Cd.
Victoria, Tam. – Es tema de hoy en la
opinión pública nacional. Las fiscalías, cuando les conviene, dejan el camino
tan sembrado de agujeros, imprecisiones y torpezas deliberadas, que el terreno
queda listo para un arreglo extralegal.
Pitcher y cátcher, el acusador pazguato
y el juez venal intercambian señales que solo ellos entienden para armar el
resultado más rentable. Errores intencionados, como los del Chavo del Ocho,
"sin querer queriendo".
Ejemplo reciente, el exgobernador
veracruzano JAVIER DUARTE, quien desde su arresto en Guatemala no ha dejado de reír
con total fe en su impunidad, respondiendo así al incontable número de
mexicanos que preguntaban la causa.
Las crónicas de sus primeras
comparecencias ante la justicia mexicana nos describen a una fiscalía
titubeante que dispara dardos de hule contra una fortaleza inexpugnable.
Un acusado poderoso y con todo el dinero
del mundo para contratar abogados expertos en defender con éxito a pájaros de
cuenta.
Caballero que, para colmo, traspasó su
fortuna a su esposa KARIME MACÍAS, quien ya reside con sus hijos en Paris,
promoviendo un trámite de divorcio por demás sospechoso.
Y pese a la obvia complicidad de la
cónyuge, ningún cargo se esgrime contra KARIME, no se le investiga, ni
persigue. La estrella única de dicho espectáculo es el marido gordinflón quien
no cesa de insistir en su inocencia.
Le apuestan, ambos, a que un buen
recuento de fallas al debido proceso anule la acción de la justicia. Huelga
decir que DUARTE y su pandilla se prepararon a conciencia, antes aún de abandonar
el cargo y que la PGR emitiera orden de captura.
Desde luego, habiendo voluntad política,
sobrarían elementos para castigar un caso extremo de enriquecimiento ilícito
como el que nos ocupa.
La voracidad, el descaro, la forma
majadera como dispusieron del erario jarocho superan cualquier precedente en
toda la república.
El propio fraude de las quimioterapias
que habrían sido reemplazadas con agua destilada, describe cabalmente la infame
calidad moral de los involucrados.
El problema que los medios hoy detectan nos
habla de una repentina debilidad en la parte acusadora. Timidez inexplicable, pérdida
de tonicidad en el músculo de la justicia, flacidez.
Parecería que se dan por bien servidos
con la exposición mediática del inculpado. Consideran acaso que el castigo se
mide en memes y caricaturas, escarnio, repudio público, burla ciudadana.
Los centenares de fotografías donde se
le muestra gesticulando, los malos ratos que pasó en Guatemala y, finalmente,
su actual condición de reo federal.
El haber fungido a la perfección su
papel distractivo, como “carne para los leones”, en los meses recientes. Útil catarsis
para el resquemor ciudadano.
Lo que sigue ahora es su anecdotario de
prisión. Qué come, cuenta, lee, quién lo visita, lo evoca o lo añora, para
después, dentro de un plazo posterior a la elección federal, alguna nota
perdida en páginas interiores informe que salió bajo fianza o en libertad
caucional.
Del daño al erario ni sus luces, por
devastador que fuera porque, mire usted, influyen aquí detalles de orden formal,
sin duda aleccionadores.
Tan anunciado estuvo el golpe, que tiempo
hubo (y de sobra) para que los dineros se triangularan como bolas de billar,
rebotando aquí y allá por los más diversos paraísos fiscales del planeta hasta
perderse de vista. Al menos para la mirada miope de sus perseguidores.
A diferencia del proceso montado contra
RAUL SALINAS, poco sabemos de cuentas extranjeras incautadas a JAVIER DUARTE.
O de familiares llamados a comparecer,
empezando por la propia KARIME, hoy de plácemes (acaso de compras) en la
capital francesa.
Justicia de utilería la nuestra,
simulación artera.