Cd. Victoria, Tam. La transición
postelectoral entre partidos perdedores es y será noticia en los días y meses
venideros. Destaca, sin duda, lo que ocurra con la primera fuerza opositora, el
PAN.
Será
en la institución albiazul donde se libre la batalla más intensa y
aleccionadora, por el reclamo de cambio y la exigencia de renovación que sacude
a bases y estructuras regionales, amén del papel que habrán de jugar sus
gobernadores.
¿Quién
tiene el control ahora?... Cabría al respecto un paralelismo entre el
comportamiento del PRI durante las administraciones de FOX y CALDERÓN.
En
el primer sexenio (2000-2006), el CEN tricolor quedó en manos de la burocracia
partidista y por ello su dirigente máximo, ROBERTO MADRAZO, brincó cómodamente a
la candidatura presidencial de 2006.
En
el segundo (2006-2012) el PRI pasó a manos de sus gobernadores. Los mandatarios
estatales se impusieron sobre el Comité Ejecutivo Nacional y les brincaron
encima a los liderazgos legislativos. Por ello, el candidato presidencial en
2012 fue un gobernador, ENRIQUE PEÑA NIETO.
Con
el PAN parece estar pasando lo mismo. El próximo diciembre inicia su segundo
sexenio de penitencia, luego de haber sido partido en el poder entre 2001 y
2012.
Tras
el fracaso de JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA en 2012, Acción Nacional quedó como el PRI
en 2001, en manos de burócratas profesionales, aparachicks.
Es
por ello, que un joven desconocido, hábil operador de segundo nivel, logra
trepar hasta el liderazgo para repetir la jugarreta de MADRAZO. Autonombrarse
candidato.
De
manera equivalente a lo ocurrido en el partido tricolor tras la derrota de
MADRAZO, por igual ahora las jerarquías partidistas, los hombres del aparato,
están siendo desplazados por quienes verdaderamente tienen peso (y recursos)
para marcar la pauta e imponer su voluntad. Los gobernadores panistas.
MANDATARIOS A LA ALZA
El
sexenio que empieza (2018-2024) será el de los jefes regionales en el partido blanquiazul,
como lo fue en el priísmo entre 2006 y 2012.
Afloran
las semejanzas. Jefes estatales desplazando a mandos centrales, tras la derrota
vergonzante de MADRAZO (2006) y su imitador ANAYA (2018).
No
es casual que, en junio pasado, dos días antes de la elección presidencial,
siete gobernadores panistas acaudillados por el tamaulipeco CABEZA DE VACA, hayan
alzado la voz y pintado su raya ante la inminente derrota de su candidato
presidencial.
Echaron
a andar desde ese día un mecanismo de diálogo con quien ya se perfilaba como
ganador indiscutible, el actual presidente electo LÓPEZ OBRADOR. En fecha
previa, ninguno de ellos había asistido al cierre de campaña de RICARDO ANAYA.
Y,
bueno, tras la elección será necesario considerar ahora a los mandatarios
electos de Yucatán, MAURICIO VILA; Puebla, MARTHA ÉRIKA ALONSO y Guanajuato, DIEGO
SINHÚE.
Por
ello, bajo un ambiente de abierta autocrítica (“catarsis”, le llaman los
cronistas) los panistas de todo el país se reunieron este domingo para analizar
resultados, ventilar quejas (muchas) y señalar directrices con miras a su
inminente renovación.
Ambiente
duro pero muy necesario que echamos de menos hace seis años, tras el fracaso de
JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA, cuando un tibio y esquivo GUSTAVO MADERO se negó a
emprender el control de daños, declinando también el fincar responsabilidades hacia
el presidente saliente FELIPE CALDERÓN, pero, sobre todo, ante la traición cínica
y por demás culposa de VICENTE FOX.
Necesario
es recordar que hace seis años, el panismo estaba dominado por su burocracia de
partido, mientras que hoy, quienes le están tumbando la puerta a dicha cúpula
son los gobernadores.
VIDA SATELITAL
Pendiente
saber que derrotero adopte el PRD, cuya debilidad lo tiene al borde de la
inanición, aunque su destino se simplificaría si sigue el ejemplo del MC y acepta
el salvavidas de MORENA.
Lo
cual, oiga usted, es menos difícil de lo que la gente se imagina, si recordamos
la elasticidad ideológica de los CHUCHOS y también su notable habilidad para
servir de comparsas en los últimos dos sexenios y en diversas etapas, a saber:
(1)
Durante la segunda mitad del calderonismo, como socios menores del PAN en la
lucha por las gubernaturas.
(2)
En la primera mitad del gobierno peñista, como aliados del PRI y el PAN dentro
del llamado “Pacto por México” que hizo posible la aprobación de las llamadas
reformas estructurales.
(3)
Y entre 2017 y 2018, nuevamente aliado del PAN (y el MC) en la fallida
coalición “Por México al frente” que postuló a RICARDO ANAYA.
Con
la mirada fija en el presupuesto, todo indica que el Sol Azteca se acogerá al
perdón de su antiguo guía LÓPEZ OBRADOR, hoy que la aplanadora de MORENA
necesita el apoyo de los partidos satélites para alcanzar (como ya he comentado
antes) la mayoría constitucional.
Por
ello tiene mucha miga el exhorto que este sábado lanzó el polémico “señor de
las ligas”, RENÉ BEJARANO cuando aconsejó al PRD y MC que unifiquen fuerzas en
apoyo a MORENA.
Asunto
difícil, si observamos el encanto monetario de los minipartidos donde sus jefes,
precisamente, negocian como jefes ante quien tengan que negociar: municipios,
gobiernos estatales, el Ejecutivo federal y el legislativo nacional. Ventaja
que verían mermada si se unen.
Cabe
dudar entonces que las cúpulas de MC y PRD quieran acceder a una fusión
orgánica. En todo caso, resulta más fácil para ambas dirigencias conformar algún
frente legislativo que los integre como bancada y los convierta en un
interlocutor más sólido ante MORENA.