Cd. Victoria.- Sigue fresco en
la memoria el arrollador triunfo panista del 2016 en Tamaulipas. Se llevaron
todo y fueron noticia nacional. Mayoría legislativa, alcaldías, gubernatura.
Igual de impactante fue su narrativa de campaña. Luchar contra la corrupción que veían encarnada en el abanderado del PRI BALTAZAR HINOJOSA.
Por ello el consabido discurso de acabar con siete décadas de imposición y sus referencias directas a TOMÁS YARRINGTON y EUGENIO HERNÁNDEZ.
Fue un abigarrado guión temático el de CABEZA DE VACA en aquella campaña. Con la misma tónica encaró a BALTAZAR en los debates televisivos, acusándolo de fungir como un “carga-maletas” de YARRINGTON, para enseguida añadir en voz baja (pero lo suficientemente audible) que eran maletas “llenas de dólares.”
Los panistas hoy en día recuerdan con orgullo dicha victoria, asociándola de manera inevitable a la narrativa antipriísta. El demonio a vencer era su enemigo histórico, el partido tricolor, el mismo al que derrotó VICENTE FOX en 2000.
De aquí el notable parecido entre los planteamientos de CABEZA en 2016 y los de FOX en 2000. Ideales y propósitos como inaugurar una nueva etapa democrática y dar paso a la alternancia, sacar al PRI de Palacio y terminar con más de siete décadas de partido único.
Argumentos, todos, difíciles de olvidar. Están sin duda impresos en el recuerdo de aquellos días y siguen muy presentes hoy que las huestes blanquiazules se preparan para una nueva batalla electoral.
Muy claras también las metas. Mantener su predominio dentro del Congreso local y conquistar el máximo de curules federales. Todo ello como un primer paso para ir nuevamente tras la gubernatura y las 43 alcaldías en 2022.
ENEMIGO COMÚN
Aunque no todo es coser y cantar. Resulta que en 2018 se apoderó del horizonte mexicano un adversario más radical que el PRI, más frontal y agresivo, como es MORENA, el partido del presidente LÓPEZ OBRADOR.
Y este es otro triunfo memorable, tan apabullante como el de CABEZA DE VACA en 2016. Efectivamente, en 2018, ANDRÉS MANUEL barrió a sus opositores, con una ventaja espectacular sobre el panista RICARDO ANAYA y el abanderado del PRI JOSÉ ANTONIO MEADE.
La historia posterior es bien conocida. La debilidad, el estado de postración en que quedaron PAN y PRI en el plano nacional tras el ascenso del obradorismo los llevó a un acercamiento paulatino en sus posiciones.
Aproximación gradual, pero efectiva. Albiazules y tricolores primeramente coincidieron en sus divergencias hacia el proyecto de MORENA. Pero luego fueron empatando sus diagnósticos y finalmente se plantearon un probable entendimiento electoral.
Algo nunca antes visto. El PRI y el PAN empujando juntos en alianza parcial contra la izquierda gobernante. De paso jalaron al PRD, lo que queda (muy poco) del Sol Azteca, bajo el nombre y emblema común de “Va por México”, hoy en marcha.
Lo destacado en esta rara conjunción de fuerzas es que (1) por estar operada con una óptica nacional y (2) firmada por sus dirigentes máximos, MARKO CORTÉS del PAN, ALEJANDRO MORENO, Alito, del PRI y JESÚS, Chucho, ZAMBRANO del PRD, (3) parece haber perdido de vista aquellas entidades como Tamaulipas, donde están muy frescas todavía las heridas de recientes batallas entre priístas y panistas.
Y, mire usted, si en la presidencial de RICARDO ANAYA (2018) resultó un tanto difícil hacer que PAN y PRD empujaran en la misma dirección, cuestión de imaginar las dificultades que presentará esta nueva combinación donde ahora participa el PRI.
EL PRIAN QUE VIENE
Hay agravios de las elecciones previas (muy comprensibles, por cierto) que dificultan la maniobra. ¿Están listos para ir del brazo y por la calle los señores LUIS, Cachorro, CANTÚ GALVÁN y EDGAR MELHEM SALINAS?
Es pregunta. ¿Podrían convivir en un mismo acto proselitista (y acaso montar en el mismo caballo) el doctor XICOTÉNCATL GONZÁLEZ URESTI y el contador OSCAR ALMARAZ SMER?
Pobre caballo. Lo cierto es que la sola posibilidad de ubicar codo con codo a quienes en tiempo muy cercano combatieron en trincheras opuestas será uno de los desafíos mayores del primer panista de Tamaulipas, FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA.
Comenté aquí en días previos lo difícil que ha sido para la vieja guardia albiazul de Nuevo Laredo admitir en sus filas a la exdirigente estatal del tricolor YAHLEEL ABDALÁ.
Por más que quisieran disimularlo, se dejan sentir las patadas abajo de la mesa, esos saludos que parecen mordiscos, aspavientos, gestos soterrados, murmullos biliosos atrás de la cortina.
Y algo que ninguno de los partidos firmantes debe perder de vista. Si no operan con la suficiente eficacia la respectiva operación cicatriz, MORENA tiene, desde ahora, las puertas abiertas a toda suerte de inconformidades.
Lo que se caiga de la mesa, chico, mediano o grande, ellos lo van a levantar. Ya se encuentran al acecho, no debemos olvidar que el partido obradorista tiene una experiencia formidable en ese aspecto.
Transitó de la inexistencia (2013) a ser gobierno nacional (2018) en tan solo cinco años. Y lo consiguió como el viejo juego de PACKMAN, devorando lo que se le atraviese. Engullendo sistemáticamente cuadros y operadores de las más diversas instituciones partidistas.
Al PRD le vampirizó prácticamente todo su capital humano, lo dejó en puros pellejos.
Del PAN se llevó nada menos que dos presidentes nacionales, GERMÁN MARTÍNEZ y MANUEL ESPINO. La incorporación de figuras priístas ha sido también una constante, empezando por el propio LÓPEZ OBRADOR.
La batalla del presente 2021 se librará, pues, entre dos mixturas por demás heterogéneas, armadas con pedacería de entidades distintas, órganos de cuerpos diferentes, embonados con más prisa que eficacia.
Pero ocurre que las pegazones entre piezas tan disímbolas no acaban de soldar. Se les ven las cicatrices como al viejo FRANKESTEIN. Afloran las costuras.
Dado el revoltijo ideológico que desde ahora priva en ambos frentes, la labor del cronista no será de consignar propuestas. Lo que habremos de narrar es un duelo de habilidades, entre dos modelos para armar.
BUZÓN: lopezarriaga21@gmail.com
WEB: http://lopezarriagamx.blogspot.com
Igual de impactante fue su narrativa de campaña. Luchar contra la corrupción que veían encarnada en el abanderado del PRI BALTAZAR HINOJOSA.
Por ello el consabido discurso de acabar con siete décadas de imposición y sus referencias directas a TOMÁS YARRINGTON y EUGENIO HERNÁNDEZ.
Fue un abigarrado guión temático el de CABEZA DE VACA en aquella campaña. Con la misma tónica encaró a BALTAZAR en los debates televisivos, acusándolo de fungir como un “carga-maletas” de YARRINGTON, para enseguida añadir en voz baja (pero lo suficientemente audible) que eran maletas “llenas de dólares.”
Los panistas hoy en día recuerdan con orgullo dicha victoria, asociándola de manera inevitable a la narrativa antipriísta. El demonio a vencer era su enemigo histórico, el partido tricolor, el mismo al que derrotó VICENTE FOX en 2000.
De aquí el notable parecido entre los planteamientos de CABEZA en 2016 y los de FOX en 2000. Ideales y propósitos como inaugurar una nueva etapa democrática y dar paso a la alternancia, sacar al PRI de Palacio y terminar con más de siete décadas de partido único.
Argumentos, todos, difíciles de olvidar. Están sin duda impresos en el recuerdo de aquellos días y siguen muy presentes hoy que las huestes blanquiazules se preparan para una nueva batalla electoral.
Muy claras también las metas. Mantener su predominio dentro del Congreso local y conquistar el máximo de curules federales. Todo ello como un primer paso para ir nuevamente tras la gubernatura y las 43 alcaldías en 2022.
Aunque no todo es coser y cantar. Resulta que en 2018 se apoderó del horizonte mexicano un adversario más radical que el PRI, más frontal y agresivo, como es MORENA, el partido del presidente LÓPEZ OBRADOR.
Y este es otro triunfo memorable, tan apabullante como el de CABEZA DE VACA en 2016. Efectivamente, en 2018, ANDRÉS MANUEL barrió a sus opositores, con una ventaja espectacular sobre el panista RICARDO ANAYA y el abanderado del PRI JOSÉ ANTONIO MEADE.
La historia posterior es bien conocida. La debilidad, el estado de postración en que quedaron PAN y PRI en el plano nacional tras el ascenso del obradorismo los llevó a un acercamiento paulatino en sus posiciones.
Aproximación gradual, pero efectiva. Albiazules y tricolores primeramente coincidieron en sus divergencias hacia el proyecto de MORENA. Pero luego fueron empatando sus diagnósticos y finalmente se plantearon un probable entendimiento electoral.
Algo nunca antes visto. El PRI y el PAN empujando juntos en alianza parcial contra la izquierda gobernante. De paso jalaron al PRD, lo que queda (muy poco) del Sol Azteca, bajo el nombre y emblema común de “Va por México”, hoy en marcha.
Lo destacado en esta rara conjunción de fuerzas es que (1) por estar operada con una óptica nacional y (2) firmada por sus dirigentes máximos, MARKO CORTÉS del PAN, ALEJANDRO MORENO, Alito, del PRI y JESÚS, Chucho, ZAMBRANO del PRD, (3) parece haber perdido de vista aquellas entidades como Tamaulipas, donde están muy frescas todavía las heridas de recientes batallas entre priístas y panistas.
Y, mire usted, si en la presidencial de RICARDO ANAYA (2018) resultó un tanto difícil hacer que PAN y PRD empujaran en la misma dirección, cuestión de imaginar las dificultades que presentará esta nueva combinación donde ahora participa el PRI.
Hay agravios de las elecciones previas (muy comprensibles, por cierto) que dificultan la maniobra. ¿Están listos para ir del brazo y por la calle los señores LUIS, Cachorro, CANTÚ GALVÁN y EDGAR MELHEM SALINAS?
Es pregunta. ¿Podrían convivir en un mismo acto proselitista (y acaso montar en el mismo caballo) el doctor XICOTÉNCATL GONZÁLEZ URESTI y el contador OSCAR ALMARAZ SMER?
Pobre caballo. Lo cierto es que la sola posibilidad de ubicar codo con codo a quienes en tiempo muy cercano combatieron en trincheras opuestas será uno de los desafíos mayores del primer panista de Tamaulipas, FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA.
Comenté aquí en días previos lo difícil que ha sido para la vieja guardia albiazul de Nuevo Laredo admitir en sus filas a la exdirigente estatal del tricolor YAHLEEL ABDALÁ.
Por más que quisieran disimularlo, se dejan sentir las patadas abajo de la mesa, esos saludos que parecen mordiscos, aspavientos, gestos soterrados, murmullos biliosos atrás de la cortina.
Y algo que ninguno de los partidos firmantes debe perder de vista. Si no operan con la suficiente eficacia la respectiva operación cicatriz, MORENA tiene, desde ahora, las puertas abiertas a toda suerte de inconformidades.
Lo que se caiga de la mesa, chico, mediano o grande, ellos lo van a levantar. Ya se encuentran al acecho, no debemos olvidar que el partido obradorista tiene una experiencia formidable en ese aspecto.
Transitó de la inexistencia (2013) a ser gobierno nacional (2018) en tan solo cinco años. Y lo consiguió como el viejo juego de PACKMAN, devorando lo que se le atraviese. Engullendo sistemáticamente cuadros y operadores de las más diversas instituciones partidistas.
Al PRD le vampirizó prácticamente todo su capital humano, lo dejó en puros pellejos.
Del PAN se llevó nada menos que dos presidentes nacionales, GERMÁN MARTÍNEZ y MANUEL ESPINO. La incorporación de figuras priístas ha sido también una constante, empezando por el propio LÓPEZ OBRADOR.
La batalla del presente 2021 se librará, pues, entre dos mixturas por demás heterogéneas, armadas con pedacería de entidades distintas, órganos de cuerpos diferentes, embonados con más prisa que eficacia.
Pero ocurre que las pegazones entre piezas tan disímbolas no acaban de soldar. Se les ven las cicatrices como al viejo FRANKESTEIN. Afloran las costuras.
Dado el revoltijo ideológico que desde ahora priva en ambos frentes, la labor del cronista no será de consignar propuestas. Lo que habremos de narrar es un duelo de habilidades, entre dos modelos para armar.
WEB: http://lopezarriagamx.blogspot.com