Cd. Victoria.- No será la primera vez que doña PGR perpetre
incongruencias al estilo Chavo del Ocho, “sin querer queriendo.”
Descuidos
deliberados (valga el contrasentido) pifias que se antojan premeditadas,
vulnerabilidades y agujeros donde queda entreabierta la posterior negociación ante
los tribunales.
Ejemplo más
cercano, el proceso contra el exgobernador JAVIER DUARTE. Se ha comentado
mucho, desde las primeras horas de su arresto: ¿Cómo lo piensan traer?
La diferencia
entre ser deportado o extraditado de Guatemala a México es harto significativa en
función de sus consecuencias jurídicas.
Si lo extraditan
(amen de tardar más y darle tiempo para hacer perdedizo el botín) podrá ser
juzgado únicamente por aquellos delitos que la autoridad mexicana pueda
documentar en determinado plazo.
Ilícitos que además
(ojo) tengan su equivalente en el código penal guatemalteco.
Se restringe,
pues, la acción de la justicia. Focalizan con ello la tarea acusatoria y blindan
a sus encumbrados cómplices de cualquier investigación posterior que pudiera
involucrarlos, salpicarlos.
Por ello un
creciente número de voces autorizadas están exigiendo que DUARTE sea
sencillamente deportado y entregado a la autoridad mexicana en la línea
fronteriza con Guatemala.
¿JUSTICIA Y GRACIA?
Y esto tiene que
ver con un conflicto de orden moral que hoy se vive en el más alto mando del
país donde el veracruzano es querido y apreciado, no de ahora, desde que era candidato.
Aunque dicho
afecto no evita el reconocer que su desgobierno en tierras jarochas representa
un lastre muy pesado para el PRI.
Desprestigio que
afecta no solo la elección gubernamental del Estado de México, ¡las
presidenciales del 2018!
Difícil dilema
para PEÑA, decidir entre el cariño y la conveniencia electoral. Acaso esto
explique esa forma tan acotada de aplicar la justicia en el caso DUARTE.
La PGR parece
inclinada hacia un burocrático proceso de extradición, en vez de apurar la
deportación inmediata.
Amen de ser
ostensible, visible, la línea oficial para proteger a la familia del acusado, la
voluntad de exculparlos, empezando por su esposa KARIME MACÍAS.
Mire usted, los
conocedores del caso han señalado que el veracruzano era apenas la parte
visible de una red delictiva profesional muy amplia.
Ladrones de
cuello blanco que vaciaron de manera inteligente y metódica las arcas de ese
gobierno, prácticamente desde el primer día.
Recuérdese que
la administración de JAVIER DUARTE está ligada al misterioso traslado de
maletas cargadas con dólares que salían de Veracruz hacia diferentes destinos
de la República.
LA RISA
Acaso por ello,
desde su presentación inicial, la mañana de este miércoles, la bien asesorada
estrategia del acusado se teje en función de maniobras dilatorias.
Le mandaron una
copia del oficio de extradición. Pide el original. Al rato dirá que le falta un
sello o una firma.
Que nadie lo
dude, DUARTE puede ganar. Anotarse una victoria contundente contra la justicia
como su colega HUMBERTO MOREIRA, el de Coahuila.
De aquí algunos
observadores explican la sonrisa que mostró en los primeros momentos de su
detención.
Apenas el martes
pasado me permití añadir en redes sociales una visión distinta, uniendo las
fotos de DUARTE y del capo conocido como “La Barbie” (EDGAR VALDEZ) cuya
sonrisa, por igual, sorprendió al mundo cuando lo detuvo la Policía Federal en
2010.
Dicha manera de
reír, dije, vendría por “ausencia de culpa, placer sicótico, (especie de) lobotomía
simbólica, tras un prolongado comportamiento amoral.”
Ello aunque (a decir verdad) no se trata de
interpretaciones mutuamente excluyentes. Ambas podrían tener validez, (1) la
felicidad de quien confía en sus arreglos a trasmano y (2) la expresión lúdica
del pillo incorregible.