Cd.
Victoria, Tam. – Tapado el animal
para que el competidor no sepa de su peligrosidad hasta llegar al ruedo. Tapada
la apuesta para añadir suspenso al jugador que solo hasta el final sabrá por
cuál contendiente arriesgó su dinero.
Encapuchado el hombre dueño de fortunas
que se pasea ante la mirada pública como si fuera un don Nadie. Furtivo el
trepador que ambiciona un cargo de alta jerarquía y oculta sus intenciones para
evitar zancadillas.
Le llaman también perfidia, doblez,
disimulo, sigilo. Los torneos de mesa y de azar hacen acopio de ello. Ajedrez,
dominó, póker.
Este juego “lo inventó un mudo”, dicen,
para recordar al espectador y al jugador novato el valor de la secrecía,
discreción, reserva. Camina como si tuvieras las alforjas vacías, aunque las
traigas repletas.
Y ponen de ejemplo al ave palmípeda,
pato, ganso, su doble comportamiento cuando se desplaza sobre el agua. Quietud
en la superficie, vertiginoso el pedaleo submarino.
Dicho en lenguaje popular: por arriba
quietecito, que nada perturbe al espejo del agua, por debajo vuelto la madre.
El tapadismo viene de los gallos, en
efecto. La historia oficial atribuye al cacique potosino GONZALO N. SANTOS su
aplicación al presidencialismo mexicano.
Hay un gallo, pero está tapado y la murmuración
(chistes incluidos) es patrimonio de todos, pero la decisión, del presidente en
turno.
Lo cual, a finales del zedillismo se
extendería a los gobernadores priístas. Mandatario saliente pone al entrante, a
veces designado de manera directa (RODOLFO TORRE).
O bien mediante un proceso interno
simulado. Competencia con ganador previamente señalado (TOMÁS YARRINGTON,
EUGENIO HERNÁNDEZ).
La presidencial de 1999 encaja en dicho modelo.
Por primera (y acaso única) vez, el PRI definió candidato para dicho cargo en
una disputa interna. Solo que trucada.
Lucha desigual entre el zedillista
PANCHO LABASTIDA y el salinista ROBERTO MADRAZO, con dos jugadores de relleno,
el hoy senador de izquierdas MANUEL BARTLETT y un monumento a la grisura de
nombre HUMBERTO ROQUE.
Coahuilense de origen, jamás se le
conocieron mayores prendas que aquel gesto obsceno con que celebró en 1995 la
aprobación legislativa del incremento al IVA, del 10% al 15%. La llamada “roqueseñal”.
La nominación de LABASTIDA fue una
elección de Estado. Destape oculto en un tosco disfraz democrático. Sin
embargo, pese a sus vicios de origen, solo en aquel proceso de 1999 la candidatura
presidencial del PRI ha estado en algo parecido a una disputa.
Seis años después, en el otoño de 2005, con
el PAN en Los Pinos, ROBERTO MADRAZO perpetró un golpe de mano al autoproclamarse
candidato desde la dirigencia tricolor.
Montó una farsa aún más grosera que la
de 1999, con un adversario de cartón, un desconocido de nombre EVERARDO MORENO,
profesor, burócrata sin militancia, ni cargo de elección alguno.
Pasó ROBERTO de líder a candidato por la
vía del “autodedazo”. Esquema, por cierto, muy similar al que ahora pretende
RICARDO ANAYA en el PAN.
Y bueno, en noviembre de 2012 la interna
tricolor fue todavía peor. El exgobernador mexiquense ENRIQUE PEÑA NIETO se convirtió
en candidato sin competidor al frente.
Nadie se registró, ni siquiera para el
papel de bufón representado por ROQUE en 1999 o de flaca simulación, como
MORENO en 2005.
Con tales antecedentes, no queda duda de
lo que está por ocurrir en la oficina principal de Insurgentes Norte. La
llamarada, el albazo.
El destape de un gallo que, a estas
alturas, ya parece haber mostrado algunas de sus plumas por la orilla de la
capucha. Todo ello, sin la menor pincelada democrática.
Una vez difundido el anuncio, tal vez desde
su sepulcro, escuchemos exclamar a don FIDEL:
-“¡Nos adivinó el pensamiento, señor presidente!”