lunes, 24 de septiembre de 2018

Mil máscaras del cambio


Cd. Victoria, Tam. Segundo informe, primer bienio cumplido, tercio inicial de la administración que trajo a Tamaulipas la alternancia. En una semana más, el próximo lunes primero de octubre, el gobernador CABEZA DE VACA inicia su año número tres.
Ciertamente, la inversión y el desarrollo rara vez se detienen. Antes y ahora, las agendas gubernamentales están diseñadas para ofrecer la sensación de trabajo, de autoridades imbuidas en el movimiento continuo (keep on truckin´) en la esfera inmediata y el día con día.
Con diferentes nombres y variantes (ligeras o sustantivas) las administraciones poseen en todas las áreas inercias propias que, al cabo de cada ejercicio anual, aportan contenidos y dan materia a los informes.
La inversión nacional y extranjera, los metros de pavimento en carreteras y caminos rurales, el gasto en seguridad pública, el índice de reclutamiento de nuevos policías, los programas de bienestar, los dineros que se emplean en el fortalecimiento del tejido social.
Todo está diseñado para nutrir de datos el encuentro de cada año con el poder legislativo que firma de recibido el informe y la sociedad civil que, a través de redes y medios, se entera de sus recuentos, rubro por rubro.
Se diría que es un guión preestablecido, de eficacia promedio (pero suficiente), donde abrevan los gobiernos de cualquier partido, antes y después de la alternancia, incluyendo (ya lo estamos viendo) los de MORENA.
Fraseología de impacto, difícil de refutar, el contraste con el pasado inmediato o con todas las etapas previas que el auditorio recuerde.
Estadísticas que superan en un año lo que otros se hicieron en un sexenio, sin importar si se habla de escuelas remodeladas, vivienda social entregada, libramientos, puentes, obras de irrigación.

RECETARIOS
Difícil encontrar el precedente más antiguo a la frase “inversión sin precedente”. Se viene escuchando como caballito de batalla, al menos desde BALBOA, RAVIZÉ y CÁRDENAS.
Recordando a LAMPEDUSA, todo es como nunca, porque todo es como siempre, incluyendo los avances récord, las metas que (de nueva cuenta) se alcanzan por primera vez.
Esos logros que en otro tiempo se observaron en la mediocre acumulación aritmética y hoy se verifican en progresión trigonométrica, digna (dicen) de la mejor ovación.
En el pasado crecían y ahora se escalan. Aunque todo indica que el vértigo de hoy alguna vez será considerado aritmético cuando la pujanza del mañana reclame su derecho a presumirse trigonométrica.
Ajustes semánticos que innovan, pero reiteran. Trompetas que replantean sin dejar de reincidir, todo ello sobre la base de cartabones que, a fuerza de ser exitosos, se tornan calca del discurso contrario.
Lugares comunes mueren y resucitan de populistas a neoliberales (y viceversa), del antiguo al nuevo régimen y (¿quién lo duda?) encontrarán un lugar estelar en la apologética de la Cuarta Transformación, el obradorismo, la nueva república amorosa.
Ciertamente, hay cartabones y figuras retóricas que los mercadotecnistas del poder venden como nuevas en distintas épocas, diferentes colores partidistas, de un estado a otro, de una campaña a otra, de Palacio Nacional al municipio más lejano.
Interesante desafío para los memoriosos encontrar quien dijo primero aquello de “un gobierno cercano a la gente” (¿CS, EZ, VF, FC, EP?, ¿MC, TY, EH, ET?)
El caso es que (siendo, muy apenas, una frase feliz) se sigue implementando con la fe de un pronunciamiento ideológico de dimensiones históricas.
El ingeniero EUGENIO se autodefinió al llegar como el gobernador del empleo (2004), un par de años antes de que el abogado CALDERÓN (2006) dijese lo mismo, pero a escala presidencial.
A finales del siglo pasado hubo quien descubrió en los informes de los neoliberales SALINAS y ZEDILLO plagios brutales de documentos emitidos por los populistas ECHEVERRÍA y LÓPEZ PORTILLO.

RECURRENCIAS
Eso, para no mencionar la palabra “cambio”, acaso el lugar común más socorrido (sólido, imbatible) en el vocabulario de izquierdas y derechas, liberales y conservadores.
Respondan los estudiosos por qué la palabra “cambio” tiene ese atractivo tan irresistible que está prácticamente en todas las estrategias electorales, con MEADE, ANAYA y AMLO, con ALMARAZ y con XICO.
Sin olvidar a los ocho candidatos que contendieron por la gubernatura en 2016, BALTAZAR HINOJOSA, FRANCISCO CABEZA DE VACA, GUSTAVO CÁRDENAS, JORGE VALDEZ, HECTOR GARZA, ABDÍES PINEDA, ARMANDO VERA y PANCHO CHAVIRA.
Aunque este último acabaría cambiando sus ímpetus de cambio (“changing the change”) por un abundante plato (¡olla acaso!) de lentejas.
Mire usted, ya en los años setentas, LUIS ECHEVERRÍA ponía en éxtasis a sus panegiristas cuando hacía suyo el pronunciamiento de LEÓN TROTSKY sobre la “revolución permanente”.
Aunque luego supimos que así entendía don LUIS la eternización del PRI en el poder. Y algo de ello se logró, pues el tricolor seguiría gobernando durante cuatro sexenios más, hasta el 2 mil.
Sin olvidar que, en el presente 2018, el propio ECHEVERRÍA sigue vivito y coleando, luego de cumplir, el 17 de enero pasado, sus primeros 96 años.
Y, bueno, con la misma contundencia con que, un día de 1655, LUIS XIV dijo ser la encarnación del estado francés (“L'État, c'est moi”) tres siglos y medio después (2009) el señor OBAMA enriquecería el fatal desplante con un contundente: “el cambio soy yo” (“I Am the change”).
Coincidencia habemus, entre el rey BORBÓN y el presidente demócrata pudiera haber menos diferencias de lo que se piensa, si recordamos aquella consideración científica del griego HERÁCLITO (540 AC) de que “lo único constante es el cambio”.
De ser así, si el estado natural de las cosas se define por el movimiento permanente, los dichos del rey sol y el mandatario afroamericano son prácticamente sinónimos.
La noticia es que, tras la caída de la monarquía francesa, un estallido revolucionario reclamó para sí la autoría legítima del cambio, para fundar la primera república y acabar con el derecho divino de los reyes. Llegaron, por cierto, cercenando cuellos.
Y, mire usted, tampoco el buen BARACK pudo sustraerse al cambio (aunque dijera personificarlo), cuando llegó al relevo un sujeto extremadamente reaccionario, DONALD TRUMP, que decía personalizar lo mismo (“the change!”), con frases como “Get going, move forward, aim high!”
En efecto, “ponerse en marcha, avanzar, apuntar alto”. Lo paradójico es que ahora la opinión pública norteamericana quiera hacer lo mismo para reemplazar al propio TRUMP.