Cd.
Victoria, Tam.- Desde aquellos tiempos fundacionales del patriarca
JORGE GONZÁLEZ TORRES y su capullo EMILIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ, el Partido Verde
Ecologista de México (PVEM) se ha tomado muy en serio su papel de membrete
periférico y pequeño.
Saben
bien de sus limitaciones y asumen que están condenados a vivir a expensas de partidos
mayores. De preferencia, aquellos que se encuentren en el poder, con los cuales
se enchufan en calidad de aliados menores.
Así los vimos muy cerca del PRI en los primeros años 90s y esto les llega por linaje. Del tricolor descienden. Fue territorio del abuelo, EMILIO MARTÍNEZ MANAUTOU, alguna vez presidenciable, dos veces secretario de gabinete y exgobernador de Tamaulipas.
En la segunda mitad de los mismos 90s, con el PRI ya de salida, la táctica del PVEM se enfoca hacia la figura en ascenso de VICENTE FOX. Le brindan su apoyo en 2000, hacen coalición con el PAN y se trepan al carro triunfador.
Pero no sería por mucho tiempo. Desde el primer día de su gestión, FOX empezó a sacudirse compromisos, cepilló a sus aliados, mal pagó a quienes le ayudaron y gobernó prácticamente para su círculo íntimo y su familia.
Es por ello que JORGE EMILIO, el Niño Verde, se empieza a deslindar del PAN en fecha temprana, a partir del 2001, trabajando un nuevo acercamiento al PRI.
Partido con el cuál harán coalición en 2006, con ROBERTO MADRAZO como candidato; en 2012 junto a ENRIQUE PEÑA NIETO y en 2018 al lado de JOSÉ ANTONIO MEADE.
Ello, aunque en paralelo, durante las mismas jornadas electorales del 2018 se registró un entendimiento muy productivo de este minipartido con MORENA, del que resulta el triunfo del obradorista RUTILIO ESCANDÓN, con el apoyo del mandatario saliente MANUEL VELAZCO COELLO, del PVEM.
En años subsiguientes han ido juntos MORENA y PVEM en candidaturas estatales. Pero, ojo al detalle, se avienen con algunas resistencias que empiezan a marcar tendencia dentro de la táctica verde, mirando hacia el cambio sexenal, que es cuando ellos actualizan su modelo de alianzas.
Por lo que concierne a las dos gubernaturas en juego este 2023, en una entidad de importancia estratégica como EDOMEX, los ecologistas se plegaron puntuales a las disposiciones de Palacio Nacional y van en alianza con PT y MORENA apoyando la candidatura de la maestra DELFINA GÓMEZ ÁLVAREZ.
En Coahuila será distinto. En esta entidad los verdes ya tienen candidatura propia y registrada en la persona de EVARISTO PÉREZ RIVERA, en sociedad con un partido regional denominado Unidad Democrática.
PAISAJE REGIONAL
Así llegamos a Tamaulipas. En nuestra entidad, por una parte resulta significativo que la figura más visible de dicho membrete, MANUEL MUÑOZ CANO, haya coqueteado con la idea de lanzarse tras la gubernatura en los comicios del pasado 2022. Lo dijo explícitamente, aunque luego cambió de idea.
A regañadientes fue que MANUEL aceptó la disposición de su comité nacional de sumarse a la coalición “Juntos Hacemos Historia” que postuló al doctor AMÉRICO VILLARREAL ANAYA, donde el PVEM hizo causa común con MORENA y el PT.
Pero eso fue el año pasado. Para la presente contienda extraordinaria por la senaduría vacante, el mismo PVEM se zafó de MORENA y decidió lanzar candidatura propia, ¿con quién?, con MUÑOZ CANO.
Como el lector estará enterado, los otros dos contrincantes son el reynosense JOSÉ RAMÓN GOMEZ LEAL, abanderado de la dupla MORENA-PT y la pelirroja laredana IMELDA SANMIGUEL SÁNCHEZ, por la trinca PAN-PRI-PRD.
Por eso era importante recordar en los primeros párrafos de esta columna el carácter zigzagueante del PVEM, organismo de compromisos volubles y lealtades efímeras.
Partido que además tiene muy claro su nicho de mercado. También su margen de maniobra y la necesidad permanente de marchar siempre trepado sobre el lomo de un partido grande.
Y, mire usted, como hay varios grandes, su decisión puede variar en cada proceso, siempre a conveniencia de quienes administren la franquicia en los planos local, estatal y nacional.
De aquí esa costumbrita un tanto cuanto despreciable de aliarse hoy con aquellos que ayer fueron sus enemigos y viceversa. Convertir en adversarios a quienes antes le ayudaron.
Esto explicaría la versión manejada en redes sobre los encuentros cercanos que en fecha reciente habría sostenido MUÑOZ con el derrotado candidato panista CESAR AUGUSTO VERÁSTEGUI OSTOS.
Entrevistas que contaron con la intermediación oportuna del priísta cañero FLORENTINO AARÓN SÁENZ COBOS. Detalle curioso, si algún consejo útil podría darle el TRUKO a MANUEL es que no confíe en personajes como FLORENTINO.
Tampoco en la caterva de mapaches que hizo naufragar la campaña de la multipartidaria “Va por Tamaulipas” (PAN-PRI-PRD) en la reciente contienda del 2022.
Importa recordar que MUÑOZ CANO marcha de colero en todas las encuestas, a casi un mes de las votaciones y tal vez por ello, ante la inminente derrota, ande ahora tocando puertas y visitando templos en busca de aliento y consuelo.
Aunque también en esto debiera conocer el adagio popular de que “quien no conoce a Dios, a cualquier barbón se le hinca.” ¿Busca el consejo de perdedores?, no creo que sirva de algo andar procurando pólvora entre cartuchos quemados.
En todo caso, mejor que se espere a las pluris del 2024. Chance agarre algún reintegro, esos premios de consolación que los partidos chicos reparten entre quienes ya acumularon suficientes derrotas.
Así los vimos muy cerca del PRI en los primeros años 90s y esto les llega por linaje. Del tricolor descienden. Fue territorio del abuelo, EMILIO MARTÍNEZ MANAUTOU, alguna vez presidenciable, dos veces secretario de gabinete y exgobernador de Tamaulipas.
En la segunda mitad de los mismos 90s, con el PRI ya de salida, la táctica del PVEM se enfoca hacia la figura en ascenso de VICENTE FOX. Le brindan su apoyo en 2000, hacen coalición con el PAN y se trepan al carro triunfador.
Pero no sería por mucho tiempo. Desde el primer día de su gestión, FOX empezó a sacudirse compromisos, cepilló a sus aliados, mal pagó a quienes le ayudaron y gobernó prácticamente para su círculo íntimo y su familia.
Es por ello que JORGE EMILIO, el Niño Verde, se empieza a deslindar del PAN en fecha temprana, a partir del 2001, trabajando un nuevo acercamiento al PRI.
Partido con el cuál harán coalición en 2006, con ROBERTO MADRAZO como candidato; en 2012 junto a ENRIQUE PEÑA NIETO y en 2018 al lado de JOSÉ ANTONIO MEADE.
Ello, aunque en paralelo, durante las mismas jornadas electorales del 2018 se registró un entendimiento muy productivo de este minipartido con MORENA, del que resulta el triunfo del obradorista RUTILIO ESCANDÓN, con el apoyo del mandatario saliente MANUEL VELAZCO COELLO, del PVEM.
En años subsiguientes han ido juntos MORENA y PVEM en candidaturas estatales. Pero, ojo al detalle, se avienen con algunas resistencias que empiezan a marcar tendencia dentro de la táctica verde, mirando hacia el cambio sexenal, que es cuando ellos actualizan su modelo de alianzas.
Por lo que concierne a las dos gubernaturas en juego este 2023, en una entidad de importancia estratégica como EDOMEX, los ecologistas se plegaron puntuales a las disposiciones de Palacio Nacional y van en alianza con PT y MORENA apoyando la candidatura de la maestra DELFINA GÓMEZ ÁLVAREZ.
En Coahuila será distinto. En esta entidad los verdes ya tienen candidatura propia y registrada en la persona de EVARISTO PÉREZ RIVERA, en sociedad con un partido regional denominado Unidad Democrática.
PAISAJE REGIONAL
Así llegamos a Tamaulipas. En nuestra entidad, por una parte resulta significativo que la figura más visible de dicho membrete, MANUEL MUÑOZ CANO, haya coqueteado con la idea de lanzarse tras la gubernatura en los comicios del pasado 2022. Lo dijo explícitamente, aunque luego cambió de idea.
A regañadientes fue que MANUEL aceptó la disposición de su comité nacional de sumarse a la coalición “Juntos Hacemos Historia” que postuló al doctor AMÉRICO VILLARREAL ANAYA, donde el PVEM hizo causa común con MORENA y el PT.
Pero eso fue el año pasado. Para la presente contienda extraordinaria por la senaduría vacante, el mismo PVEM se zafó de MORENA y decidió lanzar candidatura propia, ¿con quién?, con MUÑOZ CANO.
Como el lector estará enterado, los otros dos contrincantes son el reynosense JOSÉ RAMÓN GOMEZ LEAL, abanderado de la dupla MORENA-PT y la pelirroja laredana IMELDA SANMIGUEL SÁNCHEZ, por la trinca PAN-PRI-PRD.
Por eso era importante recordar en los primeros párrafos de esta columna el carácter zigzagueante del PVEM, organismo de compromisos volubles y lealtades efímeras.
Partido que además tiene muy claro su nicho de mercado. También su margen de maniobra y la necesidad permanente de marchar siempre trepado sobre el lomo de un partido grande.
Y, mire usted, como hay varios grandes, su decisión puede variar en cada proceso, siempre a conveniencia de quienes administren la franquicia en los planos local, estatal y nacional.
De aquí esa costumbrita un tanto cuanto despreciable de aliarse hoy con aquellos que ayer fueron sus enemigos y viceversa. Convertir en adversarios a quienes antes le ayudaron.
Esto explicaría la versión manejada en redes sobre los encuentros cercanos que en fecha reciente habría sostenido MUÑOZ con el derrotado candidato panista CESAR AUGUSTO VERÁSTEGUI OSTOS.
Entrevistas que contaron con la intermediación oportuna del priísta cañero FLORENTINO AARÓN SÁENZ COBOS. Detalle curioso, si algún consejo útil podría darle el TRUKO a MANUEL es que no confíe en personajes como FLORENTINO.
Tampoco en la caterva de mapaches que hizo naufragar la campaña de la multipartidaria “Va por Tamaulipas” (PAN-PRI-PRD) en la reciente contienda del 2022.
Importa recordar que MUÑOZ CANO marcha de colero en todas las encuestas, a casi un mes de las votaciones y tal vez por ello, ante la inminente derrota, ande ahora tocando puertas y visitando templos en busca de aliento y consuelo.
Aunque también en esto debiera conocer el adagio popular de que “quien no conoce a Dios, a cualquier barbón se le hinca.” ¿Busca el consejo de perdedores?, no creo que sirva de algo andar procurando pólvora entre cartuchos quemados.
En todo caso, mejor que se espere a las pluris del 2024. Chance agarre algún reintegro, esos premios de consolación que los partidos chicos reparten entre quienes ya acumularon suficientes derrotas.