Cd.
Victoria.- Para cualquier partido constituye una
valiosa lección la experiencia electoral de este domingo en Venezuela, donde ocurrió
lo que hasta hace poco parecía imposible: el voto masivo en favor de la
oposición conservadora.
Todavía en años recientes, hasta la etapa
final del fallecido comandante HUGO CHAVEZ, las marchas y plantones de la
derecha venezolana se caracterizaban por mostrar más ruido que gente.
Su perfil básico, tanto de los seguidores
de HENRIQUE CAPRILES como de LEOPOLDO LÓPEZ, era de clase alta, media alta y
estratos sociales cercanos (sus empleados) que compensaban la falta de quórum
con aparatosos desplazamientos vehiculares, banderolas y altavoces. Eso que los
panistas mexicanos llaman “gallos”.
Pero el cáncer acabó con HUGO CHÁVEZ, de
manera oficial un 5 de marzo de 2013 y ello vulneró la base social de ese
gobierno.
Su relevo NICOLÁS MADURO mostró desde los
primeros meses un perfil muy por debajo de las expectativas, frivolidad, rapacidad,
incultura y una falta de imaginación política que pronto lo llevó a medidas de
rudeza innecesaria.
Transición que coincide (para mal) con la
caída del precio internacional del petróleo, principal fuente de ingresos de
ese país, provocando serias dificultades económicas.
Ese ciclo perverso del que solía hablar el
mexicano JOSÉ LOPEZ PORTILLO por experiencia directa: devaluación, inflación,
fuga de capitales, mayor devaluación.
Amen de una escalada de violencia delictiva
que hoy tiene a Venezuela en el primer lugar a escala continental en índices de
criminalidad, asesinato y robo con violencia.
FUGAS
Y MERMAS
El escenario político empezó a ser
preocupante durante las jornadas de protesta del verano de 2013, cuando las
imágenes captadas por helicópteros y drones de prensa mostraban marchas
gigantescas llenando calles y bocacalles, fenómeno insólito entre las tradicionales
fuerzas de derecha.
Por entonces subí algunos comentarios en
redes sociales (Twitter, sobre todo) señalando que tales multitudes no podrían
ser de CAPRILES ni de LOPEZ sino que eran contingentes chavistas, millares de
ellos afectados por el deplorable manejo de la crisis observado en MADURO y su necio
autoritarismo.
En los tres años que han pasado desde la
muerte de CHÁVEZ, un sector importante de sus seguidores empezó a reclamarle a NICOLÁS
su ineptitud para combatir los males mayores que flagelan a las clases medias: inseguridad,
carestía, desabasto, inflación, desempleo.
A lo que se habrían de agregar
señalamientos de nepotismo y corrupción que apuntan directamente a la familia
de MADURO y de su esposa, la llamada “primera combatiente” CILIA FLORES.
APOYO
CIRCUNSCRITO
Todo ello es importante para entender el
voto mayoritario contra el partido del gobierno (Socialista Unificado de
Venezuela, PSUV) que ahora se expresó con crudeza.
Se diría que esas dos quintas partes aún
fieles a la oferta gubernamental representan el voto más firme y duro del PSUV.
Quienes apuntalan lealmente a dicha fuerza electoral, en las buenas y en las malas.
En contraste, hubo otro sector popular que
este domingo hizo grande a la bancada opositora otorgándole tres quintos del
congreso. Aquellos simpatizantes de CHAVEZ que se fueron deslindando al paso de
los años.
La característica de este segundo voto es
que podríamos llamarlo “prestado”, pues el sufragante no regala su confianza
del todo.
Tampoco se entrega de manera incondicional sino
que otorga y supedita el apoyo a los buenos resultados que espera de ese
gobierno.
Son las multitudes chavistas que este
domingo le voltearon la cara al PSUV. Era un voto prestado, razonado,
reflexivo, que MADURO no supo valorar ni escuchar hasta que le gritó en las
urnas.