viernes, 28 de abril de 2017

Purgas sin gloria

Cd. Victoria, Tam.- Ciertamente, no es sano servir a dos amos, pertenecer a dos partidos que, por definición, existen para competir, figurar como antagonistas, adversarios.
Se antoja, pues, justificado, expulsar del PRI al exgobernador de Coahuila HUMBERTO MOREIRA, por aceptar la candidatura de otro partido a una curul plurinominal.
Tarjeta roja que, con el mismo razonamiento, merecieron el nayarita RAÚL MEJÍA y el poblano PORFIRIO ALARCÓN. Por jugarle las contras al PRI.
La salida observó un orden lógico y el procedimiento regular. Dar recepción a las denuncias presentadas ante la Comisión Nacional de Justicia tricolor, estudiar cada caso y obrar en consecuencia. Vino luego el anuncio oficial.
Como noticia tiene sentido, se entiende sin mayor explicación. Aunque marca también una diferencia importante respecto a casos previos de traición reiterada, sin que mecanismo de depuración alguno actuara con la celeridad necesaria.
Ejemplo sonado, el de ELBA ESTHER GORDILLO y todos los dirigentes seccionales del SNTE que se sumaron al Partido Nueva Alianza (PANAL) desde su creación formal (agosto de 2005) ubicándose así en franca rebeldía.
El caso ameritaba una expulsión masiva de personajes que no solo participaron como dirigentes partidistas y candidatos a cargos de elección sino que además apoyaron, abiertamente, la candidatura de FELIPE CALDERÓN en 2006.
Como antes, en 2000 (cuando eran solo SNTE y no todavía PANAL) se subieron felizmente al caballo de VICENTE FOX.
El caso de GORDILLO, cuya tardía expulsión data del 13 de julio de 2006, se debió en realidad a un choque de personalidades (y ambiciones) con ROBERTO MADRAZO, por entonces figura dominante de ese partido, quien se catapultó desde el CEN a la candidatura presidencial (fallida, por cierto).
Ya para entonces, doña ELBA y sus huestes magisteriales habían cometido un largo historial de traiciones contra la organización tricolor, como abiertos contlapaches de FOX y CALDERÓN, incubadores paralelos del PANAL.

OTRAS TRAICIONES
Por supuesto, cada partido tendrá sus reglas, aunque el común denominador de todos apunta hacia valores como lealtad y congruencia.
En la campaña de 2012 fue descarado el apoyo de VICENTE FOX y su operador favorito MANUEL ESPINO a favor de ENRIQUE PEÑA NIETO.
Apostándole a la desmemoria, con un dejo inocultable de cinismo, FOX alegaba que su opción por PEÑA se debía a que la candidata del PAN (JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA) no podía ganar y era necesario impulsar (con el voto útil como coartada) el proyecto económico más cercano (el de PEÑA) para oponerse al populismo de AMLO.
Falacia desvergonzada, pues la decisión de VICENTE databa, al menos, de 2010, cuando PEÑA NIETO (y otros mandatarios priístas) eran visitantes y clientes asiduos del Centro FOX.
Tiempos aquellos, PEÑA era apenas gobernador, JOSEFINA estaba muy lejos de figurar como aspirante a la candidatura y ni siquiera AMLO la tenía segura, pues la nominación por la izquierda le era disputada vigorosamente por el entonces Jefe de Gobierno MARCELO EBRARD.
Sin embargo, ya para entonces FOX hacía campaña por PEÑA y solía presentarlo en su rancho como “el próximo presidente de México.”
Motivos sobraban para que, desde el 2010 o en la campaña misma de 2012 y aún después de la derrota panista, FOX y sus huestes fueran echados del PAN mediante un procedimiento similar al que emplea ahora el PRI con MOREIRA.
Nunca lo hicieron. El tan mexicano surrealismo partidista permite y cobija esta suerte de incongruencias, donde la fidelidad a principios y doctrina son letra muerta.
Se opera en base a criterios pragmáticos que a la postre desdibujan su carácter de adversarios para ubicarlos como simples cómplices. Bufones que sin mediar reglas, forcejean y se reparten el botín del poder.