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Victoria, Tam. – Presentado el
proyecto para la remodelación de la avenida MADERO (la Alameda, el 17), sorprende
la decisión adoptada respecto a la estatua del general PEDRO JOSÉ MÉNDEZ.
Frente a los trazos audaces del nuevo diseño
ornamental, la decisión es que el monumento al mártir de Tantoyuquita permanezca
en su sitio.
Ello, pese al clamor que varias
generaciones de victorenses han manifestado en torno a su disfuncional
ubicación actual, sobre la perpendicular del 17 Carrera Torres.
En las últimas décadas han circulado
entre la opinión pública al menos cuatro o cinco propuestas. Diferentes entre
sí, todas coinciden en que la figura ya no debe estar ahí.
Por elemental sentido práctico, representa
un tapón para la vialidad de la zona. Pero también por respeto al héroe
tamaulipeco.
Igual si es triunfo de la selección nacional
o del Correcaminos, la celebración futbolera ha convertido esa glorieta en santuario
obligado del ritual festivo.
La envuelven entre vítores y porras. La
circundan a pie y en vehículos; en cualquier rato le cuelgan una prenda femenina
al espadín, botellas de cerveza decoran el cañón y la rueda de carreta. Algún
sombrero de paja, por ahí.
Durante el gobierno del ingeniero AMÉRICO
VILLARREAL se planteó la posibilidad de subir el monumento a la banqueta del centro
deportivo contiguo, ahí donde luego pusieron los brincolines.
Se acarició la idea de un hemiciclo gemelo
al de los Niños Héroes, en la perpendicular opuesta, la del 17 Rosales.
Una idea más apuntaba hacia el pasaje
peatonal entre el 16 y 17 Hidalgo, ahí donde se levantó cierta extravagancia geométrica
que el humor popular bautizó como “monumento al Webberson Club”.
Alguien más propuso que, por lógica
elemental, el general MÉNDEZ debía estar en el paseo que lleva su nombre. Parque
y estatua honrarían al mismo héroe.
Igual se ha dicho que don PEDRO JOSÉ podría
encontrar espacio propicio en la explanada frente a Palacio de Justicia.
Y también en la rotonda de reciente
creación ubicada en el cruce de la avenida Tamaulipas y el libramiento Naciones
Unidas.
Otro aspecto interesante tiene que ver
con el tamaño de su pedestal. Caso excepcional, la Columna de la Independencia ubicada
en la Plaza de los Héroes del 22 Hidalgo, en buena medida impacta, luce y gusta
gracias a su altura.
En efecto, algo ocurre en el arte monumental
de esta ciudad donde predominan los basamentos chaparros y una tosca rusticidad
que raya en el abandono.
Ejemplos de ello son los llamados
hombres ilustres en la avenida del mismo nombre, montados con lamentable pobreza
imaginativa, sobre áridos bloques de concreto, hoy sucios, erosionados.
Ello, sin el menor esfuerzo decorativo y
con una elevación precaria que los confunde entre el entorno arbolado, los camellones
polvorientos, matorrales y basura.
Se pierden de vista las figuras, amén de
haber reportes sobre daños sufridos en sus placas alusivas. La gente sigue
preguntando quienes son.
Acaso uno de los factores que permiten
admirar el Monumento a la Independencia en la capital mexicana es que su
emblemático ángel es visible bastantes cuadras antes de llegar al punto donde
concurre la Avenida Reforma con las calles de Tíber y Florencia.
Guardadas las debidas proporciones, a nuestra
querida Alameda victorense y sus trece cuadras que separan al Estadio del Paseo
Méndez, le haría falta algo así.
Una figura distintiva que sobresalga de
la fronda, otorgue personalidad a la zona y pueda ser apreciada a la distancia.
El caso es que Victoria no parece haber
superado todavía su etapa adolescente en materia estatuaria. Se le concibe como
relleno, no como propuesta estética, cívica, conmemorativa
Un trienio tras otro, a falta de
planificación, domina el antojo.