martes, 5 de enero de 2016

Día del periodista

Cd. Victoria.- Se llamaba MANUEL CABALLERO, era escritor, reportero, profesor de literatura, editor, emprendedor, multichambista, aventurero.
Oriundo de Tequila, Jalisco, nació y murió el mismo mes de enero, el primero y el cuatro (1849-1926) aunque la festividad periodística conmemora su deceso (ayer lunes fue 4).
Circula de él información contradictoria, no toda comprobable. Sabemos que pasó por el seminario de Guadalajara y una escuela de jurisprudencia.
Se aventó algunos palomazos en la prensa gringa (Nueva York, Chicago) donde aprendió el reportaje de alto impacto, siendo introductor del periodismo amarillista en la prensa nacional.
Si usted se asoma a los periódicos mexicanos anteriores a CABALLERO verá que sus primeras planas parecen hojitas dominicales, de tipografía pequeña, encabezados austeros, magras ilustraciones y, por lo general, gacetillas simplonas, con una redacción sosa y aburrida.
Fue artífice y partícipe de numerosos proyectos editoriales, algunos de talante literario, lo mismo en la urbe tapatía que en la capital mexicana, contando entre sus amigos al pintor GERARDO MURILLO y al novelista HERIBERTO FRÍAS.
El “Día del Periodista” que rememora la muerte de CABALLERO, es el día de la tropa reporteril, del trabajador que todo el año se jode bien y bonito para intermediar entre la verdad de los hechos y el conocimiento público, llamando a ese producto noticia.
Distinto, sin duda, al pomposamente llamado “Día de la Libertad de Expresión” que en México se creó el 7 de junio de 1951, por decreto del entonces presidente MIGUEL ALEMÁN, para apapachar a los dueños de los medios impresos, radiofónicos y (luego) televisivos. Los empresarios.
Meritoria la función en ambas puntas de la hebra, más digna de festejo se antoja la de enero, porque honra al obrero de la información, recordando el aniversario luctuoso de un colega devoto, brillante.
La de julio, oiga usted, por respetable que sea, no deja de representar una decisión vertical, creada por decreto, desde una instancia oficial.

VIENE PEÑA NIETO
A “seguir jalando” llamó el gobernador EGIDIO TORRE en su charla con los medios, refiriéndose a los nueve meses que le restan a su administración y en espera de ENRIQUE PEÑA NIETO.
Quien, por cierto, llega este martes a Reynosa para inaugurar las obras del Hospital Pumarejo local y (simbólicamente) la ampliación del Hospital Canseco de Tampico, obra tan amplia que, en buena medida, lo volvieron a hacer.
Sin olvidar el nosocomio de Madero, en construcción, del cuál ya dio un adelanto el propio EGIDIO.
Del Hospital Canseco se informa que es además un compromiso del Presidente PEÑA NIETO con la población de esa populosa zona conurbada.
Gracias a su renovación estará ahora en condiciones de ofrecer 48 servicios distintos a pacientes del sur tamaulipeco y del vecindario veracruzano y potosino.
Entre ellos 28 consultorios, 3 salas de urgencias, una unidad de cuidados intensivos, 6 quirófanos y estratégicos servicios de quimioterapia, con una inversión cercana a mil millones de pesos.
Y mire usted el gerundio ese de “jalando” me recordó aquella noche del primero de enero del 2011 cuando EGIDIO presentó a su gabinete en el patio central de Palacio, culminando con una orden lacónica y en modo imperativo, como es su costumbre: “Pónganse a jalar”, dijo, antes de encaminarse al elevador y presidir la primera reunión de trabajo de su naciente gobierno.
De esto ya pasaron cinco años. Quedan, muy apenas, los meses que tarda una gestación (nueve) que se irán como agua cuando el PRI tenga candidato y este acapare la atención de los medios.
Iluminado cuya identidad conoceremos el día 15, según reporte de cierto pitoniso jaibo citado ayer, experto en tales menesteres.