Cd. Victoria, Tam.- Los descalabros electorales no llegan solos. A menudo vienen acompañados por dos palabrejas que agravan o atenúan el infortunio sufrido en las urnas por partidos y candidatos.
El caso que hoy me ocupa, el de las elecciones generales en México, me parece idóneo, ya que permite encontrarle un aspecto divertido a los resultados que nos obsequió el PREP entre la medianoche del domingo y la primera mitad del lunes.
Hay muchas maneras de perder, dependiendo de los agravantes o atenuantes y acaso ello nos ayude a entender la situación que hoy priva en el Partido Acción Nacional (PAN) cuyo dirigente formal es GUSTAVO MADERO, aunque su comandante en jefe sea el señor FELIPE CALDERÓN.
Dos palabrejas, en efecto:
(1) EN CALIDAD DE ATENUANTE. El primer término es un “pero”, conjunción adversativa que liga a dos significados opuestos, algo común en las democracias desarrolladas.
Por ejemplo, cuando alguien pierde una lucha presidencial, “pero”…
(a) Avanzó en su cosecha personal de votos, (b) conservó algún dominio en las cámaras, (c) consolidó cierta posición de liderazgo, (d) incrementó su presencia territorial o bien (e) alcanzó metas de unidad partidista que serán de gran valor en posteriores cotejos electorales.
Todos estos logros positivos mitigan sin duda el costo de una derrota y permiten un ánimo constructivo hacia las tareas venideras.
Por ello es atenuante. Ocurre en el bipartidismo estadounidense donde la voluntad de establecer contrapesos otorga y quita potestades a candidatos y partidos para no concentrar en una sola canasta el mandato popular, demócrata o republicano.
Ejemplo: gana OBAMA, “pero”… los conservadores se atrincheran en territorios del profundo sur o constituyen enroques sólidos en alguna de las cámaras.
Por ello insisto que ese “pero” oportuno y reiterado tiene una doble acción (como dicen en la farmacopea) de analgésico y cicatrizante, pues amengua el dolor, dando lugar a la esperanza.
(2) EN CALIDAD DE AGRAVANTE. En este caso estaríamos tratando con un adverbio que suma elementos de carácter reiterativo pues subraya una situación de por sí adversa, trágica o desfavorable.
La palabra clave aquí es “además”, que aplicada al análisis electoral, añade aristas sin duda exasperantes que empeoran la circunstancia y agudizan los dilemas de quienes tengan por responsabilidad elaborar el recuento y control de daños.
El mejor ejemplo que hoy se me ocurre (razón que inspira, por supuesto, estas líneas) es el colosal fracaso del PAN el domingo próximo pasado.
Efectivamente, la economista JOSEFINA VAZQUEZ MOTA fue apabullada en las urnas de manera por demás vergonzante, en su craso intento por conquistar la primera magistratura de la nación.
Sin embargo, la crisis de su organización partidista alcanza tales proporciones que conlleva agravantes donde la palabra “además” embona con naturalidad.
La señora VAZQUEZ MOTA perdió la elección y “además”…
(a) El PAN desciende a tercera fuerza política en la urna presidencial, (b) será tercera fuerza en la cámara baja, (c) desciende a segunda fuerza en la cámara alta, (d) pierde seis de siete gubernaturas (e) amengua su cosecha de ayuntamientos y diputaciones locales en toda la República y “además”… (f) se ubica en la más dramática orfandad de liderazgos capaces de emprender un rescate pronto, ante la inefectividad de JOSEFINA, el hundimiento de CALDERÓN y la traición de VICENTE FOX.
En ocasiones así, la sabiduría popular advierte que las desgracias no llegan solas y toma nota puntual cuando los actores de un drama resultan “cornados y apaleados” pues “les llueve sobre mojado”.
Son los agravantes, pues, cuando el “además” (esa insistente condición trágica) persigue a las víctimas del tropiezo electoral con tenacidad lapidaria.
En palabras de GUSTAVO MADERO se trataría de una “derrota mayúscula” donde el PAN “ha fallado a los ciudadanos” porque “no cumplió con sus expectativas” de campaña y de gobierno.
Derrota con agravantes, en efecto.