miércoles, 6 de abril de 2016

El síndrome Josefina

Cd. Victoria.- Conocido y reconocido por su audacia política, ha sido baja la asistencia ciudadana durante los primeros actos proselitistas del abanderado albiazul PACO CABEZA.
Se percibe incluso bastante más animada la trinchera de GUSTAVO CÁRDENAS, quizás por el ánimo festivo que este último sabe imprimir a todos sus eventos.
Traiga o no proyecto de gobierno en sus alforjas, lo cierto es que GUSTAVO es un comediante natural. Con el candidato del PMC nadie se aburre. Tiene “punch”, hace gala de carisma y maña para entusiasmar a sus audiencias.
Y esto contrasta con el gesto hierático, afectado, que de un tiempo a la fecha caracteriza a FRANCISCO JAVIER, a ratos demasiado solemne.
Ese rictus de “muina” perpetua, esa careta de velorio que parece acompañarlo a donde quiera que llega. Ánimos impropios para una fiesta cívica.

¿POR QUÉ AHÍ?
Mucho se puede decir en torno a la decisión de iniciar su campaña junto a los familiares de las víctimas en San Fernando.
En su defensa podría argumentarse que se trató de un acto de humanidad, de sensibilidad al dolor ajeno, en un municipio que acaso vivió de manera más cruda el estallido criminal de 2010 y 2011.
Sin embargo también puede verse como un desplante de oportunismo político. Capitalizar el dolor, sacar raja electoral de una tragedia.
Sobre todo si recordamos que la ocupación por semanas enteras de grupos armados en carreteras y caminos de aquella zona habría sido imposible sin la complacencia de las fuerzas federales entonces al mando del presidente FELIPE CALDERÓN.
Hoy, a toro pasado, CABEZA se conduele y abraza a los deudos.
Pero el gesto pierde legitimidad si en su momento no tuvo el valor de señalar la inacción de la SEDENA a cargo de GUILLERMO GALVÁN y la SSP de GENARO GARCÍA LUNA.
Dada la capacidad de fuego que mostraban los grupos delictivos, las corporaciones estatales resultaban insuficientes sin el apoyo de la federación.
Por otra parte, como estrategia electoral, San Fernando no parece ser el mejor lugar para iniciar una campaña si lo que se quiere es demostrar músculo al votante, en un estado donde el PAN jamás ha gobernado.
Habría sido más práctico programar eso para mediados de campaña. Las imágenes que muestran a CABEZA con rostro compungido frente a un auditorio austero y afligido, contrastan con el trepidante ímpetu que observó el arranque del priísta BALTAZAR HINOJOSA.

ANTES COMO AHORA
Caben los paralelismos. El despegue de CABEZA recuerda en buena medida aquel deslucido mitin con que empezó sus tareas proselitistas la candidata del PAN a la presidencia JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA en 2012.
Imágenes que todavía perduran en la memoria ciudadana. La mitad de los asientos vacíos y la gente saliéndose en largas filas mientras JOSEFINA ofrecía su discurso.
Después se diría que el Estadio Azul (antes llamado “Ciudad de los Deportes”) por ubicarse en una hondonada, se había convertido en un baño de vapor colectivo, dada la combinación entre la humedad de los días previos y el sol quemante de ese domingo.
Se añadía la impuntualidad de la entonces candidata. Citaron a la gente a las diez, llegó a la una. Para colmo, las despensas y otros estímulos para los acarreados se entregaron antes del evento y por eso la gente huyó.
Ineptitud logística que reiteradamente demostró JOSEFINA en 2012 y parece estar repitiendo CABEZA DE VACA en 2016.
A la inversa, el arranque de BALTAZAR HINOJOSA recuerda en buena medida al enérgico inicio de ENRIQUE PEÑA NIETO en aquel 2012.
Coincide en ambos la eficacia de una estrategia calculada y cuidada hasta el último detalle. Sagacidad operativa que buscó, desde un primer momento, demostrar fortaleza, vigor, contundencia.
Dicen que quien pega primero pega dos veces.
Sin duda, BALTAZAR ya lo hizo.