene algún sentido
apostarle a un proyecto fracasado, inviable, como el de PEPE TOÑO MEADE o (peor
todavía) la payasada cruel que encarna JAIME RODRÍGUEZ CALDERÓN.
A
como van las cosas, el (más que probable) triunfo de ANDRÉS MANUEL en julio
próximo se fincará, por principio (1) en su tesonera y terca lucha de tantos
años y (2) en una conjunción grosera de errores cometidos, uno tras otro, por
su amplio ramillete de adversarios.