Cd.
Victoria, Tam. Segundo informe, primer
bienio cumplido, tercio inicial de la administración que trajo a Tamaulipas la
alternancia. En una semana más, el próximo lunes primero de octubre, el
gobernador CABEZA DE VACA inicia su año número tres.
Ciertamente, la inversión y el desarrollo
rara vez se detienen. Antes y ahora, las agendas gubernamentales están diseñadas
para ofrecer la sensación de trabajo, de autoridades imbuidas en el movimiento continuo
(keep on truckin´) en la esfera inmediata y el día con día.
Con diferentes nombres y variantes
(ligeras o sustantivas) las administraciones poseen en todas las áreas inercias
propias que, al cabo de cada ejercicio anual, aportan contenidos y dan materia
a los informes.
La inversión nacional y extranjera, los
metros de pavimento en carreteras y caminos rurales, el gasto en seguridad
pública, el índice de reclutamiento de nuevos policías, los programas de bienestar,
los dineros que se emplean en el fortalecimiento del tejido social.
Todo está diseñado para nutrir de datos
el encuentro de cada año con el poder legislativo que firma de recibido el
informe y la sociedad civil que, a través de redes y medios, se entera de sus
recuentos, rubro por rubro.
Se diría que es un guión preestablecido,
de eficacia promedio (pero suficiente), donde abrevan los gobiernos de
cualquier partido, antes y después de la alternancia, incluyendo (ya lo estamos
viendo) los de MORENA.
Fraseología de impacto, difícil de refutar,
el contraste con el pasado inmediato o con todas las etapas previas que el
auditorio recuerde.
Estadísticas que superan en un año lo
que otros se hicieron en un sexenio, sin importar si se habla de escuelas
remodeladas, vivienda social entregada, libramientos, puentes, obras de
irrigación.
RECETARIOS
Difícil encontrar el precedente más
antiguo a la frase “inversión sin precedente”. Se viene escuchando como
caballito de batalla, al menos desde BALBOA, RAVIZÉ y CÁRDENAS.
Recordando a LAMPEDUSA, todo es como
nunca, porque todo es como siempre, incluyendo los avances récord, las metas
que (de nueva cuenta) se alcanzan por primera vez.
Esos logros que en otro tiempo se
observaron en la mediocre acumulación aritmética y hoy se verifican en progresión
trigonométrica, digna (dicen) de la mejor ovación.
En el pasado crecían y ahora se escalan.
Aunque todo indica que el vértigo de hoy alguna vez será considerado aritmético
cuando la pujanza del mañana reclame su derecho a presumirse trigonométrica.
Ajustes semánticos que innovan, pero
reiteran. Trompetas que replantean sin dejar de reincidir, todo ello sobre la
base de cartabones que, a fuerza de ser exitosos, se tornan calca del discurso
contrario.
Lugares comunes mueren y resucitan de
populistas a neoliberales (y viceversa), del antiguo al nuevo régimen y (¿quién
lo duda?) encontrarán un lugar estelar en la apologética de la Cuarta
Transformación, el obradorismo, la nueva república amorosa.
Ciertamente, hay cartabones y figuras
retóricas que los mercadotecnistas del poder venden como nuevas en distintas épocas,
diferentes colores partidistas, de un estado a otro, de una campaña a otra, de Palacio
Nacional al municipio más lejano.
Interesante desafío para los memoriosos encontrar
quien dijo primero aquello de “un gobierno cercano a la gente” (¿CS, EZ, VF, FC,
EP?, ¿MC, TY, EH, ET?)
El caso es que (siendo, muy apenas, una
frase feliz) se sigue implementando con la fe de un pronunciamiento ideológico
de dimensiones históricas.
El ingeniero EUGENIO se autodefinió al
llegar como el gobernador del empleo (2004), un par de años antes de que el
abogado CALDERÓN (2006) dijese lo mismo, pero a escala presidencial.
A finales del siglo pasado hubo quien
descubrió en los informes de los neoliberales SALINAS y ZEDILLO plagios
brutales de documentos emitidos por los populistas ECHEVERRÍA y LÓPEZ PORTILLO.
RECURRENCIAS
Eso, para no mencionar la palabra “cambio”,
acaso el lugar común más socorrido (sólido, imbatible) en el vocabulario de
izquierdas y derechas, liberales y conservadores.
Respondan los estudiosos por qué la
palabra “cambio” tiene ese atractivo tan irresistible que está prácticamente en
todas las estrategias electorales, con MEADE, ANAYA y AMLO, con ALMARAZ y con
XICO.
Sin olvidar a los ocho candidatos que
contendieron por la gubernatura en 2016, BALTAZAR HINOJOSA, FRANCISCO CABEZA DE
VACA, GUSTAVO CÁRDENAS, JORGE VALDEZ, HECTOR GARZA, ABDÍES PINEDA, ARMANDO VERA
y PANCHO CHAVIRA.
Aunque este último acabaría cambiando
sus ímpetus de cambio (“changing the change”) por un abundante plato (¡olla
acaso!) de lentejas.
Mire usted, ya en los años setentas, LUIS
ECHEVERRÍA ponía en éxtasis a sus panegiristas cuando hacía suyo el
pronunciamiento de LEÓN TROTSKY sobre la “revolución permanente”.
Aunque luego supimos que así entendía don
LUIS la eternización del PRI en el poder. Y algo de ello se logró, pues el
tricolor seguiría gobernando durante cuatro sexenios más, hasta el 2 mil.
Sin olvidar que, en el presente 2018, el
propio ECHEVERRÍA sigue vivito y coleando, luego de cumplir, el 17 de enero
pasado, sus primeros 96 años.
Y, bueno, con la misma contundencia con
que, un día de 1655, LUIS XIV dijo ser la encarnación del estado francés (“L'État,
c'est moi”) tres siglos y medio después (2009) el señor OBAMA enriquecería el
fatal desplante con un contundente: “el cambio soy yo” (“I Am the change”).
Coincidencia habemus, entre el rey BORBÓN
y el presidente demócrata pudiera haber menos diferencias de lo que se piensa,
si recordamos aquella consideración científica del griego HERÁCLITO (540 AC) de
que “lo único constante es el cambio”.
De ser así, si el estado natural de las
cosas se define por el movimiento permanente, los dichos del rey sol y el
mandatario afroamericano son prácticamente sinónimos.
La noticia es que, tras la caída de la
monarquía francesa, un estallido revolucionario reclamó para sí la autoría legítima
del cambio, para fundar la primera república y acabar con el derecho divino de
los reyes. Llegaron, por cierto, cercenando cuellos.
Y, mire usted, tampoco el buen BARACK
pudo sustraerse al cambio (aunque dijera personificarlo), cuando llegó al
relevo un sujeto extremadamente reaccionario, DONALD TRUMP, que decía
personalizar lo mismo (“the change!”), con frases como “Get going, move forward,
aim high!”
En efecto, “ponerse en marcha, avanzar,
apuntar alto”. Lo paradójico es que ahora la opinión pública norteamericana
quiera hacer lo mismo para reemplazar al propio TRUMP.