Cd.
Victoria.- A pocas horas de conocido el arresto de
JOAQUÍN GUZMÁN (viernes 8 de enero) la justicia norteamericana empezó a
trabajar en los preparativos para recibirlo. La crujía de alta seguridad.
Fue nota principal de LA JORNADA al día
siguiente (sábado 9) cuya primera plana no dejaba asomo de duda: “EU le prepara
celda”.
Apenas se habían cumplido 24 horas del
anuncio cuando ya las principales fuerzas del Congreso se pronunciaban por boca
de sus líderes en favor de una pronta deportación.
Lo dijeron el priísta CESAR CAMACHO y sus
colegas en San Lázaro, líderes empresariales, dignatarios religiosos y hasta
MIGUEL MANCERA, jefe capitalino.
En el vecino país del norte, autoridades y
panelistas televisivos hacían notar que la fanfarronada hecha por JOAQUÍN en su
encuentro con SEAN PENN tendría el valor de una aceptación abierta y elocuente
de sus actividades delictivas.
No sólo admitió, se ufanó de ser el
principal introductor de drogas a Estados Unidos. Y acaso esta sea la parte más
candente, cuando afirma:
“Suministro más heroína, metanfetamina,
cocaína y marihuana que nadie en el mundo. Tengo flotas de submarinos, aviones,
barcos y camiones.”
SUS
VERDADES
Cualquiera que haya analizado el caso puede
constatar que no se trató de una declaración forzada. Tampoco fue un ejercicio
de ficción cinematográfica, ni un juego de simulación a manera de broma o de
ocurrencia.
No parece el entrevistado encontrarse bajo
efectos de algún enervante. Diurna la entrevista, GUZMÁN detallaría con serena
tranquilidad sus actividades.
Se derrumbaban así los argumentos manejados
durante años por su defensa que lo ubicaba como un sencillo agricultor, víctima
de infundios prefabricados por la justicia.
Tal desplante de cinismo escandalizó, por
supuesto, a la DEA y aceleró su exigencia para que el reo les fuese entregado a
la brevedad posible.
El gobierno de Estados Unidos presionó, aún
a sabiendas de que el jefe delictivo contaba con un puñado de amparos contra
cualquier proceso de extradición.
Clara, contundente, la confesión del CHAPO
podría derribar esos amparos, pensaron. Habría perdido su condición de mito
para convertirse en realidad tangible, develada por él mismo.
En paralelo, los medios globales abundaban
en reconocimientos al trabajo de inteligencia que había desembocado en la
recaptura del criminal más buscado de México y uno de los más poderosos del
continente.
Llegó junto el aplauso a uniformados y
funcionarios, la estrellita para sus jefes más altos, el reposicionamiento
mismo del presidente en la esfera mundial.
El propio BARACK OBAMA externaría su felicitación
a PEÑA NIETO en conversación telefónica.
¿CONTRAGOLPE?
Al paso de los días, sin embargo, la
autoridad mexicana fue enfriando su discurso. Desde diferentes instancias empezaron
a detectarse señales de duda que los norteamericanos interpretaron como
debilidad.
Los propios medios nacionales se hicieron
eco de argumentos en la misma tesitura, como el decir que la extradición sería
más difícil de lo imaginado, que no era tan sencillo desactivar los amparos y habría
que juzgarlo primero en México antes de atender cualquier petición extranjera.
El virtual anfitrión del CHAPO GUZMÁN al
otro lado de la frontera se sintió desairado. Como novia de rancho, vestido y
alborotado.
Entonces ocurrió lo impensable, no en
México ni Estados Unidos, sino en el aeropuerto de Barajas, España.
La policía ibérica anunció el arresto del
exgobernador de Coahuila HUMBERTO MOREIRA por lavado de dinero en una
investigación que incluye narcotráfico.
Detalle revelador, aunque el episodio final
(la detención) ocurría en Madrid, obedeció a una causa cuya investigación tuvo
inicio en Estados Unidos.
Saque el lector sus conclusiones.