Cd.
Victoria, Tam. – La exigencia es antigua
pero su razón más vigente que nunca. Por principio resulta innegable que el
calor de la capital tamaulipeca es de clase mundial. Dos rayitas abajo del averno.
Temperaturas dignas de Guinness, en el
peor momento del día es factible guisar un huevo sobre el capacete del coche o
bañarse con agua caliente sin tener boiler en casa.
Ocurre además que al arranque del
presente siglo fue consigna de algunos políticos locales promover ante la
Comisión Federal de Electricidad la idea de reclasificar a Victoria en un nivel
de tarifas más bajo, propio de las ciudades que, por razones climáticas, se
consideran “de alto consumo”.
Sin duda es el caso de la urbe cueruda,
aunque doña CFE se haga la remolona. En efecto, esfuerzos hubo, pero de dientes
para afuera. Los recibos de luz siguen llegando altísimos y ningún partido, ni
representante local o federal se animan a decir “esta boca es mía.”
Si la paraestatal no lo considera así es
tanto como decir que nuestro clima es una delicia y la gente baila de felicidad
por no requerir del aire acondicionado. Ficción pura.
Esta es una de las dos mentiras que torturan
a Victoria. Que nuestra temperatura promedio no amerite replantear su esquema
tarifario.
La otra mentira es que Victoria nada en
abundancia y el costo de la vida es tan barato que por ello la burocracia
federal merece recibir el 60% del pago establecido en las “ciudades caras”.
Lo cual nos convierte en excepción dolorosa
frente al resto del estado. Por abajo, ya no digamos de la franja fronteriza o
el sur conurbado.
Hasta municipalidades cercanas como Ocampo
o San Fernando reciben mejor trato de la federación en materia de sueldos.
Y esta es la segunda falacia consignada
aquí, presumir que el costo de la vida en la antigua Santa María de Aguayo es
más amable que el de cualquier localidad tamaulipeca.
De nueva cuenta, ningún dirigente
ciudadano, prócer social, representante popular o líder partidista se preocupa
de ello. Salvo la mejor opinión del lector, todo indica que vivimos en el paraíso.
NOMBRAMIENTO
Y bueno, la comuna local que preside OSCAR
ALMARAZ SMER tuvo a bien votar de manera unánime el nombramiento del nuevo
cronista capitalino, recayendo la decisión en el maestro FRANCISCO RAMOS
AGUIRRE.
Escritor, historiador, investigador, el nuevo
funcionario es egresado sucesivamente del Ateneo Fuente de Coahuila, la
Universidad Autónoma de Tamaulipas, la Normal Superior del Estado y la UNAM,
Ha sido merecedor de los premios “JUAN
B. TIJERINA” de poesía y “MANUEL BUENDÍA” de periodismo, amén de promotor de
suplementos culturales como Arquitrabe (El Mercurio); Tobogán (El Tiempo);
Maratín (El Diario), Guardarraya (Noticias del Golfo) y La Tarea (El Gráfico).
Colaborador en media docena de revistas
culturales, autor de 25 libros y coautor de 7. Ha conducido programas de
televisión y radio regionales, desempeñándose como titular de prensa y difusión
en instituciones educativas y culturales.
El maestro RAMOS AGUIRRE entra al relevo
del profesor GUSTAVO ADOLFO GARCÍA cuyo desempeño fue ocasión de polémica en
los últimos meses, al señalarse el destino incierto del patrimonio histórico (documental,
gráfico, hemerográfico) del municipio.
Esfuerzo de recuperación que ahora queda
en manos del nuevo cronista. Se diría que llega a realizar tareas de recuento y
control de daños, balance de haberes y teneres. Qué hubo, qué hay y qué falta.
Todo ello antes de relanzar el proyecto de
protección y difusión del patrimonio histórico que una ciudad como Victoria merece.
Enhorabuena para el cabildo.
Sin embargo, necesario es recordar que
de poco servirá un nombramiento acertado si además no se le otorgan los
recursos necesarios que tan importante función merece.