viernes, 18 de marzo de 2016

Elba, todavía no

Cd. Victoria.- Tiene mar de fondo el renovado ímpetu de los medios nacionales para recordar los pecados de la profesora ELBA ESTHER GORDILLO, depuesta reina del SNTE y su expresión partidista, el PANAL.
Los enumeran de nuevo, del gasto al gusto, refrescando con ello la memoria colectiva, en un tono que por momentos se antoja reiterado y hasta didáctico.
Apurado afán, recordarle a la gente por qué está ahí la chiapaneca. Los excesos de su fortuna, aquellos derroches en Neiman Marcus, sus propiedades (una veintena) en la capital mexicana, amen de las dos residencias en Isla Coronado, junto a la bahía de San Diego, California.
Todas esas historias parecen reverdecer como si un túnel del tiempo nos devolviera a febrero de 2013, cuando la PGR detuvo a la señora GORDILLO en el aeropuerto de la capital mexiquense.
Inquietud mediática que, en efecto, obedece a una lógica y merece atención puntual.
Y es que en los últimos meses, litigantes y amigos de la maestra han buscado apelar a la compasión colectiva, ya no por justicia sino por gracia.
Lo cuál, en un país como México (de sentimientos atávicos y memoria corta) equivale a victimizarla para pedir su indulto o (al menos) la prisión domiciliaria.
La quieren libre por la vía de la indulgencia y emplean para ello tres argumentos de cierto impacto…
(1) Su precaria salud pues, según el diagnóstico alarmista de los médicos, la dama tendría ¡diez enfermedades!, casi para el libro Guinness.
(2) La edad (71 años) dato que antes de su captura difícilmente revelaría y hoy asoma como asunto central. Quien le diría a esta enemiga tenaz del padre tiempo, emperatriz del botox y el colágeno, que el tiempo mismo sería una coartada a su favor.
(3) El lamentable deceso de su hija, la senadora MÓNICA ARRIOLA, sin duda doloroso. Tema sensible, poco hay que añadir a una pena de dicha magnitud, por principio, digna de todo respeto.

RESISTENCIA OFICIAL
En respuesta, el mensaje del sistema ha sido claro. Y se filtra a través de notas, editoriales y hasta caricaturas. Se multiplica en redes.
Inflexibilidad, mire usted, que no parece hija del encono. Decisión fría, más bien, que obedece al sentido común, la sensatez, la prudencia.
La señora es un costal de mañas. Nada garantiza que, pese a los presuntos achaques y dolencias morales, recupere al salir aquella altivez (de todos) conocida.
Que una vez instalada en su casa, los males se evaporen y empiece a manejar los hilos atrás de la cortina, como es su celestial gusto.
La resistencia oficial a concederle espacios representa, en buena medida, un reconocimiento tácito a su notable capacidad como operadora política que le permitió gobernar al magisterio durante 24 años.
Fuerte su temperamento, duro, indoblegable. Mueve gente, ordena, dispone, atropella, incluso. Agrio el rictus, furibunda la mirada, perseverante en sus decisiones, fiel a sus rencores.
Y algo que conviene subrayar. La excesiva indulgencia que tiene consigo misma sería además una alerta roja.
Incapaz de reconocer excesos y errores, la profesora sostiene su posición de mujer agraviada. No le hemos visto asumir responsabilidad alguna.
La ausencia de una mínima autocrítica y sus resabios contra el gobierno de la reforma educativa nos indican que la señora seguirá siendo por buen tiempo una adversaria de cuidado.
Mientras no le baje dos rayitas a su orgullo, habrá elementos para pensar que, en caso de salir (aunque fuera al domicilio) buscaría el camino gradual de la revancha.
Y, la verdad, ni el horno está para bollos ni el horizonte nacional necesita más tensiones de las que (de por sí) se acumulan, con una economía impactada por la debacle petrolera y una actividad criminal que no cede en los términos deseados.