Cd.
Victoria, Tam. Cualquiera diría que
usaron engrudo del más corriente para ensamblar la alianza de PAN, PRD y MC
tras el proyecto común de RICARDO ANAYA.
Huérfanos todos en la derrota, hoy cada
cuál juega para su santo. Se fueron primero DANTE y su MC a principios de
agosto, con la oferta aquella de apoyar con todo a LÓPEZ OBRADOR, curules y
escaños.
Hoy sabemos que el amor del PRD fue
también pasajero, golondrino, temporalero. La bancada azteca habrá de operar
por su cuenta y esto significa la muerte oficial de la alianza “Por México al
Frente”.
Se queda solo el PAN como único opositor
importante y con fuerza visible en ambas cámaras, cuyo capital político hoy se expresa
en dos cifras fundamentales.
El partido albiazul empieza septiembre
con 81 de 500 diputados y 24 de 128 senadores, luego de una elección federal donde
su candidato presidencial, RICARDO ANAYA, obtuvo el 22% de la votación.
Segundo lugar, en efecto, pero 31 puntos
porcentuales abajo del puntero, AMLO, quien selló su triunfo con 53%, en números
redondos.
De ese tamaño es la desproporción
emanada de las urnas entre la aplanadora de MORENA y los débiles contrapesos
que tendrá en el poder legislativo bicameral.
Fuera del PAN, el resto de los membretes
tiene un carácter simbólico y son tantos que hasta el (antes estratégico) papel
de “partido bisagra” parece haberse devaluado, diluido.
Él hecho mismo de que haya demasiados
satélites coqueteando con MORENA y ofertando sus apoyos para que logre la
mayoría constitucional, le resta importancia a la función de “complemento chico
pero providencial”.
Cualquiera puede serlo, oiga usted. Esa cantidad
de votos que el obradorismo necesitará para amarrar los cambios a la Carta
Magna, igual se los puede dar el PRD, que el denominado “sector nacionalista”
del PRI y, sin lugar a dudas, el PVEM.
EL
NUEVO VERDE
Los ecologistas, en efecto, que, de
aquel verde claro cercano al priísmo, lucen ahora un verde más subido, ligado a
MORENA. Lo cuál incluye al todavía gobernador de Chiapas, flamante senador y nuevo
hombre fuerte de su fracción y su partido, MANUEL VELASCO COELLO.
El cuál vive hoy una actualización de
imagen. Algo parece haber cambiado aquel muchachito ojiverde de la Universidad Anáhuac,
que llegó soltero y con 32 años de edad a la gubernatura de Chiapas en 2012.
Ese mandatario de perfil endeble, inseguro,
que en 2015 casaría con la cantante ANAHÍ PUENTE, al que redes y caricaturistas
estigmatizarían como marioneta de Televisa y de ENRIQUE PEÑA NIETO.
A ver como lo tratan los medios
nacionales ahora que MANUEL ha resultado amigo cercano de LÓPEZ OBRADOR, tras
una elección por la gubernatura chiapaneca donde dejó morir solo al candidato del
PVEM, FERNANDO CASTELLANOS, contribuyendo así al triunfo de RUTILIO ESCANDÓN,
abanderado de MORENA.
Valioso favor a un movimiento
obradorista que (como hemos repetido aquí) controla con amplitud el centro
neurálgico de la República, pero luce hambriento de territorios estatales. Necesario
es insistir, solo tiene cinco gubernaturas y de aquí deriva su inocultable
hambruna de territorios.
Y, mire usted, VELASCO COELLO parece
destinado a desplazar de dicho partido al inefable “Niño Verde” JORGE EMILIO
GONZÁLEZ MARTÍNEZ, quien ha controlado dicha franquicia desde que se retiró su
padre (fundador del PVEM en 1986) JORGE GONZÁLEZ TORRES.
TODO
UN CASO
Las historias paralelas se conocen de
sobra. Como, por ejemplo, que JORGE EMILIO debe su segundo nombre a su abuelo,
el exgobernador de Tamaulipas EMILIO MARTÍNEZ MANAUTOU, siendo también sobrino
del empresario farmacéutico VÍCTOR GONZÁLEZ TORRES, el “doctor SIMI”.
Fiel a su costumbre, JORGE EMILIO llegó
por “pluri” a la entrante LXIV Legislatura federal y (haciendo honor a su fama
de faltista) no juramentó, no asistió, no fue a la ceremonia inaugural del
nuevo Congreso, en San Lázaro, el miércoles pasado.
Esto responde a la inquietud que ayer y
antier externaban en redes no pocos internautas cuando preguntaban por qué
rindieron protesta 499 diputados, en lugar de 500. Bueno, el ausente fue el “Niño
Verde”.
Se diría que el ambiente competitivo de
la “Cuarta Transformación” le viene mal a este personaje forjado en la cultura
del privilegio.
Coleccionista perseverante de cargos de
representación proporcional, donde no es necesario ganar elección alguna, solo
estar en la lista.
Conducta que observa, mire usted, desde su
primera chamba (asambleísta del extinto Distrito Federal, 1994-1997), incluyendo
su primera diputación federal (1997-2000) y su primer escaño senatorial (2000-2006).
Todas han sido “carreras de caballito”, sin despeinarse ni pegarle, jamás, al bate.
Excepción única, su segundo escaño
senatorial (2012-2018) cuando ganó asociado al PRI, en una elección donde competían
(por la misma fórmula, PRI-PVEM) el propio ENRIQUE PEÑA NIETO para presidente y
el citado MANUEL VELASCO por la gubernatura.
Fue en ese 2012 cuando JORGE EMILIO supo
(conoció, experimentó) lo que es llegar a una cámara por voto directo. Aunque fue
en esos días cuando el ambiente se le enrareció tras caer preso por manejar
alcoholizado, (febrero de 2013) en la cárcel capitalina del “Torito”.
Por razones nunca suficientemente
explicadas, en 2015 pediría licencia al cargo, dejando el sillón a su suplente
JORGE ARÉCHIGA.
Ciertamente, el personaje está de
regreso en la Cámara Baja, aunque el entorno político es muy distinto. Hay otro
México.