Cd. Victoria, Tam.- Los números del PREP indican que el PAN lleva delantera en seis de las ocho diputaciones tamaulipecas y el PRI en las dos restantes.
La cúpula regional del partido tricolor que encabeza LUCINO CERVANTES informó haber solicitado ante la autoridad electoral el escrutinio y cómputo de los sufragios en tres distritos: Matamoros, Reynosa y Río Bravo.
No habrá, pues, resultados definitivos hasta que los partidos agoten sus medios de revisión y, en su caso, de impugnación.
La sorpresa general por el sesgo que adoptó el voto regional se funda en su carácter atípico.
No refleja ni lejanamente la capacidad organizativa o el arrastre del partido albiazul, que en Tamaulipas son muy bajos.
Y aunque hoy se hable de éxito, necesario es preguntar qué clase de éxito, de quien y para qué.
Durante la primera mitad de este año, el electorado tamaulipeco, que es también televidente, radioescucha y lector de periódicos, fue blanco de un bombardeo mediático intensivo, perseverante, sistemático, concentrado en defenestrar a personajes del PRI.
Imposible abordar aquí el dilema de la culpabilidad o inocencia de los mismos porque ninguno ha sido acusado formalmente ni mucho menos detenido, consignado, sujeto a juicio o dictaminado. Aunque parezca increíble, nada de esto ha ocurrido.
Me parece más relevante referirme a ese coctel calderonista que combina el uso electorero de la justicia con el linchamiento deliberado en los medios, aplicado obsesivamente en todo el país.
Y añado un detalle que no me cansaré de señalar, porque me resulta harto significativo, contundente:
Una vez conseguido (1) el daño moral, (2) el impacto negativo en la imagen de partidos, (3) el menoscabo en la fama pública de personas específicas y (4) una vez logrado el efecto electoral, ocurre algo muy revelador.
Por arte de magia, el seguimiento de los casos amengua, la presunta culpabilidad se evapora y decrece el afán persecutorio en los medios.
Desde luego, no es casualidad y de ello abundan ejemplos como el perredista GREG SANCHEZ en Quintana Roo, los priístas ARTURO ZAMORA en Jalisco y JORGE HANK en Baja California.
Aspirantes los tres a mandatarios estatales, ninguno llegó a gobernar.
Todos fueron acusados en su momento y hoy están libres.
O el caso de los 12 alcaldes michoacanos (del PRD y el PRI, la mayoría), arrestados y transportados a la capital del país en 2009.
Sin excepción, en poco tiempo quedaron libres, aunque su odisea quedó en la memoria política del país pues de aquí deriva el nombre de “michoacanazo” como ejemplo excelso del uso partidista de la justicia en el gobierno de FELIPE CALDERÓN.
En el caso de Tamaulipas, la embestida mediática fue ampliamente orquestada por multiplicidad de canales: prensa, radio, televisión e Internet, habilitados en calidad de trompeteros y heraldos, mientras la PGR surcaba el horizonte local.
Amen de mensajes apócrifos de correo electrónico, el manejo doloso de las redes sociales y notas filtradas sin fuente a portales electrónicos.
Carece entonces de sustento el decir que Tamaulipas se pintó de azul con estas seis curules logradas, en un Palacio de San Lázaro donde el PAN (1) ha retrocedido a tercera fuerza parlamentaria, amen de (2) quedar tercero en la urna presidencial, (3) bajar a segunda fuerza en el senado y (4) perder seis de las siete gubernaturas en juego.
En términos políticos, al gobernador EGIDIO TORRE CANTÚ le toca hoy pagar facturas de situaciones ajenas, entre ellas, la campaña negra cuyos resultados describo arriba.
A lo que habría que añadir las traiciones de aspirantes que no llegaron y de grupos políticos que se sintieron desplazados.
Sin embargo, en términos de gobernabilidad, tanto el ejecutivo estatal como la abrumadora mayoría de las municipalidades y el propio congreso local están en manos del partido tricolor, por mandato expreso de la urna en los comicios del 2010.
Sin olvidar, desde luego, que a partir de diciembre próximo el Presidente de la Republica será ENRIQUE PEÑA NIETO.