viernes, 21 de julio de 2017

Negligencia programada

Cd. Victoria, Tam. – Es tema de hoy en la opinión pública nacional. Las fiscalías, cuando les conviene, dejan el camino tan sembrado de agujeros, imprecisiones y torpezas deliberadas, que el terreno queda listo para un arreglo extralegal.
Pitcher y cátcher, el acusador pazguato y el juez venal intercambian señales que solo ellos entienden para armar el resultado más rentable. Errores intencionados, como los del Chavo del Ocho, "sin querer queriendo".
Ejemplo reciente, el exgobernador veracruzano JAVIER DUARTE, quien desde su arresto en Guatemala no ha dejado de reír con total fe en su impunidad, respondiendo así al incontable número de mexicanos que preguntaban la causa.
Las crónicas de sus primeras comparecencias ante la justicia mexicana nos describen a una fiscalía titubeante que dispara dardos de hule contra una fortaleza inexpugnable.
Un acusado poderoso y con todo el dinero del mundo para contratar abogados expertos en defender con éxito a pájaros de cuenta.
Caballero que, para colmo, traspasó su fortuna a su esposa KARIME MACÍAS, quien ya reside con sus hijos en Paris, promoviendo un trámite de divorcio por demás sospechoso.
Y pese a la obvia complicidad de la cónyuge, ningún cargo se esgrime contra KARIME, no se le investiga, ni persigue. La estrella única de dicho espectáculo es el marido gordinflón quien no cesa de insistir en su inocencia.
Le apuestan, ambos, a que un buen recuento de fallas al debido proceso anule la acción de la justicia. Huelga decir que DUARTE y su pandilla se prepararon a conciencia, antes aún de abandonar el cargo y que la PGR emitiera orden de captura.
Desde luego, habiendo voluntad política, sobrarían elementos para castigar un caso extremo de enriquecimiento ilícito como el que nos ocupa.
La voracidad, el descaro, la forma majadera como dispusieron del erario jarocho superan cualquier precedente en toda la república.
El propio fraude de las quimioterapias que habrían sido reemplazadas con agua destilada, describe cabalmente la infame calidad moral de los involucrados.
El problema que los medios hoy detectan nos habla de una repentina debilidad en la parte acusadora. Timidez inexplicable, pérdida de tonicidad en el músculo de la justicia, flacidez.
Parecería que se dan por bien servidos con la exposición mediática del inculpado. Consideran acaso que el castigo se mide en memes y caricaturas, escarnio, repudio público, burla ciudadana.
Los centenares de fotografías donde se le muestra gesticulando, los malos ratos que pasó en Guatemala y, finalmente, su actual condición de reo federal.
El haber fungido a la perfección su papel distractivo, como “carne para los leones”, en los meses recientes. Útil catarsis para el resquemor ciudadano.
Lo que sigue ahora es su anecdotario de prisión. Qué come, cuenta, lee, quién lo visita, lo evoca o lo añora, para después, dentro de un plazo posterior a la elección federal, alguna nota perdida en páginas interiores informe que salió bajo fianza o en libertad caucional.
Del daño al erario ni sus luces, por devastador que fuera porque, mire usted, influyen aquí detalles de orden formal, sin duda aleccionadores.
Tan anunciado estuvo el golpe, que tiempo hubo (y de sobra) para que los dineros se triangularan como bolas de billar, rebotando aquí y allá por los más diversos paraísos fiscales del planeta hasta perderse de vista. Al menos para la mirada miope de sus perseguidores.
A diferencia del proceso montado contra RAUL SALINAS, poco sabemos de cuentas extranjeras incautadas a JAVIER DUARTE.
O de familiares llamados a comparecer, empezando por la propia KARIME, hoy de plácemes (acaso de compras) en la capital francesa.
Justicia de utilería la nuestra, simulación artera.