Cd.
Victoria.- Salvo que alguien haya platicado en la
más privada de las confianzas con ENRIQUE PEÑA NIETO, recibido noticia fresca y
de viva voz sobre la identidad del candidato tricolor a la gubernatura de
Tamaulipas (salvo ello, insisto) cualquier afirmación al respecto es meramente
subjetiva.
Subjetividad, en efecto, manifestación de
un deseo, simpatía, preferencia por alguna de las opciones que hoy afloran dentro
del PRI.
Perspectiva, incluso, de cierta utilidad
material, expectativa de beneficio, cargo público (nueva chamba o refrendo de
la misma) oportunidad laboral, prebenda, contrato de obra o servicio. Necesidad
apremiante de cariño presupuestal.
Paradoja, la predicción en torno a la
identidad del aspirante puede carecer de sustento objetivo aunque el interés de
fondo sea muy concreto, constante y sonante.
Comprensible, en cuanto a su propósito
final (el beneficio propio) aunque dudosa en su pretensión de entronizarse como
verdad absoluta.
TEORÍA
Y PRETEXTO
Curioso es que se desarrolle además alguna
suerte de ejercicio epistemológico, marco teórico, argumentación adyacente, a
menudo como pilar de afirmaciones temerarias. El bueno es fulano (o zutana) por
tales y cuáles razones de orden político, sociológico, histórico o todo junto.
Ello, cuando de sobra sabemos que el
proceso en marcha difícilmente podría ser descrito en términos de competencia real.
Tampoco es hándicap, aunque la palabreja a
veces se cuele en nuestro léxico. No son carreras, ni certamen de conocimiento,
habilidades específicas o carisma.
Una compleja red de variables puede afectar
el resultado. Tres (acaso cuatro) opiniones están siendo desde ahora
consultadas, aunque jamás debemos olvidar que la decisión final depende de una
sola. De aquí la gratuidad que a estas alturas exhibe buena parte de la fiebre
especulativa.
Binomio, terna o cuaternario, en cualquiera
de los casos el margen de error es tan amplio como incuantificable la voluntad
individual que fija el desenlace.
La posterior etapa constitucional será otra
cosa, claro. A medida en que se rige por la contabilidad de sufragios
(papeletas cruzadas, votos) admite un mejor acomodo de la función predictiva.
Ahí donde interviene el número, hay lugar
también para la construcción de escenarios. Resulta entonces factible (aconsejable)
el cálculo probabilístico y para ello están las encuestas. Las verdaderas, por
supuesto, nunca las propagandísticas.
Aunque esto ocurre (repito) hasta la
constitucional, cuando los cargos de gobernador, alcalde y diputado son puestos
a merced de la voluntad ciudadana.
OPCIÓN
LÚDICA
En el proceso previo, la información es
jabonosa. Difícil hallar certidumbre, a menos que se otorgue el rango de
ciencias exactas a prácticas como la telepatía, adivinación, precognición y especies
afines.
De ser así, comentaristas y expertos en prospectiva
política deberán incluir la parapsicología en su tira de materias. En la lista
de asignaturas básicas.
Mientras esto no ocurra deberemos seguir
confiando en los cinco sentidos y en nuestra capacidad de razonar a partir de
la información que nos llegue de los mismos.
Tiene mucho de pensamiento mágico el creer
que las cosas suceden cuando con reincidencia se nombran. Aún la palabra, en
tanto verbo creador, tiene sus límites. No por fuerza de repetir que tal o cuál
es el “mero macizo” esto deba acontecer.
A menos que haya la intención de divertirse
en el intento, sin criterio alguno de realidad. Entonces la perspectiva cambia
sustantivamente.
Si el sentido final de todo esto consiste
en ensayar malabarismos y jugar con esquemas de ficción por el puro y simple goce
estético, adelante pues con la imaginación festiva.