martes, 18 de julio de 2017

Con el socavón

Cd. Victoria, Tam. – Que cosas suceden. El subsuelo nos manda un mensaje crudo. Bajo la superficie pulida del pavimento, la obra civil en apariencia robusta y enjardinada, anidan errores humanos, a menudo verdaderas trastadas de constructores que en cualquier momento pueden hacer crisis, con graves consecuencias.
Aviso telúrico, en efecto, parecería que alguna deidad del inframundo nos estuviera enviando un telegrama con carácter urgente y en lenguaje categórico.
“Querida gente de la superficie, al parecer alguien hizo mal las cosas aquí, por ignorancia, impericia, torpeza o para ganarse una utilidad malsana, metiendo materiales de baja calidad. Punto.”
Bromas aparte, la variedad de ilícitos factibles en obras de ese corte resulta tan amplia como la imaginación de sus beneficiarios.
No hay necesidad de ir a la Colonia Fuentes de Reynosa ni al Paso Exprés de Cuernavaca. Aquí en Victoria, un fraccionador decide ahorrarse la compactación de las calles y dejar caer una delgada capa de pavimento que cualquier día se resquebraja.
Forma entonces ondulaciones, pequeñas cordilleras de piedra y asfalto capaces de atemorizar al peatón más osado. Oquedades que ni con camioneta “cuatro por cuatro” saldríamos bien librados.
Y después la autoridad municipal descubre que la tubería empleada para drenaje y agua potable está muy por debajo del mínimo necesario.
Tan deficiente que la única solución sería cambiarla toda, así que discretamente prefiere echarle tierra a la zanja, antes de que el vecindario exija a gritos demandar a la parte responsable.

OBRA OCULTA
Se atraviesa aquí un asunto de conciencia harto interesante. La honestidad invisible es sin duda la más difícil de practicar y detectar.
Cómo te comportas (tú funcionario, tú empresario) cuando sabes que nadie verá lo que hagas porque habrá de quedar bajo tierra.
Ahí donde, sin importar calidad ni tipo de materiales, todo estará oculto, se habrá de manifestar el temple ético, la calidad moral de los operadores.
Mal hechas las cosas, si sus responsables corren con suerte, el día que la chapuza haga crisis, ya habrá pasado el trienio y (a lo mejor) el sexenio.
Lo vimos en “Rumbo Nuevo”. Decidieron ahorrar un dinerito en los drenes necesarios para encausar los escurrimientos del agua y pronto pagaron los resultados.
Más temprano que tarde, la naturaleza se abrió camino de cualquier manera, arrastrando tramos de carretera y, con ellos, media docena de honras públicas.
No es el único caso. La Autopista del Sol entre Cuernavaca y Acapulco, inaugurada por CARLOS SALINAS en 1989, ha estado en reparación desde el mismo día de su pomposa apertura. Y es fecha que no terminan.
De las carreteras de don FELIPE mejor ni hablar, su historial de desgajamientos luego de inauguradas rebasa los límites de esta columna.

LAS VÍCTIMAS
Lo más reciente tendría prioridad. Pendiente está conocer el diagnóstico del socavón ocurrido en Reynosa y que casi se traga una pesada revolvedora de concreto.
Aunque más urgente será el aclarar la tragedia ocurrida en Cuernavaca donde el gobernador perredista GRACO RAMÍREZ se entretiene intercambiando culpas con el titular de SCT GERARDO RUIZ ESPARZA.
En este caso fallecieron de asfixia dos personas (padre e hijo) que tripulaban un auto compacto al que (literalmente) se tragó la tierra y tardaron 10 horas en sacar.
Ello, pese a que las víctimas tuvieron tiempo de pedir auxilio vía celular desde el hoyanco donde quedaron atrapados con todo y vehículo.
Y en ese “trágame tierra”, RUIZ ESPARZA habla de indemnizar a las víctimas, en un evento fatal al que insisten en llamar “incidente”, en vez de tipificarlo como lo que probablemente fue. Homicidio imprudencial, por partida doble.
Veremos hasta donde llegan.
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