lunes, 23 de abril de 2018

Así fue el debate


Cd. Victoria, Tam. – Evento novedoso y en muchos sentidos diferente. El debate presidencial de este domingo se caracterizó desde la víspera por la intensa expectativa que levantó entre el sector más amplio de la audiencia.
Ese público mayoritario que tradicionalmente se muestra más interesado en el showbiz y los deportes que en la política.
De pronto los mexicanos descubren que una discusión entre candidatos puede ser entretenida como la premiación de los Óscares y tan reñida como la final futbolera o la serie mundial de beisbol.
El ánimo, en efecto, fue de competencia. Aire fresco al país, dicen los comentaristas en sus acotaciones previas.
Influye en esto el nuevo formato interactivo que otorga a los moderadores el rango de entrevistadores. Las amplias posibilidades de réplica y contrarréplica entre los contendientes.
Aunque también la perspectiva inédita de una elección monstruo donde se conjunta el mayor número de procesos paralelos.
La sensación de que el abstencionismo será derrotado. Esa participación amplia de gente que usualmente no vota. Lo cual suele acarrear noticias adversas a los partidos en el poder, en federación y estados.
Y también la tensión previa en torno a un candidato puntero como ANDRÉS MANUEL, contra el cuál se volcaron, de manera comprensible, las estrategias de los otros cuatro: RICARDO, JOSÉ ANTONIO, MARGARITA y JAIME.
Pese a la lluvia, un ambiente de alfombra roja marcó la llegada de los candidatos al dieciochesco Palacio de Minería.
Pasarela entre cordones de seguridad desde los cuáles emergen aplausos de simpatizantes y flashes de la prensa otorgando a los candidatos el rango de celebridades.
Noche de campeonato donde la polémica entre partidarios le da cuerpo al rating. Todo apunta a la novedad, la expectación, curiosidad renovada por la disputa del poder que antaño la desconfianza había ahogado.
Primero de tres debates, el tema general (Política y Gobierno) se desglosó en tres subtemas, llamados “bloques”, a saber: (1) Seguridad pública y violencia, (2) Combate a la corrupción y la impunidad y (3) Democracia, pluralismo y grupos vulnerables.
Tres conductores (DENISE MAERKER, AZUCENA URESTI, SERGIO SARMIENTO) que, justo es decirlo, hicieron su trabajo, supieron inquirir al estilo americano, cuando sentían que algún aspirante tendría que explicar mejor sus afirmaciones.
Formato originalmente programado para una hora con 52 minutos y que finalmente quedó en 2 horas con 5 minutos.
Cinco candidatos, cinco historias y perfiles diferentes, aún pendientes de valorar, cuando concluyan los dos siguientes encuentros televisivos, en Tijuana (20 de mayo) y Mérida (12 de junio).
Por principio, se cumplió a cabalidad la expectativa de que AMLO centralizaría los cuestionamientos de sus contendientes, situación prevista, entre otros, por él mismo (“me van a echar montón”).
Los respectivos cuartos de guerra de sus adversarios sabían, por principio, que hay un voto duro en la base popular que ha sido inmunizado por años de ataques y desarrollado una coraza muy fuerte contra los señalamientos de sus críticos.
Por ello le apostaron, desde los días previos, a la meta de desequilibrar a LÓPEZ OBRADOR, llevarlo a cometer errores, desquiciarlo con el bombardeo intensivo, para hacer emerger su parte más oscura.
Ahí donde los propios errores pueden modificar la intención del voto. En este sentido, la impresión es que fracasaron.
El candidato de MORENA llegó armado de una dosis muy bien pulida, entrenada, de paciencia, que los caricaturistas ilustraban con algo equivalente a tapones en los oídos (¿algún calmante?).
Rostro calmo, impávido, control emocional al punto, jamás gritó, ni sobrerreaccionó, ni insultó, ni emergió aquella costumbrita de poner apodos o confrontar a su interlocutor en turno.
Pero esa calma tiene sus desventajas. A la hora de las críticas punzantes, en particular cuando estas llovieron con la dosis suficiente de datos duros, concretos, verificables, AMLO mostró el lado indeseable de su mansedumbre.
La indolencia. Una y otra vez se desentendía de los problemas. No respondía de forma sustantiva, o bien despreciaba la oportunidad al micrófono, ignorando a sus interlocutores.
Y mire usted que ellos insistían. El priísta MEADE con los departamentos que ANDRÉS MANUEL no habría declarado en su “tres de tres”.
ANAYA en tono machacón, volviendo con esa oferta de amnistía que no podría ser malinterpretación de la prensa, puesto que está grabada en videos.
Y el BRONCO exigiéndole renunciar (cómo los independientes) al subsidio público de sus campañas. Mal que bien ANDRÉS MANUEL aludía, más que contestar.
Tuvieron que pasar varias rondas antes de que le dijera a MEADE que si le comprobaba la propiedad de esos departamentos se los regalaba. O cuando dijo que había entregado 70 de 104 millones a los damnificados de los sismos.
Difícil saber quien tiene razón en la guerra de cifras. Las gráficas de AMLO donde sustenta la idea de que su gobierno en la capital del país disminuyó la incidencia delictiva se contraponían diametralmente con las que mostraba ANAYA, diciendo lo contrario.
No hay ni puede haber respuesta sustantiva a lo que significa la “amnistía” a los líderes delictivos, por la sencilla razón de que está supeditada a una consulta con especialistas que tendría lugar después de la elección, en caso de triunfo.
Tampoco coinciden sus posturas en cuanto a la autonomía del nuevo fiscal. Dicen ANAYA y MEADE que AMLO cree en el nombramiento directo. El candidato de MORENA se defiende alegando que su propuesta pasa por Congreso.
Ya conocíamos la agilidad mental de ANAYA y, sobre todo, su notable destreza para refugiarse bajo un semblante feliz, aunque sus entrevistadoras (el propio MEADE, MARGARITA no se diga) le saquen los trapitos al sol.
Por ejemplo, la forma autocrática como obtuvo su candidatura o el contraste entre su tren de vida y los ingresos declarados fiscalmente. Jamás lo movieron de su carátula sonriente.
PEPE TOÑO MEADE muestra, por igual, un gran control de sus emociones, aunque peca de ortodoxo, en forma y fondo de su discurso. Carece de la frescura, la originalidad chispeante de ANAYA.
Si este primer debate sirviera (suponiendo sin conceder) para que los adversarios de AMLO elijan al mejor oponente que merezca concentrar todos los recursos, esfuerzos y apoyos, sin duda ANAYA supera de calle a MEADE, MARGARITA y JAIME.
El también llamado “BRONCO” confirma de qué materia está hecho. Del autoritarismo más rancio y elemental. Su visión es arcaica y sumamente reaccionaria.
Parece hablar desde posturas de extrema derecha cuando se pronuncia por suspender programas sociales, porque los considera inservibles y dice que solo fomentan la holganza entre los beneficiados.
Y, peor todavía, la propuesta bárbara de “cortar las manos a los ladrones” que provocó expresiones ahogadas entre moderadores y contrincantes.
La propia AZUCENA hubo de repreguntar si la expresión debía entenderse de manera literal. Es decir, la amputación a quien cometa los referidos delitos patrimoniales, lo cuál JAIME confirmó con una seguridad digna de algún clérigo musulmán.
Difícil saber quien ganó el debate o si en casos así resulta viable hacer dicha pregunta. Ganadores, perdedores, puede ser muy relativo.
Se diría que AMLO logró defenderse mejor de lo esperado, pero cayó en las inconsistencias ya conocidas, cuyo origen está en el hábito de proponer ocurrencias que luego le resultan difíciles de sustentar.
MARGARITA es una dama educada, sensible, pero con una visión del mundo muy marcada por su vocabulario asistencial. Sigue hablando como primera dama, familia, hijos, valores.
A muchas mujeres debió agradar ese estilo sincero, bien intencionado, de una esposa y madre de familia que habla desde el corazón sobre aquellos asuntos que preocupan a las buenas personas de México.
Pero eso no basta para gobernar un país dominado por el hartazgo, donde la inconformidad está en llamas, nación hambrienta de posturas antisistema y de talante ríspido, como las que emplea AMLO en los mítines.
Nadie duda que la señora ZAVALA es una buena persona. Su problema es que se observe demasiado blanda como para convertirse en comandante en jefe de las fuerzas armadas.
En cuanto a MEADE hubo varios aciertos. Decir, por ejemplo, que el problema de la delincuencia organizada no se agota en al narcotráfico, pues involucra delitos graves como asalto, secuestro, extorsión, tráfico de huachicol, y por ello la legalización de jamás resolvería, por sí sola, la inseguridad del país.
Diagnóstico realista que derriba de un golpe la visión de su amigo y seguidor VICENTE FOX quien ha promovido dicha legalización, como presunta panacea contra la violencia. Falso, en efecto.
Interesante (y también de MEADE) su visión de incorporar al Sistema de Administración Tributaria (SAT) como herramienta en la lucha contra la corrupción. Muy necesario.
¿Qué hacer para acabar con la corrupción?...
Responde AMLO: gobernar con el ejemplo, barrer la corrupción de arriba para abajo, acabar con privilegios, reducir sueldos arriba y subir los de abajo. Eso y venderle el avión de PEÑA NIETO a DONALD TRUMP.
Rematando con una frase feliz que parece extraída del cancionero cubano: “si esto es ser populista que me apunten en la lista.”
Memes y fotos post-debate abundan en rostros de LÓPEZ OBRADOR con la mirada baja, entrecejo preocupado, cabeza gacha. Señales del esfuerzo por controlar su ira.
Tampoco responde cuando ANAYA le muestra el libro escrito por el propio AMLO sobre FOBAPROA, donde hay ataques contra expriístas que aprobaron dicho programa de rescate bancario y ahora son candidatos de MORENA.
O críticas severas contra el empresario ALFONSO ROMO, hoy enlace empresarial y asesor económico del mismo candidato tabasqueño.
Las divergencias sobre el nombramiento (hoy empantanado) de una fiscalía federal autónoma dejan mal parados a todos y permiten al BRONCO lucir que en Nuevo León fue nombrado su equivalente estatal, por propuesta ciudadana aprobada por el Congreso.
Lo cuál representa una gran hazaña para un gobernador como JAIME, quien llegó al poder sin bancada legislativa. De cualquier manera, se lo aprobaron.
Igual RICARDO ANAYA logra asestar un buen golpe a MEADE cuando le marca prioridades a la lucha anticorrupción, como son la de esclarecer el caso ODEBRECHT, la estafa maestra, el socavón de Cuernavaca, más los tres gobernadores priístas corruptos, dos de apellido DUARTE y BORGE.
Nadie quiere malquistarse abiertamente con la diversidad sexual. Finalmente se trata de votos que eventualmente podrían hacer falta al final. Por ello todos responden con cautela y con respeto del matrimonio gay.
En su mensaje final, el BRONCO se acerca todavía más al estilo brutal de DONALD TRUMP. El viejo discurso contra la clase política tradicional, su consigna de correr a todos los flojos del gobierno y la afirmación de que los partidos son el cáncer de México.
Plagadas de lugares comunes las despedidas de MARGARITA y MEADE, son superados en este rubro por ANAYA cuando proclama que: “cabemos todos en la casa común, con un piso de bienestar, un techo de legalidad y cuatro paredes de cohesión social.”
Y un LÓPEZ OBRADOR absolutamente predecible. Su tema ya conocido de encarnar la cuarta transformación histórica del país, luego de la independencia, la reforma y la revolución, culminando con un “¡Viva México!”
Cierra el programa y despide AZUCENA. Nada para nadie, creo. El verdadero efecto de los debates lo sentiremos después del tercero. Fue el primer round, apenas.
Ganó, en todo caso (y por lo pronto) la audiencia que sin duda asistió, por vez primera, a un encuentro diferente y (con mucho) más estimulante que las soporíferas transmisiones de 1994, 2000, 2006 y 2012.
El proyecto de interactividad funcionó y esto es una buena noticia.