lunes, 17 de abril de 2023

Ovidio y sus hermanos

Cd. Victoria, Tam.- Evaluaciones a modo. ¿Lo recuerda usted?, aquel jueves 17 de octubre de 2019, cuando las fuerzas federales capturaron durante unas horas (para luego dejar libre) al joven OVIDIO GUZMÁN LÓPEZ en Culiacán, Sinaloa, muchos medios magnificaron su papel (jerarquía, importancia) en los negocios del cártel que fundó su padre JOAQUÍN GUZMÁN LOERA. Lo tildaron de “supercapo”.
Pero OVIDIO volvió a ser noticia 38 meses después, el 5 de enero de 2023, cuando fue arrestado nuevamente, ahora sí para internarlo en la cárcel del Altiplano, Estado de México, donde hoy le espera un juicio de extradición.
La opinión pública valoró el asunto de manera muy diferente. Se minimizó la estatura del personaje, se insistió en que los verdaderos cabecillas del cártel serían sus hermanos y se restó con ello valor al éxito de soldados y marinos que habían logrado prenderlo en el poblado de Jesús María, Sinaloa.
Así llegamos al pasado viernes 14 de abril cuando el departamento de justicia norteamericano publicó en su portal (https://tinyl.io/8Lmo) un comunicado donde reporta la formal acusación contra cuatro hijos del “Chapo” GUZMÁN a los que señala con el apodo genérico de “Los Chapitos”, mismos que enumera con sus respectivas edades, del mayor al menor: IVÁN (40), ALFREDO (37), JOAQUÍN (36) y OVIDIO (33).
El documento suscrito por el fiscal general MERRICK BRIAN GARLAND señala a los arriba mencionados como responsables de “la operación de tráfico de fentanilo más grande, violenta y prolífica del mundo, dirigida por el Cartel de Sinaloa e impulsada por compañías químicas y farmacéuticas precursoras chinas”.
La mortandad causada por el fentanilo es el problema de fondo que parece superar cualquier ofensiva contra las drogas practicada desde los tiempos de RICHARD NIXON a la fecha.
 
TSUNAMI JUDICIAL
Preceden a dicha postura, años de señalamientos sobre la peligrosidad de los cárteles, las ya conocidas peticiones de considerar a estos como organizaciones terroristas y los sucesivos juicios contra JOAQUÍN GUZMÁN y GENARO GARCÍA LUNA.
Fue necesario que los acontecimientos en torno al tema fueran escalando en todo este tiempo hasta llegar al pico de la ola que hoy representa la formal acusación del gobierno estadounidense contra un grupo muy preciso de líderes delictivos, sinaloenses, hermanos entre sí, señalados como “pioneros en la fabricación y el tráfico de fentanilo.”
Acusaciones que apuntan hacia las sucesivas etapas que componen la red de tráfico y hacen extensivo el señalamiento, mire usted, a “las empresas químicas en China que generan precursores”, hasta “los laboratorios ilícitos que producen el veneno, las redes y lavadores de dinero y asesinos que facilitan su distribución.”
En el mismo documento donde se informa de la denuncia, el gobierno de las barras y las estrellas reconoce que durante el último año y medio, “la DEA se infiltró proactivamente en el Cartel de Sinaloa y la red Chapitos” (sic), logando “un acceso sin precedentes a los niveles más altos de la organización”, lo cual les permitió dar seguimiento a sus ramificaciones en todo el mundo.
El fentanilo, dicen, “es un opioide sintético peligroso que es 50 veces más potente que la heroína” y “la principal causa de muerte entre los estadounidenses de 18 a 49 años.”
Ojo al dato, en esta descomunal cruzada institucional emprendida al cerrar la semana, participan en paralelo las cortes del distrito sur de Nueva York, la del distrito norte de Illinois y la del distrito de Columbia, con distintos cargos contra los hermanos GUZMÁN y un total (hasta ahora) de 28 acusados. Todo un megaproceso.
Dicha tarea de infiltración explica el afán descriptivo del comunicado, como cuando afirma que los Chapitos utilizaron en sus maniobras de trasiego “aviones de carga, aeronaves privadas, submarinos y otras embarcaciones sumergibles y semisumergibles.”
Y también, cuando añaden, “portacontenedores, embarcaciones de suministro, lanchas rápidas, embarcaciones pesqueras, autobuses, vagones de ferrocarril, remolques de tractores, automóviles y embarcaciones interestatales y comerciales”, así como transportistas extranjeros para mover drogas y precursores químicos.
 
¿INTERVENCIONISMO?
Los medios nacionales están empezando la semana digiriendo apenas este bombazo informativo que merece, sin la menor duda, una interpretación contextual, pensando en el 2024 que se avecina, donde coinciden los dos calendarios electorales.
Los mexicanos irán a las urnas para votar presidente el 2 de junio, los estadounidenses harán lo propio el 5 de noviembre de 2024.
Está en juego la reelección del propio JOE BIDEN, de aquí la necesidad urgente de mostrar músculo ante un problema como el del fentanilo que amenaza en paralelo la salud pública y la seguridad nacional.
Sería ingenuo caer en el autoengaño. Por supuesto que el tema es político, por supuesto que el asunto es electorero, aunque ello no impide señalar que la emergencia del fentanilo existe y es muy grave.
¿Hace política de nota roja el señor BIDEN?, desde luego, como en su momento lo hizo RONALD REAGAN tras el asesinato de ENRIQUE CAMARENA SALAZAR, agente de la DEA, en febrero de 1985, cuando en México gobernaba MIGUEL DE LA MADRID HURTADO.
Crimen del que se culpó al Cartel de Guadalajara, pero que golpeó directamente sobre jefes sinaloenses como RAFAEL CARO QUINTERO y ERNESTO FONSECA CARRILLO, oriundos ambos de Badiraguato.
Curiosamente, han pasado 38 años desde el caso CAMARENA y el enemigo oficial de los norteamericanos siguen siendo las bandas del Pacífico, en particular, la gente de Sinaloa.
Sacude a México el problema, acaso con una contundencia mayor que en 1985. Tendrá sin duda un efecto multiplicador pues le estará dando al vecino del norte un pretexto idóneo para intervenir en un tema que va más allá de la salud y la seguridad nacional. La sucesión presidencial.