martes, 12 de abril de 2016

Exposición y riesgo

Cd. Victoria.- En el auditorio que observa los debates políticos coexisten lectores de la más diversa laya. El que vota o deja de votar por la manera de sonreír o el color de una corbata y también quien valora propuestas y decide en consecuencia.
Aquí la razón de los asesores de campaña para cuidar con el mismo esmero forma y fondo.
Una vieja máxima en la política norteamericana dice que, en materia de imagen personal, se deben evitar extremos. Ni príncipe ni mendigo.
Aplica en el ámbito latinoamericano. El empaque que vende mejor es el del ejecutivo medio, el profesionista exitoso. Nunca el de un magnate, aunque lo sea, pues lo aleja del votante promedio,
Preferible (insisten) la imagen del juicioso padre de familia que a base de mérito y esfuerzo llegó hasta la cúspide.
Esto es, sin hacer jactancia (porque molesta mucho) de vida opulenta. Eso que se conoce como los signos externos del poder.
Comunicación al fin, se exige eficacia en el uso del lenguaje verbal y no verbal. Una expresión corporal que combine firmeza y naturalidad.
El autocontrol necesario para que las expresiones faciales o los ademanes no contradigan ni metan ruido a la palabra.
Aquella observación que divierte al doctor PAUL EKMAN, especialista en la materia, cuando detecta una mirada de miedo haciendo contrapunto fatal con la sonrisa.
O cuando el cuerpo se contrae, el puño se cierra y los hombros se encogen para desdecir involuntariamente al discurso feliz.

IDÉAS, PROYECTOS
Pero esto es imagen y, de manera ideal, algunos seguimos creyendo que la mejor decisión frente a las urnas se debe fundar en programas y no en asuntos como simpatía o carisma, vestuario o corte de pelo. Ni para bien ni para mal.
Lo vemos en el proceso estadounidense que hoy corre paralelo, aunque el nuestro culmine en junio y el de ellos en noviembre.
El despotismo procaz de DONALD TRUMP parece una versión recargada de EBENEZER SCROOGE, personaje de CHARLES DICKENS. El egoísta contumaz que solo entiende el mundo bajo un rasero exclusivamente monetario.
Sin embargo, por aireado y vehemente que sea su estilo discursivo, a TRUMP lo hunden sus contenidos, lo que en verdad está proponiendo más allá de la sonrisa.
De ahí el valor de la visión, el diagnóstico, las propuestas. También los ideales, aunque siempre aterrizados en el universo concreto de lo viable y lo factible.
En 2006 hubo quien se tomó la molestia de calcular cuánto costarían los sueños del candidato LÓPEZ OBRADOR si el voto le fuera favorable. Ni lejanamente el presupuesto alcanzaría para ello.
Desde luego, los debates son más sustanciosos y fluidos cuando el número de ponentes se reduce a dos o tres candidatos. Hay tiempo de alocuciones detalladas, ideas largas, exposiciones profundas.

APRENDIZAJE YA
Cabe preguntar cómo hará el IETAM para que ocho participantes expongan lo suyo sin estorbarse y tengan además tiempo de ejercer la réplica cuando el contrincante recurra a las alusiones personales, señalamientos adversos, ironías, ataques.
La experiencia será de un aprendizaje intenso que además empieza hoy, desde la preparación misma. En efecto, es la primera vez.
Esto significa un reto a la imaginación de quienes acuerden con los representantes partidistas (con voz, pero sin voto) asuntos como la temática a tratar o las reglas básicas de interacción.
En otras culturas, los comicios a dos vueltas (impensables todavía en México) suelen aportar concreción al debate. Reservan para la segunda vuelta el evento más interesante, el “tete a tete” (el dicho es francés) entre los dos actores principales.
Difícilmente la actual legislación alcanza para proponer algo parecido en el segundo encuentro contemplado por el IETAM, el de mayo.
Para ambos están convocados los ocho.