jueves, 14 de julio de 2016

El hedor, un problema

Cd. Victoria.- Piel delicada, sensibilidad extrema, bajo umbral de resistencia a la crítica, difícil identificar la actitud del exdirigente tricolor y exgobernador de Coahuila HUMBERTO MOREIRA cuando exige 10 millones de pesos al escritor SERGIO AGUAYO porque le llamó “hediondo”.
Abogados de MOREIRA, defensores, fiscales, el propio juez y hasta peritos neutrales en compañía de algún notario público, podrían constatar la veracidad del dicho aproximando sus fosas nasales a los calcetines y axilas de HUMBERTO.
Sobre todo si tal prueba se verifica en tiempo y forma tras una sesión dancística del “Chúntaro Style”, el ritmo original que (en letra del Gran Silencio) “canta raggamuffin y baila de gavilán”.
Aunque no es el hedor literal lo que molesta al polémico exmandatario. Es la simbología del caso.
Aquello que de manera metafórica le habría dicho el articulista, al grado de sentirse “lesionado en sus sentimientos, efectos, creencias, decoro y reputación.”

LEÓN HERIDO
Politólogo tapatío, investigador del Colegio de México, AGUAYO es una personalidad respetable en el medio académico y periodístico. Autoridad en materias como derechos humanos y seguridad nacional.
Con estudios de maestría, doctorado y postdoctorado en la Universidad Johns Hopkins de Maryland, AGUAYO ha escrito más de 25 libros traducidos a varios idiomas.
Sobre MOREIRA escribió en enero pasado:
-“Es un político que desprende el hedor corrupto; que en el mejor de los escenarios fue omiso ante terribles violaciones a los derechos humanos cometidos en Coahuila, y que, finalmente, es un abanderado de la renombrada impunidad mexicana.”
Afirmaciones que el coahuilense interpretó como insultos y esto lo argumenta en el texto de su demanda, donde señala que fueron expresadas, dice: “con el único propósito de ofender, insultar, calumniar y propinar injurias en contra del suscrito, acreditándose así la malicia efectiva.”
El texto de SERGIO se publicó en diario REFORMA el 20 de de enero pasado, la demanda de HUMBERTO fue fincada medio año después, el 28 de junio, en un juzgado civil de la capital mexicana.
Interesante trifulca que actualiza la reflexión en torno a las relaciones entre prensa y poder: ¿Es comprobable el dolo en las palabras del crítico arriba citadas?
Mejor aún: ¿Es factible deducir de ellas la presencia de intenciones punibles como ofensa, insulto, calumnia, injuria?

CARA NOSTALGIA
Mi impresión es que MOREIRA ha perdido piso y se siente intocable, luego de dos triunfos legales consecutivos, a saber:
(1) La indulgencia de la PGR (2012) que no presentó cargo alguno por la gigantesca deuda dejada en su entidad.
(2) El fracasado intento de la justicia madrileña que en enero de 2016 tampoco pudo juzgarlo ni retenerlo por blanqueo de dinero, cargo promovido por una corte norteamericana.
Envalentonado por ello, el personaje se concede el lujo de entablar un juicio por perjurio que desprende diversos tufos, hedores, más allá de los señalados por AGUAYO.
Entre ellos, la añoranza del poder. Esa hambruna de reflectores que por cierto caracteriza a no pocos mandatarios de su tiempo.
Bailarín empedernido, su carrera se cortó de golpe y hubo de renunciar a la dirigencia tricolor cuando el gobierno de CALDERÓN filtró información a los medios sobre el quebranto de las finanzas que dejó en su estado.
Y más cuando un supuesto prestanombres fue detenido y sometido a juicio en Texas, donde reveló transferencias cuantiosas de recursos presuntamente públicos, cuyo beneficiario sería el propio exgobernador.
Nada todavía concluyente. Acaso por ello el valor que asiste hoy a MOREIRA para defender con tanto ahínco su virginidad moral.
Fetidez, en todo caso, bañada con lavanda.