Cd. Victoria, Tam. – Con
JAIME RODRÍGUEZ, el Bronco, ocurre (en pequeño) un fenómeno similar al del
ciudadano LÓPEZ OBRADOR. Tiene enemigos por legiones, pero también defensores en
grado heroico que buscarán siempre volver irrespirable cualquier crítica a su desempeño.
Por esta razón, en el vecino estado de
Nuevo León, alegrías y sinsabores se alternan, permutan, revierten, de acuerdo
al parte noticioso de cada día.
¿Compite o no en la contienda
presidencial?, ¿se va o se queda?, ¿le niegan el registro a su candidatura o
una dividida votación en tribunales decide meterlo de última hora?
Si recordamos como fue su visita al
congreso local, poco antes de solicitar licencia, entenderemos bien que existe
una sólida base ciudadana (priísta, panista, perredista) que cruza los dedos de
pies y manos para que JAIME ya no regrese.
Habemos paradoja. Son sus malquerientes
quienes mayormente festejan el fallo judicial que lo mete de nuevo en la pelea.
Y no desean su retorno porque resultó un rotundo fiasco como gobernador.
Los municipios de Monterrey y su zona
conurbada siguen tan violentos como en los tiempos infaustos de RODRIGO MEDINA
DE LA CRUZ.
Muchacho impune que solo unas cuantas
horas lució el uniforme carcelario (naranja y vivos blancos) en el penal de
Topo Chico, antes de que los defensores le devolvieran su libertad, aquel
inolvidable 26 de enero de 2017.
Golpe anunciado desde campaña, el de
JAIME contra el clan MEDINA, el entonces gobernador, su padre, hermanos,
parentela amplia, compadres, socios, prestanombres.
Había dicho que al día siguiente de
tomar posesión cargaría con toda la tribu, a la que culpaba de un extenso
rosario delictivo. Peculado, contratismo venal, sobrefacturación,
subrogaciones, trapacerías sin fin.
Aunque ya enfrascados en el ajedrez
jurídico, el abogado MEDINA resultó mejor estratega que el agrónomo RODRÍGUEZ. Resquicios
le sobran al primero frente a la brocha gorda del segundo.
El caso es que los vicios de gobiernos
pasados tampoco se han corregido. Amén de una desastrosa relación con los
medios reyneros, que en buena medida nos recuerda los desplantes de VICENTE
FOX.
Oiga usted, una cosa es reducir las
partidas de difusión en bien de la hacienda pública y otra muy distinta el
enfrascarse en trifulcas interminables con los comunicadores, al tú por tú.
Ese empleo tan personal y peleonero de
las redes sociales que, por cierto, nos recuerda a otro infame gladiador
electrónico de nuestro tiempo, DONALD TRUMP.
Horror a quien horror merece, a ratos
también ANDRÉS MANUEL parece caer en ese juego maniqueo de devolver golpe por
golpe a columnistas y editores.
Aunque el tabasqueño lo hace desde su instrumento favorito, el micrófono, en pódiums de campaña, charlas banqueteras, entrevistas radiales y televisivas.
Aunque el tabasqueño lo hace desde su instrumento favorito, el micrófono, en pódiums de campaña, charlas banqueteras, entrevistas radiales y televisivas.
Olvidan, todos, una verdad de a kilo.
Que los políticos van siempre de paso y sus ayudantes también, mientras los medios
permanecen, con acopio de buena memoria, en calidad de virtud principal.
Y no se diga en redes, en las cuáles la censura
es inexistente o, de plano, tan exigua que las partes afectadas han renunciado
a frenar la crítica.
O aspiran solamente a responder mediante
el vocinglerío de bots, robots, sicarios virtuales y robocops enmascarados en
el anonimato, ruidosos, caros y comprobadamente inefectivos.
De conformarse la incorporación de JAIME
en la boleta presidencial, la pregunta inmediata es qué función cumplirá en los
debates. Interrogante que aplica al caso de MARGARITA ZAVALA.
Tarea (la de ambos) equiparable al
llamado primer tercio en las corridas de toros. Trabajo de picadores, mire
usted, esos señores gorditos que aparecen montados en caballos igualmente rechonchos
y cuyo encargo consiste en fatigar con sus puyas a los toros más impetuosos.
Lo hizo DIEGO FERNÁNDEZ en 1994 contra
el ingeniero CÁRDENAS SOLÓRZANO. Lo harán ahora el “Bronco” con LÓPEZ OBRADOR y
MARGARITA con RICARDO ANAYA.
Carambola de cinco, torre de Babel.