viernes, 31 de agosto de 2018

Sobreoferta de bisagras


Cd. Victoria, Tam. Cualquiera diría que usaron engrudo del más corriente para ensamblar la alianza de PAN, PRD y MC tras el proyecto común de RICARDO ANAYA.
Huérfanos todos en la derrota, hoy cada cuál juega para su santo. Se fueron primero DANTE y su MC a principios de agosto, con la oferta aquella de apoyar con todo a LÓPEZ OBRADOR, curules y escaños.
Hoy sabemos que el amor del PRD fue también pasajero, golondrino, temporalero. La bancada azteca habrá de operar por su cuenta y esto significa la muerte oficial de la alianza “Por México al Frente”.
Se queda solo el PAN como único opositor importante y con fuerza visible en ambas cámaras, cuyo capital político hoy se expresa en dos cifras fundamentales.
El partido albiazul empieza septiembre con 81 de 500 diputados y 24 de 128 senadores, luego de una elección federal donde su candidato presidencial, RICARDO ANAYA, obtuvo el 22% de la votación.
Segundo lugar, en efecto, pero 31 puntos porcentuales abajo del puntero, AMLO, quien selló su triunfo con 53%, en números redondos.
De ese tamaño es la desproporción emanada de las urnas entre la aplanadora de MORENA y los débiles contrapesos que tendrá en el poder legislativo bicameral.
Fuera del PAN, el resto de los membretes tiene un carácter simbólico y son tantos que hasta el (antes estratégico) papel de “partido bisagra” parece haberse devaluado, diluido.
Él hecho mismo de que haya demasiados satélites coqueteando con MORENA y ofertando sus apoyos para que logre la mayoría constitucional, le resta importancia a la función de “complemento chico pero providencial”.
Cualquiera puede serlo, oiga usted. Esa cantidad de votos que el obradorismo necesitará para amarrar los cambios a la Carta Magna, igual se los puede dar el PRD, que el denominado “sector nacionalista” del PRI y, sin lugar a dudas, el PVEM.

EL NUEVO VERDE
Los ecologistas, en efecto, que, de aquel verde claro cercano al priísmo, lucen ahora un verde más subido, ligado a MORENA. Lo cuál incluye al todavía gobernador de Chiapas, flamante senador y nuevo hombre fuerte de su fracción y su partido, MANUEL VELASCO COELLO.
El cuál vive hoy una actualización de imagen. Algo parece haber cambiado aquel muchachito ojiverde de la Universidad Anáhuac, que llegó soltero y con 32 años de edad a la gubernatura de Chiapas en 2012.
Ese mandatario de perfil endeble, inseguro, que en 2015 casaría con la cantante ANAHÍ PUENTE, al que redes y caricaturistas estigmatizarían como marioneta de Televisa y de ENRIQUE PEÑA NIETO.
A ver como lo tratan los medios nacionales ahora que MANUEL ha resultado amigo cercano de LÓPEZ OBRADOR, tras una elección por la gubernatura chiapaneca donde dejó morir solo al candidato del PVEM, FERNANDO CASTELLANOS, contribuyendo así al triunfo de RUTILIO ESCANDÓN, abanderado de MORENA.
Valioso favor a un movimiento obradorista que (como hemos repetido aquí) controla con amplitud el centro neurálgico de la República, pero luce hambriento de territorios estatales. Necesario es insistir, solo tiene cinco gubernaturas y de aquí deriva su inocultable hambruna de territorios.
Y, mire usted, VELASCO COELLO parece destinado a desplazar de dicho partido al inefable “Niño Verde” JORGE EMILIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ, quien ha controlado dicha franquicia desde que se retiró su padre (fundador del PVEM en 1986) JORGE GONZÁLEZ TORRES.

TODO UN CASO
Las historias paralelas se conocen de sobra. Como, por ejemplo, que JORGE EMILIO debe su segundo nombre a su abuelo, el exgobernador de Tamaulipas EMILIO MARTÍNEZ MANAUTOU, siendo también sobrino del empresario farmacéutico VÍCTOR GONZÁLEZ TORRES, el “doctor SIMI”.
Fiel a su costumbre, JORGE EMILIO llegó por “pluri” a la entrante LXIV Legislatura federal y (haciendo honor a su fama de faltista) no juramentó, no asistió, no fue a la ceremonia inaugural del nuevo Congreso, en San Lázaro, el miércoles pasado.
Esto responde a la inquietud que ayer y antier externaban en redes no pocos internautas cuando preguntaban por qué rindieron protesta 499 diputados, en lugar de 500. Bueno, el ausente fue el “Niño Verde”.
Se diría que el ambiente competitivo de la “Cuarta Transformación” le viene mal a este personaje forjado en la cultura del privilegio.
Coleccionista perseverante de cargos de representación proporcional, donde no es necesario ganar elección alguna, solo estar en la lista.
Conducta que observa, mire usted, desde su primera chamba (asambleísta del extinto Distrito Federal, 1994-1997), incluyendo su primera diputación federal (1997-2000) y su primer escaño senatorial (2000-2006). Todas han sido “carreras de caballito”, sin despeinarse ni pegarle, jamás, al bate.
Excepción única, su segundo escaño senatorial (2012-2018) cuando ganó asociado al PRI, en una elección donde competían (por la misma fórmula, PRI-PVEM) el propio ENRIQUE PEÑA NIETO para presidente y el citado MANUEL VELASCO por la gubernatura.
Fue en ese 2012 cuando JORGE EMILIO supo (conoció, experimentó) lo que es llegar a una cámara por voto directo. Aunque fue en esos días cuando el ambiente se le enrareció tras caer preso por manejar alcoholizado, (febrero de 2013) en la cárcel capitalina del “Torito”.
Por razones nunca suficientemente explicadas, en 2015 pediría licencia al cargo, dejando el sillón a su suplente JORGE ARÉCHIGA.
Ciertamente, el personaje está de regreso en la Cámara Baja, aunque el entorno político es muy distinto. Hay otro México.