Cd.
Victoria, Tam. – En mayor o
menor medida, el modelo interactivo tiene medio siglo instrumentándose en los
debates presidenciales de Europa y Estados Unidos.
Si
antes no se aplicó en México ello obedeció a (1) la ausencia de voluntad oficial,
(2) la desconfianza mutua entre las diferentes fuerzas políticas y también (3) el
miedo a un esquema de trabajo que otorga amplias facultades de arbitraje a los
moderadores.
Un
verdadero desafío a la imparcialidad y el buen criterio que (al menos en este
primer round) salvaron con éxito DENISE MAERKER, AZUCENA URESTI y SERGIO
SARMIENTO.
No
cargaron los dados y esto ya representa un mérito. Lo esperó y vio mucha gente,
que además se sostuvo sin apagar el televisor ni cambiar de canal, hasta el
final. Esto también es un avance.
Cuestión
de recordar la experiencia de 2016 en Tamaulipas, aquel formato extremadamente rígido
y soporífero del IETAM.
Desde
esta columna hubo monitoreo cercano al proceso previo y los efectos posteriores
a los dos programas del sábado 23 de abril y el miércoles 4 de mayo.
Y
también una expresión franca de disgusto por la escasa o nula flexibilidad de aquel
modelo, que solo en algunos momentos alcanzó la categoría de discusión.
Muy
apenas merecería el nombre de disertación sucesiva entre los señores FRANCISCO
GARCÍA CABEZA DE VACA (PAN), BALTAZAR HINOJOSA (PRI), GUSTAVO CÁRDENAS (MC),
JORGE VALDEZ (PRD), ARMANDO VERA (PT), HÉCTOR GARZA (MORENA), ABDÍES PINEDA
(PES) y PANCHO CHAVIRA (independiente).
Al
final del segundo, me permití escribir:
“Estamos
muy lejos todavía de verdaderos debates. Quienes los hemos visto y disfrutado
en otras partes, echamos de menos el duelo de inteligencias, el tejido fino, el
reto ideológico, la esgrima verbal.”
En
efecto, si revisamos nuestras observaciones de entonces, a la luz de la
experiencia reciente en la capital mexicana, hay un mundo de diferencia en
términos de calidad, atractivo y eficacia.
Sigo
pensando (antes y hoy) que solo el primer debate debiera dar cabida a todos los
candidatos. El siguiente (siguientes) exigiría (exigirían) un criterio más
selectivo y centrado en los punteros.
Ejemplo
interesantísimo, la tercia de programas llevados a cabo entre los aspirantes a
la presidencia de Francia, en la primavera de 2017.
Con
aquella sofisticación propia del pensamiento galo, una primera transmisión reunió
el 20 de marzo a los cinco candidatos principales, de acuerdo a las encuestas. Fue
vista por 10 millones de personas.
La
segunda tuvo lugar el 4 de abril, con un criterio menos estricto. Cupieron los
once aspirantes registrados y (acaso por ello) la audiencia bajó a 6.3 millones
de espectadores.
Y
como en aquel país la ley obliga a una segunda vuelta, en caso de que ningún
candidato logre mayoría, para la segunda votación hubo necesidad de un tercer
debate, el tres de mayo.
Pleitazo
histórico entre los dos finalistas, el centro-liberal EMMANUEL MACRON y la
ultraderechista MARINE LE PEN.
No
hubo estrados, solo una larga mesa cuyas proporciones coincidían cabalmente con
la anchura de los televisores wide-screen.
Y,
desde luego, dos moderadores que por momentos hubieron de cumplir funciones de
réferis, ante la rispidez de la polémica, donde la argumentación más agresiva
no estaba, precisamente, en el señor MACRON (cherchez la femme).
Fue
un “tete-a-tete” que reportó un rating asombroso de 16 millones de televidentes.
La suma (casi) de los dos anteriores.
Y
aunque todo el mundo reaccionó con sorpresa ante la combatividad mostrada, quedaron
pocas dudas respecto a la manera de pensar de cada contendiente y, rubro por rubro,
de su respectivo proyecto nacional.
Las
comparaciones son inevitables. Si recordamos el encuentro tamaulipeco de 2016,
habría sido bastante más satisfactorio de haberse centrado en los señores CABEZA
DE VACA, HINOJOSA y (si acaso) CÁRDENAS.
Sobre
todo, cuando recordamos la aportación tan pobre de participantes poco menos que
simbólicos, como CHAVIRA, PINEDA, VALDEZ, VERA y GARZA. Sin duda, prescindibles.
De
manera similar, hoy me parece que el encuentro presidencial ganaría en claridad,
contundencia y (por supuesto) aprendizaje, reduciéndolo a tres: ANDRÉS MANUEL,
RICARDO y PEPE TOÑO. En un espacio donde, por cierto, sobran los estrados.
En
cuanto a valoraciones, con diferencias de grado, los análisis coinciden. La
artillería anti-AMLO desplegada antes, durante y después del programa no logró modificar
las preferencias de su multitudinario voto duro.
Aunque
(opinión personal) sí impactó con fuerza en el sector de los indecisos, donde
RICARDO ANAYA parece repuntar, empezando por recuperar los puntos perdidos
durante la guerra sucia del mes pasado, orquestada desde la PGR.
Paradójicamente,
LÓPEZ OBRADOR adoptó una estrategia que habría aplaudido CARLOS SALINAS (“ni
los veo, ni los oigo”) ante el fuego cruzado de sus detractores.
Estaría
por verse si dicho fenómeno debe calificarse como una conspiración, acuerdo oscuro
entre los cuartos de guerra o maniobra orquestada, como el tabasqueño pretende,
explica, insiste.
En
cualquier país (y hasta en la competencia económica) el puntero es el blanco
natural de quienes se disputan un mercado. Centrarse en el líder.
No
necesitan ponerse de acuerdo para ello. Está en el ABC del marketing y aplica,
por igual, en cualquier competencia electoral y comercial.
Salvo
que las encuestas indiquen otra cosa, el orden de los candidatos se mantiene.
Primero AMLO, segundo RICARDO, tercero MEADE. Hizo poco este último para
merecer algo mejor.
Cabría,
por cierto, esperar un acortamiento (relativo) en la distancia que separa a
LÓPEZ OBRADOR de ANAYA, con JOSÉ ANTONIO rezagado irremisiblemente.
La
limitada actuación de MARGARITA hace pensar que se encuentra (en términos estadísticos)
muy cercana a su techo de votos. Su nivel de incompetencia, de acuerdo al célebre
“Principio de PETER”.
Y,
bueno, quien estaba llamado a una puntuación interesante, acaso próxima (o
hasta superior) a la señora ZAVALA, era JAIME RODRÍGUEZ, el “Bronco”.
Aunque
con la actuación tan lamentable de este domingo, la propuesta absurda de
cortarle las manos a los ladrones, sus despropósitos, groserías y bufonadas, hoy
se ubica como el “patito feo” de la contienda.
De
poco le sirve el ser un éxito como #hashtag en redes, tema favorito de memes y
chistes televisivos. Ello no le quita el sello de impresentable. El apestado,
de aquí a julio.
Habrá
que esperar números y, desde luego, los dos encuentros televisivos que faltan,
el 20 de mayo en Tijuana y el 12 de junio en Mérida. De punta a punta.