Cd.
Victoria, Tam. ¿Quién manda en la SEP,
quién manda en México?... La polémica en torno a la reforma educativa agudiza
hoy las contradicciones entre un grupo gobernante que aún no termina de irse y
el equipo relevista que todavía no acaba de aterrizar.
Hasta ahorita habían salvado la contradicción
de enfoques, incluso cuando los dos gabinetes estuvieron frente a frente en Palacio
Nacional, durante aquella conferencia conjunta donde daban inicio formal al proceso
de entrega y recepción, el 20 de agosto.
En un marco de respeto, ENRIQUE PEÑA
NIETO se sostuvo en la idea de mantener vigente el actual modelo educativo
hasta el último día de su gobierno, el 30 de noviembre próximo.
Y, en paralelo, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ
OBRADOR ratificó su voluntad de echar abajo la reforma, una vez que asuma el
poder, el primero de diciembre, pero dejando en claro que respetaría las
decisiones y acciones adoptadas durante el mandato de PEÑA.
Hasta aquí, todo iba muy bien, en el
plano declarativo. Luego de aquel encuentro entre equipos de trabajo, ambos
mandatarios, saliente y entrante, resultaron bien librados.
Los medios insistieron en su canto a la
transición de terciopelo. Respiró tranquilo el mercado bursátil, el dólar se
mantuvo quieto. Sonrisas, buenas maneras, atenciones de ida y vuelta,
institucionalidad y paz republicana. Caricaturas y memes tomaron nota de ello.
Paz en la diversidad que exigía, por
cierto, un manejo prudente de las discrepancias. Dejarlas en el nivel meramente
propositivo, sin abordarlas de manera explícita.
Todo ello, en el entendido de que habrá
tiempo de sobra para marcar deslindes, lo mismo en cámaras que en oficinas
gubernamentales, a partir de diciembre y en los años venideros.
¿ABAJO
LA EVALUACIÓN?
La situación comenzaría a cambiar, a
complicarse, cuando los batallones legislativos del obradorismo empiezan a
sentir que corre por sus venas la vitamina del poder. Sensación eléctrica,
ciertamente.
A partir del primero de septiembre, con la
renovación de las cámaras, las bancadas de MORENA y sus aliados saben que pisan
fuerte, son fuerza dominante y pueden tomar decisiones, se envalentonan y
empiezan a mirar con recelo a los miembros de PRI y el PAN.
Entre los mismos seguidores de AMLO se
registran reyertas, GERARDO FERNÁNDEZ NOROÑA contra MARTÍ BATRES y PORFIRIO MUÑOZ
LEDO; YEIDCKOL POLEVNSKY versus CUAUHTEMOC BLANCO, más las que se acumulen.
Y, por supuesto, los maestros. Demasiada
prisa por cobrar la factura, antes aún de que AMLO y su secretario designado
ESTEBAN MOCTEZUMA BARRAGÁN tengan autoridad real para marcar, al menos, la
pauta.
Los grupos más ansiosos le apuestan al
madruguete. Son mayoría, dicen, y se aprestan a talar las ramas a la reforma
educativa, sin esperar a que el nuevo gobierno tenga facultades para impulsar
un modelo alternativo.
Este martes 11 de septiembre, la
asamblea de San Lázaro logró un punto de acuerdo donde exhorta a “suspender de
manera inmediata e indefinida los procesos de evaluación para el ingreso,
promoción, reconocimiento y permanencia, así como cualquier procedimiento
sancionatorio”.
El mensaje va dirigido a la Secretaría
de Educación Pública, la Coordinación Nacional del Servicio Profesional
Docente, el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa y las autoridades del
ramo en todas las entidades federativas.
Desde luego, no es (ni puede ser) una
orden. El ejecutivo es otro poder y no están los diputados para decirle como haga
las cosas, en tareas y programas que están bajo su dominio.
Y menos todavía a los gobernadores y sus
respectivas dependencias educativas. Por ello los legisladores emplean la
palabra “exhorto”, a manera de petición, invitación, llamado respetuoso.
El punto central de toda su
argumentación son los castigos. La SEP de PEÑA NIETO, ha dictaminado sanciones
laborales y suspensiones para los docentes que no aprueban dicha evaluación. En
números redondos hablan ya de 500 casos.
RESPONDE
LA SEP
Con fecha 12 de septiembre, el portal
del gobierno federal hizo público su comunicado 255 donde la Secretaría de
Educación Pública reconfirma su voluntad de aplicar las evaluaciones
programadas (“conforme al calendario establecido”) en lo que resta de la administración.
Y se remite para ello a los criterios
publicados en el Diario Oficial de la Federación por el referido Instituto
Nacional para la Evaluación Educativa el 7 de mayo pasado, con atención a los docentes
de Educación Básica y Media Superior.
Punto por punto, el comunicado oficial
reitera las disposiciones previamente calendarizadas en dicho proceso, el
articulado y sus incisos. Y lanza una advertencia clara:
“En caso de incumplimiento por parte de
las autoridades educativas señaladas en el párrafo anterior, podrán hacerse
acreedores a las responsabilidades administrativas correspondientes.”
En efecto, la dualidad de poderes marca
derroteros distintos. Una cosa son las voces que este martes celebraban desde
San Lázaro con videos felices a través de las redes sociales y algo muy diferente
el discurso autoritario de la SEP todavía peñista.
Desfase inocultable que, además,
confronta a dos titulares del ramo, el saliente OTTO GRANADOS ROLDÁN y el
entrante ESTEBAN MOCTEZUMA.
Por todo ello, si hubiera que contestar
las dos preguntas planteadas al inicio de este comentario (quién manda en la
SEP y en México) la respuesta estricta es que GRANADOS y su jefe PEÑA NIETO.
Si ellos así lo deciden, la evaluación
irá adelante en los dos meses y medio que restan a dicho gobierno, incluyendo exámenes
y acciones punitivas.
Pero es artillería inútil. Resistencia
improductiva que solo le abona tensión al tránsito sexenal y hace las cosas más
difíciles, especialmente a quienes ya se van. Los pone en la mira de
posteriores ajustes de cuentas.
Por precoz que haya sido, la voz de las
cámaras ya se manifestó y (atrabancada o no) representa un adelanto de las
directrices que AMLO asumirá en cuanto llegue a la presidencia.
El sentido común aconsejaría aceptar lo
inevitable. Si ANDRÉS MANUEL y su aplanadora morenista han decidido cancelar la
reforma educativa, más valdría no contrapuntearse por ello.