Cd.
Victoria.- Abordé ayer las precarias condiciones del
encuentro televisivo entre candidatos, montado a toda prisa, sobrepoblado de ponentes,
rígido en su protocolo.
Importa el aspecto formal y atañe a los
candidatos, equipos atrás de cámaras, consultores, imaginólogos, expertos en training
y couching.
Aceptando que todo político es, por
esencia, un comunicador, la pregunta es por qué los ponentes observan fallas
palpables en las diversas capacidades relacionadas con la materia.
Por momentos hablan entrecortado, miran de
soslayo a la cámara, su expresión no verbal (gestos, ademanes) no corresponde a
lo que están diciendo.
Tampoco llenan los mínimos en vocalización,
entonación, dicción, se tropiezan con las palabras, administran mal aire y
volumen (los agotan a media alocución), se comen las consonantes, desperdician
tiempo y terminan antes del lapso asignado.
La palabra que resume todo es inexperiencia
y atañe (por igual) a partidos, aspirantes y a la sociedad misma.
ARRANQUE
DIFICIL
Los equívocos empiezan desde las
presentaciones, cuando el conductor FRUCTUOSO SÁENZ extiende su brazo para
nombrar al perredista JORGE VALDÉZ.
Pero (sorpresa) no aparece en pantalla VALDEZ,
sino la sonrisa del petista ARMANDO VERA (el que habla como gritón de la
Lotería Nacional).
Peor aún, SÁENZ presenta al señor VERA y
aparece, rubicunda, la estampa de GUSTAVO. Y mientras anuncia a HECTOR GARZA,
asoma el predicador ABDÍES.
Quienes conocen a CHAVIRA dicen que el
hombre es bastante más relajado y casual cuando no habla poseído por el
espíritu del Bronco, especie de maldición.
El problema es que en todas y cada una de
sus alocuciones honró puntual a su ángel tutelar (del meritito Galeana) JAIME
RODRÍGUEZ.
De ahí los arrebatos de cantante grupero, esos
ribetes campiranos que se piensan efectivos nomás porque miran feo a la cámara
y le suben dos rayitas al volumen.
Pasa con JORGE VALDEZ, el del PRD, cuyos
desbordes emocionales oscurecían un mensaje que por momentos mostró capacidad
analítica. Su ofuscación lo pierde.
Poco que decir de ABDÍES PINEDA y HECTOR
GARZA. Fueron los más pacíficos, los menos conflictivos, pero también los más
planos.
CALIDAD
VARIABLE
Y, bueno, quienes conocen al priísta BALTAZAR
HINOJOSA saben que su expresión verbal es bastante más intensa, firme y eficaz que
el desempeño observado este sábado en pantalla.
Fue el más propositivo, aunque, por
momentos, demasiado parco en su exposición, distante. Mostró la casta cuando respondió
a los insultos de PACO CABEZA y eso cuenta, pero no lo suficiente.
Sobre el señor CABEZA cabe preguntar que
suerte de lobotomía le asestaron sus consejeros para transformar ese discurso informal
(callejero, pero fresco) que antes le conocimos en una voz agazapada, mortecina,
sombría.
Murmullo acaso útil para alguna negociación
en corto, pero impropio cuando se habla ante un auditorio masivo.
Para colmo llegó enfundado en riguroso
luto, ausente el azul que los miembros de su partido suelen lucir en la
corbata, al menos.
En cuanto a GUSTAVO, caray, es el único que
sabe llenar la pantalla, quizás porque la disfruta a plenitud. Reflectores y tarimas
son lo suyo, se mueve como pez en el agua, es su medio natural.
Se habría llevado la noche si no fuera por
esa ausencia fatal de propuestas que lo caracteriza. No parece tener proyecto,
solamente una colección de frases estentóreas.
Tampoco nos dice cómo quiere gobernar quizás
porque no tiene el propósito de ganar, solo de participar. Es (con mucho) el mejor
vendedor de los ocho pero no trae producto.
Desperdicio de carisma, habrían bastado dos
o tres líneas de orden propositivo para sobresalir, darle sustancia a su
participación, primacía acaso. No pudo o no quiso.
El contenido, mañana.