jueves, 22 de junio de 2017

Espías en conflicto

Cd. Victoria, Tam. –Tema viejo y actual, que el poder observe a sus gobernados para controlarlos mejor, detectar inconformidades y prevenir cualquier suerte de disidencia, grande o pequeña, verificada o probable, imaginaria o real.
Artimañas que datan del imperio romano (o más atrás, las dinastías chinas) pero que en cada época añaden enfoques diferentes, métodos más sofisticados y (valga advertir) tecnologías cada día más intrusivas.
Que el problema retorne de golpe a las primeras planas en la víspera de la puja presidencial se antojaría plan con maña. Delación con dedicatoria al aspirante más afectado, el titular de Gobernación MIGUEL ANGEL OSORIO.
El “timing” es exacto en su confección. Lo rebotaron primero en Estados Unidos para darle mayor credibilidad (nada menos que el New York Times) y revelar una lista de víctimas donde destacan comunicadores y activistas ciudadanos de un espectro amplio.
Desde una voz crítica como CARMEN ARISTEGUI hasta el paladín de Televisa CARLOS LORET, pasando por ONGs que defienden los derechos humanos y combaten la corrupción.
Lista de afectados donde además arrastran (entre los presuntos culpables) a otro precandidato, el exgobernador poblano RAFAEL MORENO VALLE a quien acusan de reclutar hackers que antes trabajaron para el exsecretario de Seguridad GENARO GARCÍA LUNA.
Escándalos así estallan de tiempo en tiempo en algún lugar del planeta y tienen la peculiaridad de producir bastante ruido mediático, entre sonrisas cínicas, golpes de pecho y todos los matices intermedios.
Son discusión de café durante varias semanas, permitiendo a los políticos actualizar sus fobias, amén de intercambiar acusaciones mutuas.
Después el asunto va perdiendo fuerza hasta pasar a segundo término y luego retornar al nicho preferido por sus operadores. El olvido.

SIN REMEDIO
Y, mire usted, tan forman parte de nuestra subcultura política los “pájaros en el alambre” que, para izquierdas y derechas, hoy es personaje de culto uno de los legendarios impulsores del ramo, el capitán y licenciado (don) FERNANDO GUTIÉRREZ BARRIOS.
Más interesante aún, entre los fisgoneos gubernamentales en torno a la vida cotidiana de personalidades ilustres, se atribuye ahora valor histórico a las recopilaciones archivadas por Gobernación sobre la vida cotidiana de JULIO SCHERER y CARLOS MONSIVAIS.
Figuras de cuyo registro en los sucesivos organismos encargados de espiarnos (DIPD, DFS, DISEN, CISEN) la revista EMEEXIS se ha dado a la tarea de seleccionar material desclasificado que hoy permite conocer aspectos interesantes y hasta insólitos de ambas vidas.
En fin, para más información sobre el funcionamiento de estas dependencias, me remito a un clásico de la materia, el libro “La Charola, historia de los servicios de inteligencia en México desde 1918” del académico jalisciense SERGIO AGUAYO.
Edición en papel que data de 2001 (Grijalbo) y cuya más reciente versión electrónica (Sextil Online) procede del 2014.
Temo decepcionar al lector si le digo que, en estos tiempos, cuando la tecnología necesaria está en todas partes, el asunto del espionaje carece de solución y hasta resulta esfuerzo inútil combatirlo.
Cualquier preparatoriano medianamente instruido, con la audacia y paciencia necesarias, se puede meter a la red profunda y extraer de ahí las herramientas básicas.
Acaso únicamente tenga sentido presentar batalla contra dicho mal cuando vaya asociado a delitos como la extorsión, el robo de identidad, la sustracción de datos sensibles (patentes industriales) el uso ilícito de tarjetas de crédito y activos bancarios.
Fuera de eso, solo queda la prevención. Ello y pugnar porque las tareas oficiales de inteligencia efectivamente sirvan para combatir al crimen organizado y no al adversario político.