Cd.
Victoria, Tam. – Poco podríamos añadir
sobre el mantense LINO KORRODI que no se haya escrito antes. Nada que realmente
le afecte, como crítica o diagnóstico revelador.
Infancia es destino, sus dificultades de
origen le hicieron la piel muy dura, un caparazón que lo blindó contra
cualquier punterazo impreso o sonoro.
Veterano de muchas guerras, ha presentado
batalla en todos los frentes imaginables, las más diversas trincheras, solo y
en grupo, del arrabal a la cúpula, del albañal a las intrigas palaciegas.
Sabe ganar, sabe perder, conoce de alianzas,
negociaciones y rupturas, ¿qué le podría sorprender a estas alturas de su vida?
Audaz fue su carrera junto a VICENTE
FOX, de quien fungió como financiero en jefe durante la exitosa campaña del
2000.
Después se convertiría en su agudo
crítico, acusando a VICENTE de traición, por haber apoyado la candidatura priísta
en 2012.
De su heterodoxia nos habla el que hoy
se incorpore al proyecto de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, junto a empresarios
como ALFONSO ROMO.
Poco hay que reclamar a KORRODI. En todo
caso, el verdaderamente afectado por la incorporación del mantense a las
huestes de MORENA es el propio AMLO.
¿TODOS
CABEN?
La noticia confirma que el tabasqueño ya
tiró a la basura toda suerte de cribas, cedazos, coladores, filtros y criterios
de calidad en su selección de personal, si es que alguna vez los tuvo.
Sus puertas están más abiertas que nunca.
Cualquiera puede sumarse a la causa sin importar catadura moral, identidad ideológica,
expediente laboral, antecedentes penales, intereses que represente o haya
representado, arbitrariedades cometidas, capacidades reales o simples mañas.
Para todos hay perdón absoluto, borrón y
cuenta nueva, un nuevo nacimiento si aceptan la fe de MORENA y a LÓPEZ OBRADOR
como su señor y salvador.
Por eso comenté en redes sociales (a
manera de hipótesis) la posibilidad de que acaso AMLO se haya equivocado de
vocación, errado de profesión, de oficio.
Mejor que político, ¿pudo ser
telepredicador?... Mire usted, más que partido, MORENA opera como una
congregación religiosa.
Secta acaso, con un iluminado que posee
la verdad absoluta, demoniza cualquier crítica y se presenta dispuesto a zambullir
de cabeza al priísta más endemoniado en las aguas del Jordán para convertirlo
en santo. ¡Pare de sufrir!
En Tampico y en Victoria, en Cancún o en
Acapulco, donde quiera que AMLO se pare la canción parece repetirse.
Los periódicos locales van a contar las
mismas historias de viejos pájaros de cuenta, líderes charros, contratistas venales,
proveedores chapuceros, reputados mapaches electorales, cartuchos quemados que
al influjo del perdón tabasqueño se vuelven (¡de súbito!) honestos y aguerridos
paladines de la democracia.
Guerreros de la luz que siguen al Iluminado
de Macuspana en su Guerra Santa contra la corrupción y la Mafia del Poder.
¿QUÉ
BUSCA?
Hace poco le dijo a CARMEN ARISTEGUI que,
en caso de ganar, no le interesaba emprender cacerías de brujas ni encarcelar a
nadie.
Bastará, dijo, con que el próximo presidente
(él, por supuesto) sea honesto para que (en automático) gobernadores y alcaldes
de todo el país dejen de ser corruptos.
Acaso esta sea la fuente de mayor
desconfianza que inspire AMLO a cualquier votante con cinco dedos de frente. Ese
pragmatismo ramplón que (en el mejor de los casos) reflejaría un candor extremo.
Aunque también exista la sospecha de una
imperdonable burla a la inteligencia ciudadana. Una estratagema tan siniestra
como su “república amorosa”.
Traslapes en cadena que nos llevan a predicamentos
esenciales. ¿En verdad desea acabar con la mafia del poder o solo pertenecer a
ella?, ¿Aporrea la puerta para que lo dejen entrar?, ¿Maldice desde gayola porque
quiere aplaudir en primera fila?