miércoles, 5 de septiembre de 2018

¿La gira del adiós?


Cd. Victoria, Tam. Toreros, cantantes y deportistas se despiden, los políticos no son la excepción. A querer o no, muchos de ellos representan la encarnación de una imagen elaborada bajo criterios de alto impacto y su respectiva fecha de caducidad.
Estampa grabada a fuego sobre el telar de la memoria colectiva, por la voluntad metódica, implacable, de planificadores que entienden el posicionamiento en términos de obediencia, ya ni siquiera de persuasión.
Maquinaria clientelar con deidades pasajeras, de cartón y lentejuela, elaboradas en moldes definidos, sobre un espacio territorial concreto, donde se replican en medios hasta formar parte del paisaje.
Acaso por ello se hace necesario un procedimiento inverso al consumarse los tiempos. El ineludible desmantelamiento por etapas, cuando llega la hora de retirar rostros, descontinuar nombres, desmontar íconos de la opinión pública.
Cuando las cansadas luminarias se encaminan por el túnel de salida para convertirse en (buena o mala) historia patria, recuerdo añoso, evocación irónica o rencorosa.
Reclamo por lo que hizo, por lo que no hizo, por aquellos logros donde no solo comprometió palabra, sino también eslogan propagandístico (“te lo firmo y te lo cumplo”) involucrando en ello la fe notarial.
Ciertamente, la agenda 2018 de ENRIQUE PEÑA NIETO está por concluir, como bien nos recuerda JAVIER SOLÓRZANO en su “Quebradero” de este martes (tajante el título, tres palabras: “Esto se acabó”).
Algo así como el bíblico “consummatum est” (dos palabras) de la Vulgata Latina. Sin olvidar que la mexicana alegría tiene también sus expresiones, igual de terminantes.
Coloquiales o escatológicas, “ya valió gorro” (tres palabras), “hasta aquí llegó” (tres), “se chingó el asunto” (cuatro) y también el muy americano “game over” (dos). O como dijera el maestro HECTOR LECHUGA: “hasta luego mi sombrero” (cuatro).
Frases amargas o felices, descendientes acaso del viejo “colorín colorado” con que REGINO HERNÁNDEZ LLERGO remató su entrevista al Centauro del Norte en Canutillo.

AÑORANZA PROGRAMADA
Es ya un lugar común el tono de nostalgia que acoge a quienes se despiden. Dígalo si no, esas puntuales lágrimas que dejaron correr, una a una, las hijas y esposa del (todavía) primer mandatario, en ocasión de su mensaje político número seis, en Palacio Nacional.
Y si esto no fuera sollozo calculado, que alguien me explique qué alternativas hay para esos momentos, cuando la voz pública y sus reflectores rinden tributo a la intimidad familiar. Asuntos del año sexto, nada nuevos.
Hay un cierto reflejo condicionado en ello, hasta ahora inevitable. Mecanismo aderezado (por supuesto) con el mariachi y sus “Golondrinas”, cuyos primeros sones son casi pavlovianos en su conexión automática con el escalofrío, el corazón contrito y el consecuente llanto.
Lo veremos repetirse de aquí a diciembre en cada etapa de esta despedida itinerante que emprende ahora ENRIQUE PEÑA NIETO por los cuatro puntos cardinales de la República.
Por boca del propio gobernador FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA sabemos de planes para que PEÑA NIETO visite Reynosa este jueves 6 de septiembre, donde inaugurará un libramiento, ocasión propicia para ventilar, dijo el informante, “algunos pendientillos que deja en el Estado”.
La prensa que lo acompaña regularmente en el avión, tendrá oportunidad de preguntar por tales rubros que localmente identificamos en la lista de pendientes.

PUNTOS SUSPENSIVOS
Y, mire usted, no solamente es CABEZA DE VACA. La sensación que impera en todo el ámbito republicano, entre costas y fronteras, es que (a todos) nos quedó a deber. Demasiados compromisos se quedaron en el aire, con o sin notario público.
Promesas de candidato que jamás aterrizaron o se concretaron a medias, pese al estentóreo grito notarial, el de firmar y cumplir, al que los boletines de la época acompañaban con caros signos de admiración.
Por citar un ejemplo, en materia de inseguridad, EPN se comprometió a concentrar sus esfuerzos en combatir los delitos “que más lastiman a la población”. Y fue muy específico al señalarlos: extorsión, secuestro, robo con violencia, homicidio doloso.
En todos estos casos, la estadística no solamente creció. Se extendió a la geografía central del país, donde antes la incidencia era baja. El mal avanzó del norte y las costas hacia el altiplano.
Los medios nacionales compiten hoy en la ingrata tarea de comparar los compromisos explícitos signados por el entonces candidato del PRI a la Presidencia con los resultados del hoy saliente mandatario.
Habría más de cien promesas pendientes, obras que no se construyeron o bien se empezaron, sin fecha de terminación todavía.
Entre tantas, una terminal portuaria en Vallarta, la vía férrea entre Aguascalientes y Guadalajara y el tren interurbano de México a Toluca.
O algunos casos que rayan en el patetismo, como es la construcción de un Centro de Convenciones en Veracruz, cuyo presupuesto de 10 millones se asignó, en tiempo y forma.
Aunque luego el gobierno de JAVIER DUARTE lo desapareció. Siendo un gasto etiquetado, jamás se ejerció, el citado Centro quedó en promesa y nadie supo dónde quedó el dinero.
El generoso mapa de las promesas incumplidas es, por cierto, más amplio y rico en anecdotario de lo que pudiéramos imaginar.